Jueves, 27 de Noviembre de 2025

El castor sigue causando daño en Magallanes y alertan riesgo de avance incluso a Chiloé

ChileEl Mercurio, Chile 27 de noviembre de 2025

Tierra del Fuego e Isla Navarino son las más afectadas, pero se teme su pronta expansión hacia áreas emblemáticas de la Patagonia, como Torres del Paine. "Eso sería un desastre", dice una experta.

En Tierra del Fuego e Isla Navarino, los llamados "bosques fantasma" -árboles muertos en pie, praderas encharcadas e inundaciones del bosque nativo- se han vuelto parte del paisaje.
Son la huella más visible del castor, una especie introducida en Magallanes que continúa expandiéndose y que hoy preocupa por su eventual avance hacia zonas icónicas de la Patagonia chilena.
Al levantar sus represas, los castores inundan los bosques y provocan la muerte de los árboles; desordenan los ríos, destruyen la vegetación, abren espacio para plantas exóticas y modifican la fauna.
Todo esto, advierten expertos, se traduce en una fuerte pérdida de biodiversidad y en daños para las comunidades humanas, por ejemplo, al afectar el suministro de agua potable, debido a la interrupción en el flujo que producen las castoreras.
Ramiro Bustamante, investigador del Centro Internacional Cabo de Hornos (CHIC) y experto en invasiones biológicas, sostiene que el escenario es el resultado de un proceso que se arrastra por casi 80 años.
"Es un problema de larga data que se mantiene. La evidencia indica que el castor sigue avanzando en el sur e incluso se cree que esto ha empeorado, porque es cada vez más frecuente ver castores", asegura.
Impacto en el ecosistema
Diez parejas de castores canadienses fueron introducidas en Tierra del Fuego en 1946, para crear una industria peletera en Chile. La iniciativa fracasó y la especie se convirtió en una plaga que hasta hoy sigue alterando uno de los ecosistemas más prístinos del planeta.
La especie comenzó a avanzar gradualmente hacia el norte. Los primeros indicios de expansión aparecieron a mediados de los años 90, cuando se detectaron castores en sectores cercanos al canal Beagle. Hacia 2013 ya existían reportes en las cercanías de Puerto Natales.
Algunas de las medidas que se han implementado a lo largo de los años son acciones de vigilancia en sectores críticos, programas piloto de erradicación, la autorización de caza y, más recientemente, el proyecto GEF Castor, llevado a cabo entre 2018 y 2022 con la participación del Ministerio del Medio Ambiente y otros, que incluyó la instalación de trampas y capturas.
Sin embargo, el problema persiste, concentrado principalmente en Tierra del Fuego y en Isla Navarino, señalan expertos. "Hay una pérdida considerable de bosque, cercana a 25 mil hectáreas en el lado chileno", detalla Bustamante. Esto es equivalente a casi 400 estadios nacionales.
Según indicó el Ministerio del Medio Ambiente a "El Mercurio", la evaluación más reciente sobre la especie se hizo a través del proyecto GEF Castor, en la cual se estimaron 110 mil castores en el sur de Chile.
Dalay Vargas, investigador que vive en Puerto Williams y quien estudia esta invasión, señala que, según una estimación de 2020 publicada en Plos One, en Tierra del Fuego habría cerca de 100 mil castoreras, lo que arrojaría una población cercana a 300 mil castores. "Solamente en Isla Navarino tenemos alrededor de 36 mil castoreras (...). Eso da un rango como de 100 mil castores solo allí", dice Vargas.
En la isla, el impacto es prácticamente total, afirma. "Ya casi el 100% de las cuencas está impactada", describe. Sobre los efectos en el paisaje, comenta: "Se ven bosques inundados, árboles muertos en pie y, los que alcanzaron a ser cortados, fueron hechos represas y madrigueras. Hay pérdida de biodiversidad vegetal alrededor y se forman humedales que llaman al crecimiento de plantas exóticas donde había bosque nativo". Vargas agrega: "Uno donde ve una castorera, es prácticamente un pantano, un bosque fantasma".
Rafael García, investigador del Instituto de Ecología y Biodiversidad (IEB) dice que "está claro que (la presencia del castor) va aumentando en superficie en los lugares donde se establecen. Estudios muestran que incluso una vez que se erradican, si no hay vigilancia, estos no solo vuelven, sino que proliferan rápidamente".
Para los especialistas, un riesgo que hoy está a la vista es la expansión hacia el norte. No solo porque la especie ha demostrado capacidad para desplazarse grandes distancias, sino porque las condiciones ecológicas del sur de Chile le permitirían seguir avanzando si no se refuerzan controles. Vargas dice: "Ya están llegando más al norte de Tierra del Fuego y creo que avanzarán mucho más si es que tienen la posibilidad (...). Es un comportamiento natural de la especie".
García coincide: "En ausencia de depredadores y con controles que han sido poco efectivos, se estima que seguiría avanzando hacia el norte". Y añade: "Si pensamos que se va moviendo por sectores con agua y ecosistemas boscosos, esto puede avanzar bastante más arriba. No hay razón científica para creer que quedarán solo donde están ahora.".
Según explica, estudios muestran que el castor podría moverse por los ecosistemas ribereños del extremo sur sin enfrentar barreras relevantes. "Lo que nadie quiere es que tengamos castores en Torres del Paine, por ejemplo", advierte. "Sería terrible, pero ya hay bosques muy similares a los de ese parque que están siendo invadidos muy cerca".
Claudia Cerda, académica de la U. de Chile que ha estudiado el impacto del castor, tampoco lo descarta y dice que "es perfectamente factible que avance hacia el norte. Y eso sería un desastre. De hecho, es uno de los escenarios que planteamos en un estudio, detener ese avance".
A su juicio, los impactos que ya se observan en Tierra del Fuego se replicarían en cualquier paisaje forestal del sur. "Si llega a áreas como Torres del Paine, el problema sería gigantesco, dañando esencialmente bosques que son clave para Chile", advierte Cerda. "Pero también al turismo. Los turistas tienen una reacción muy negativa ante el castor".
Bustamante enfatiza que su capacidad para colonizar nuevos espacios está probada desde hace décadas: "Podrían llegar a la Isla de Chiloé, perfectamente. Las condiciones ambientales son adecuadas", dice.
Esto, debido a que tendrían agua dulce, bosques y baja presión de depredadores. El académico agrega: "Se pensaba que el castor solo podía vivir en lugares boscosos, pero en Argentina ya están ocupando la pampa, salieron del bosque. Son especies muy plásticas".
Los expertos coinciden en algo que Bustamante resume así: "Contener su expansión exige esfuerzos continuos y costosos (ver recuadro), y lo que hay que ver es si las autoridades están dispuestas a ello".
Esfuerzo permanenteDesde el Ministerio del Medio Ambiente aseguraron a "El Mercurio" que actualmente no tienen un plan activo sobre manejo o control del castor. Lo mismo indican desde el Servicio Agrícola y Ganadero (SAG), que fue parte del proyecto GEF Castor. Los expertos coinciden en que el manejo de la especie exige una intervención sostenida y que cualquier plan debe ser binacional, porque Chile y Argentina comparten la misma población de castores y las medidas aisladas pierden eficacia, aseguran. "A veces se construyen barreras o se cazan castores sin ningún plan y eso puede desagregar a las familias y empujarlas a colonizar nuevos sectores", advierte García.
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