Científicos se adentran en el corazón de la Antártica y desentrañan sus secretos
La campaña 2025 de Inach reúne estudios sobre hielo azul, uso de drones con sensores y nuevas estaciones meteorológicas que entregarán información esencial para analizar cambios ambientales y fenómenos extremos en la región polar.
La Antártica profunda es muy distinta a cualquier parte del planeta. Cubierta por hielo y nieve, que en algunos casos alcanza kilómetros de grosor, acá la temperatura no sube de los 0 grados y se puede ver el hielo azul, un glorioso espectáculo de la naturaleza.
El glaciólogo Ricardo Jaña, investigador del Instituto Antártico Chileno (Inach), coordina a los investigadores que estudian las propiedades de la nieve, el desplazamiento de glaciares; sacan testigos de hielo para entender el clima del pasado; vuelan drones con sensores o instalan estaciones meteorológicas en lugares de muy difícil acceso.
Estos son algunos de los estudios que ahora se realizan en la campaña 2025 de Glaciar Unión que termina el 18 de diciembre.
Tesoros en el hielo azul
Todos los días Veronica Tollenaar y José Jorquera van a "la playa". Pero no hay olas, mar, arena ni toallas. Hay un frío intenso y una bella extensión de hielo azul, un fenómeno natural que se da en la Antártica, "pero solo en el 1% de su territorio", cuenta Tollenaar, científica neerlandesa que trabaja en la U. Libre de Bruselas, en Bélgica.
Colabora con el climatólogo Raúl Cordero, de la U. de Santiago, equipo al cual también pertenece Jorquera. El grupo investiga en la Antártica desde 2012 con el proyecto "Eventos extremos en la Antártica" (Cascade).
"La playa" se ubica en el sector Rossmann Cove. Allí los dos científicos se sientan en la superficie helada, clavan pequeñas estacas y miden el derretimiento superficial. En el campamento tienen un fotómetro y otros instrumentos que les permiten medir aerosoles -la cantidad de partículas en suspensión y agua precipitable- en la atmósfera o la reflexión del sol en la nieve, entre otras cosas. Siempre hablan del albedo, un índice que mide la radiación solar que se refleja en una superficie.
En este caso miden cuánto es el albedo de los rayos solares al reflejarse en la nieve. "Los resultados nos permitirán avanzar en el conocimiento de los procesos que determinan la estabilidad del clima antártico. Chile, al ser un país tan cercano, está particularmente expuesto a inestabilidades en esta zona. La sostenibilidad de largo plazo de Chile depende de lo que pase en Antártica", dice Jorquera.
Y agrega: "En esta campaña también estamos usando balizas para determinar el efecto de la sublimación en el hielo azul: es decir, el hielo seco se transforma del estado sólido al gaseoso sin pasar por una fase líquida. Esto sucede en los días en los que la radiación solar es muy intensa".
Tollenaar ya ha venido a la Antártica. Ella se especializa en hielo azul. "Estamos midiendo si hay derretimiento", explica. En años anteriores han tomado muestras de la superficie y, al medir los isótopos de hidrógeno y oxígeno y compararlas con los de este año, pueden entender cómo se forma este hielo azul. Si es nieve que se ha ido compactando durante mucho tiempo y que aparece por movimientos en la superficie y que el viento, además, ayuda a despejar de la nieve más nueva. O bien es producto del derretimiento de su superficie y la recongelación.
"Hemos descubierto que parte del hielo azul es resultado de ese proceso y es aquel hielo de color más intenso", detalla.
Tollenaar también ha estudiado el hielo azul como fuente de "tesoros". Como hay un movimiento que permite que capas muy profundas y antiguas emerjan en la superficie, puede estudiar "el hielo antiguo" y analizar burbujas de aire que ayudan a entender cómo era el clima hace 1,2 millones de años. O bien encontrar los mejores lugares para hallar meteoritos que cayeron hace miles de años y que ahora salen a la luz producto de este movimiento.
Drones para conocer la topografía
Uno de los objetivos planteados por Gino Casassa, director de Inach, es que las Fuerzas Armadas tengan un rol científico y no solo den apoyo logístico en Glaciar Unión.
A estos menesteres llegó Esteban Barra, del Servicio Aerofotogramétrico de la FACh, que trajo un fotómetro, un espectrorradiómetro y un gran dron con sensores.
"Con el fotómetro medimos aerosoles, información que es fundamental para mejorar la calidad de nuestras imágenes satelitales", aclara. En tanto el espectrorradiómetro ayudará a medir la reflectancia de la superficie para caracterizar las propiedades ópticas de la nieve y el hielo, que a la larga ayuda a entender el clima.
"El dron tiene un sensor Lidar que permite generar modelos de elevación de la superficie de alta resolución y así mapear la topografía del hielo y de la zona", afirma.
Datos para el mundo
Antes de esta campaña, Inach desplegó 15 estaciones meteorológicas en la Antártica, cuya función es entregar datos de variables como temperatura, humedad, viento, CO {-2} , radiación solar, entre otros. Esta información es de acceso público (en www.redsensoresinach.cl) para investigadores de todo el mundo.
Las estaciones están diseñadas para resistir el duro invierno, en algunos casos con oscuridad total. "Usan energía solar pero, además, las baterías están sobredimensionadas para que den energía por más de un año", dice Bastián Oyarce, técnico instrumentalista de la Red de Sensores Observatorio Antártico del Cambio Climático de Inach.
Una de las tareas de Oyarce es hacer mantención a la estación en Glaciar Unión y reubicarla en su posición original, ya que el glaciar se movió 10 metros de un año a otro.
En esta campaña, Oyarce estuvo acompañado por Kenji Yoshikawa, investigador de la U. de Alaska y una eminencia en el estudio del permafrost (hielo o roca que permanece congelada). Juntos estuvieron trabajando en los instrumentos para instalar por primera vez una estación de monitoreo permanente en el Monte Vinson, el más alto del Continente Blanco.
Esta semana lograron instalar una estación en la base, pero las malas condiciones meteorológicas no permitieron montar una estación compacta cercana a la cumbre.