Comunismo, nazismo, fascismo y democracia
Ninguna persona o grupo que adhiera a la democracia liberal, al capitalismo y a la dignidad del ser humano individual puede ser llamado "fascista".
Siempre me he preguntado ¿cómo explicar que el nazismo sea una doctrina universalmente condenada y el comunismo goce de legitimidad moral, y que ello ocurra principalmente en las universidades, entre intelectuales, académicos y jóvenes? Esto puede parecer baladí a quienes ignoran el hecho comprobado por la historia de que las ideas importan, no son inocuas y tienen consecuencias concretas en los acontecimientos humanos.
Se ha presentado recientemente el libro Nazi-Comunismo, de Axel Kaiser. En él encontramos una síntesis de los fundamentos filosóficos, y los principales postulados del comunismo, el nazismo y el fascismo, accesible para cualquiera. Es una obra que, a partir de fuentes primarias y una vasta bibliografía, demuestra, a través de citas textuales, que las similitudes del comunismo y del nazismo son muchísimas más que las diferencias. Es un ensayo que comprueba con sólidas evidencias que las tres vertientes tienen un origen socialista y son absoluta e irrevocablemente incompatibles con la democracia liberal y la libertad.
Es evidente que los objetivos últimos de estas corrientes difieren: el comunismo aspira a establecer la igualdad absoluta, la sociedad sin clases y la eliminación física de las personas clasificadas como miembros de la burguesía. El fascismo, el predominio de la nación. El nazismo busca la supremacía racial de los arios a través de políticas antisemitas para eliminar a los judíos de la faz de la tierra. Ello condujo a genocidios, a la represión, la violencia institucionalizada y el uso deliberado del terror. La puesta en práctica de estos sistemas condujo a gobiernos centralizados, dictatoriales, exigentes de obediencia total, basados en un partido único, supresión de la disidencia, censura, policías secretas, propaganda, manipulación de las masas y el cultivo de la personalidad: Stalin, Hitler Mussolini. Las tres doctrinas aspiran a controlar partes claves de la vida obliterando el ámbito de lo privado -la educación, las organizaciones juveniles, los medios de comunicación, el arte, la cultura- y postulan que el Estado es el encargado de formar al ciudadano ideal. Todas estas filosofías abogan por la completa sumisión del individuo a lo colectivo. Finalmente, subyacente a ellas hay un anticristianismo explícito. Como "doctrinas colectivistas el comunismo, el fascismo y el nazismo postulan que el individuo no es más que un elemento dentro del todo, una parte de un organismo superior con características trascendentes ante las cuales debe someterse: la nación, la clase, la raza".
Por otra parte, es esencial al pensamiento de Hitler y de Mussolini el anticapitalismo y la adhesión al socialismo. Gregor Strasser, uno de los máximos dirigentes nazis, diría directamente: "Somos socialistas. Somos enemigos acérrimos del sistema económico capitalista actual, con su explotación de los económicamente débiles, su sistema salarial injusto, su forma inmoral de juzgar el valor de los seres humanos en función de su riqueza y su dinero, en lugar de su responsabilidad y desempeño, y estamos decididos a destruir este sistema pase lo que pase". Hitler reforzaría la idea de que todo el proyecto nazi, incluida la guerra que libraba Alemania, era en contra del capitalismo y de los judíos.
En suma, estos tres sistemas son incompatibles con la democracia porque no aceptan la competencia multipartidista, suprimen libertades y derechos, usan la violencia, aplastan la disidencia, ponen fin al sistema de separación de poderes y a la existencia de un poder judicial autónomo. En definitiva, ninguna persona o grupo que adhiera a la democracia liberal, al capitalismo y a la dignidad del ser humano individual por sobre el Estado puede ser llamado "fascista". ¿Por qué, entonces, sería moral votar por un comunista y jamás por un nazi?