"Envidiosa" pone en pantalla el "torbellino emocional" de ser madre primeriza y la importancia de sentirse escuchada
Convertirse en mamá implica cambios profundos que impactan las emociones y las relaciones cercanas. Especialistas explican por qué este período tensiona a la pareja y cuál es el papel que cumplen las amistades y redes de apoyo para acompañar en este proceso.
Con su tercera temporada, la serie argentina "Envidiosa" -estrenada recientemente y entre los 10 títulos más vistos de Netflix en Chile- puso en la palestra los profundos cambios que conlleva la maternidad para una mujer, la forma en que convertirse en padres tensiona la relación de pareja y la relevancia que adquieren las amistades durante este período. Todo ello se encarna en Carolina, la hermana de la protagonista y madre primeriza, cuyo posparto le remueve todo: el cuerpo, la identidad y la pareja.
Para Macarena Romero, psicóloga perinatal de la Unidad de Neonatología y Salud Mental Perinatal de la Clínica Alemana, la historia es un ejemplo de lo que puede ocurrir en ese período. "Su personaje muestra la experiencia de una madre primeriza, quien se enfrenta a un torbellino emocional que no esperaba: pasa de la ilusión al agobio, de la felicidad a la culpa. Esa mezcla puede reflejar lo que viven muchas mujeres en el posparto. Su identidad se ve sacudida: ya no es solo hermana, hija, esposa o profesional; ahora es madre, y eso reordena todas sus prioridades".
En ese sentido, añade que "es normal que las mujeres que se convierten en madres experimenten una montaña rusa de emociones y una redefinición o un reacomodo profundo de su identidad. La maternidad implica cambios biológicos, hormonales, psicológicos y relacionales que desordenan, para luego reorganizar, la vida interna".
Ese proceso de transformación se asemeja al que ocurre durante la adolescencia, dice Camila Pinto Dunsmore, psicóloga perinatal de la Clínica Universidad de los Andes. "Nosotros hablamos en psicología perinatal de la matrescencia, que es un cambio tan profundo como el que se produce en la adolescencia: se reorganiza todo; hay un cambio en el rol, en el ámbito hormonal, emocional y físico, en las amistades (uno se identifica con ciertas personas con las que quizás antes no se identificaba) y en la identidad".
Todo ello "resulta muy abrumador", asegura Paulina Sánchez, psicóloga perinatal y directora del Diplomado en Intervenciones en Psicología Perinatal en Chile y Latinoamérica de la Universidad Alberto Hurtado. "Por ello, es habitual que se sienta mucha ambivalencia; es decir, aparece un amor profundo, pero al mismo tiempo coexiste con emociones como temor, culpa y cansancio. Particularmente con las madres primerizas, esto es mucho más intenso porque es una experiencia que se vive por primera vez".
Temblor, terremoto o tsunami
Además, la relación de pareja puede verse tensionada. Pinto Dunsmore lo explica así: "El nacimiento de un hijo es una crisis normativa, es decir, que siempre ocurre. Todas las parejas, cuando tienen un hijo, atraviesan una crisis. Esta crisis puede ser un temblor, un terremoto o un tsunami, dependiendo de cómo la enfrentes. Puede ser muy bien resuelta y fortalecer a la pareja, pero también puede resultar mal".
Esto se ve en "Envidiosa", dice Romero. "Carolina necesita contención afectiva, descanso y apoyo real, no solo una buena situación económica o gestos prácticos. Cuando su marido Fermín no logra sintonizar con esas necesidades, la relación se tensiona y ambos pueden sentirse solos aun estando juntos".
Por eso, para las especialistas, la clave está en la comunicación temprana, idealmente desde el embarazo, sobre temas centrales de la crianza. "Yo siempre invito a las parejas a abrir el diálogo acerca de lo que va a venir y preguntar: ¿qué te imaginas tú que va a ser lo más difícil cuando nazca la guagua?, ¿qué es lo que me da susto de tu familia y de la mía?, ¿cómo nos vamos a distribuir los roles?, ¿cuál es tu expectativa de mí? Si eso no se habla y se deja 'a la suerte', las parejas corren más riesgo de que estos temas resulten más difíciles de resolver", dice Pinto Dunsmore.
Estos canales de comunicación, agrega, deben mantenerse tras el nacimiento, por ejemplo, con citas semanales para conversar sobre lo que cada uno necesita. Además, recuerda que es importante mantener expectativas realistas, entendiendo que habrá desacuerdos. "A veces mis pacientes se asustan, y uno lo ve en el personaje de Carolina. En una oportunidad, ella le dice a su marido: 'Ya no me gustas'. Muchas pacientes me dicen, por ejemplo: 'no me gusta cómo es como papá'. Hay que recordar que estás empezando un camino donde no sabes cómo hacer las cosas y falta mucho aprendizaje; convertirse en madre y padre es un proceso. Es importante no esperar que la pareja sea perfecta, y viceversa".
Normalizar y validar
Ante estas transformaciones y tensiones, las amistades se vuelven aún más esenciales, aseguran las entrevistadas. "Las amigas son muy importantes, porque dan un espacio donde las mujeres se pueden volver a sentir ellas, donde pueden expresar lo que están sintiendo con personas que pueden estar pasando o pasaron recientemente por una etapa muy parecida, por lo que les pueden dar consejos, normalizar y validar lo que están sintiendo y escuchar sin juzgar", agrega Pinto Dunsmore.
Pero también es importante la ayuda concreta que las amistades y la red de apoyo más amplia pueden entregar. "Se puede cuidar al bebé unos minutos, ayudar con cosas prácticas como ordenar la casa, cocinar, ir de compras, acompañar a citas médicas si lo desea, como también es una buena idea preguntar qué necesita (...). En la serie, las amigas de Carolina intentan hacer justamente esto: la sacan, la acompañan, la escuchan y le recuerdan que no está sola", acota Romero.
Sánchez recuerda que las madres también deben pedir ayuda cuando la necesiten: "Podemos cuidar en la medida en que también nos sentimos y somos cuidadas. La maternidad no se sostiene con un amor incondicional, sino que hay ciertas condiciones. Por ejemplo, las redes que te apoyan, las amistades, los vínculos, el poder descansar y sentirse acompañadas. No hay que sentirse culpable de pedir ayuda".
¿Cuándo consultar?Si bien las entrevistadas concuerdan en que el proceso de transformación que conlleva la maternidad es normal, es importante que se esté atenta a las señales que pueden indicar la necesidad de apoyo profesional. "Cuando los cambios son normales, van fluctuando. Hay días que son buenos y otros días que son más difíciles. Hay que estar alerta cuando hay mucha irritabilidad, desconexión y distancia del bebé de forma sostenida en el tiempo, tristeza, ansiedad y pensamientos castigadores que no cesan", señala Paulina Sánchez.
Macarena Romero ejemplifica: "Carolina muestra señales que van más allá del estrés normal: irritabilidad constante, llanto frecuente, pérdida del disfrute, desbordes emocionales, cierta desconexión con el bebé e incluso conductas de riesgo como beber alcohol para 'aliviar'. Esas son señales claras de que la relación y su salud emocional necesitan apoyo profesional".