Parecidos, pero no iguales
El final del ciclo de Gustavo Álvarez en Universidad de Chile deja una sentencia: no se deben nada
El final del ciclo de Gustavo Álvarez en Universidad de Chile deja una sentencia: no se deben nada. El técnico les dio un salto de calidad a los azules, haciéndoles recobrar su condición de equipo grande. Terminar con la maldición en el estadio Monumental, luego de 23 años sin ganar a Colo Colo en Macul, es un hito que el tiempo atesorará.
Un estilo de conducción sobrio, sin estridencias, marcando la autoridad con legitimidad y no desde el poder que otorga el cargo, fue su rasgo distintivo. La valorización de futbolistas que crecieron, como Israel Poblete, Fabián Hormazábal y Nicolás Guerra, es un dato relevante. La consolidación de Lucas Assadi, prematuramente lanzado al ruedo como salvador por los vaivenes deportivos que vivió el club, en un rol que no le correspondía, es otra herencia positiva de Álvarez.
La Copa Chile 2024 no alcanza a decorar la frustración por no ser campeón del torneo. Estuvo a un paso en su primera temporada, pero no resistió la embestida de Colo Colo. En 2026, el declive en el segundo semestre, sumado a un tranco demoledor de Coquimbo, más un panorama institucional desolador, explican que la U se entrampe en 18 títulos. No clasificar a la Copa Libertadores y la temprana eliminación en la Copa Chile, a manos de Curicó, uno de los colistas del Ascenso, opacaron su registro.
En la retina quedará su conferencia de prensa antes del duelo con los piratas en Santa Laura, donde anunció que era necesario un cambio en la banca. ¿Por qué lo hizo? Solo él lo sabe, más allá del sinnúmero de especulaciones que se tejieron sobre su relación contractual. En la entrevista que dio al programa "Íntimo" de TNT Sports, reveló que su pensamiento ya era conocido por Michael Clark, el presidente de Azul Azul, y que su contrato moría al final del campeonato. Ambas partes estaban en condiciones de no renovarlo.
En la hora del reemplazo, Universidad de Chile apunta a un entrenador de corte similar. Francisco Meneghini, con un recorrido sostenido en el campo interno, más una frustrada expedición en DyJ de Argentina, garantiza un estilo. "Paqui" cultiva el perfil bajo, pero se impone. En otros clubes no le tembló la mano cuando marginó jugadores que faltaron a las normas y no dudó en enfrentarse a determinaciones de los propietarios de los equipos.
Nunca se sabrá cuándo es el momento justo para que un técnico arribe a un club grande. El rendimiento de O'Higgins, al que condujo a la Libertadores como Chile 3, avalado por una propuesta agresiva en la recuperación y fértil en el manejo de la pelota, fundamentaron su estadía en Rancagua. El equipo se identificó con la hinchada y supo manejar el vestuario, pese a jugar como local buena parte del año en San Fernando y en medio del cambio de dueños.
En la cancha, a diferencia de Álvarez, prefiere un volante de corte más clásico. El argentino Matías Lugo marcó la temperatura en la mitad del campo celeste. Un contención de ese estilo es algo que se sintió en el andamiaje laico.
No será fácil la conducción de la U. El escándalo que sacude a sus controladores genera tensión, más aún cuando se presentaron denuncias ante el regulador económico en Estados Unidos. Habrá turbulencias.