Tiene 11 años y un perfil de redes sociales atípico para la edad; su padre, un psicólogo, un antropólogo y un representante hablaron con Ovación y dieron su punto de vista.
Las fotos publicadas tienen edición profesional, hay videos de sus goles, seguimientos de sus estadísticas y se anuncia oportunamente cuándo y contra quién será el próximo partido. En los textos se pueden leer palabras como "intenso", "sueños" o "fortalezas". Podría ser la descripción del perfil de Instagram de cualquier deportista profesional, pero es el de Matías Méndez, un niño de 11 años que juega en las infantiles de Peñarol desde 2023.
Tiene más de seis mil seguidores, cifra superior a la de varios futbolistas de la Primera División. Por caso: a Gino Santilli, quien fuera elegido mejor arquero del torneo local en 2025, le siguen menos cuentas. También tiene página web propia: elmatiasmendez.com. Pero, ¿qué hay detrás de todo esto? ¿Cómo puede convivir un niño tan lejos del profesionalismo con la imagen de ser un futbolista pago? ¿Existen amenazas? ¿Se pueden encontrar fortalezas? En este informe Ovación intentará despejar estas dudas. O, al menos, un porcentaje de ellas.
La "profesionalización" de Matías Méndez
Matías nació en Rivera el 6 de marzo de 2014 y, según su papá Walter, desde chiquito mostró su amor por la pelota: "A los tres años y medio no paraba de patear y lo metimos en las escuelita de fútbol de La Rinconada", le comentó a Ovación. A Méndez lo delata su marcadísimo acento fronterizo. "Hace casi una década que vinimos a Montevideo", cuenta.
El niño llegó al mundo AUFI a los 4 años, cuando fue a Rentistas y jugaba con categorías mayores. En 2021 pasó a Danubio y fue campeón uruguayo; al año siguiente Peñarol le ofrece una beca (no le cobra la mensualidad) y se lo lleva pero, por un tema burocrático, recién empezó a jugar en el Carbonero en 2023.
Desde entonces defiende esos colores. "Son los actuales tricampeones", cuenta Walter, que es el entrenador de la categoría 2015. "Y si se suma el que ganó con Danubio, Matías es tetracampeón", dice orgulloso. Es delantero y este año fue el goleador: la mandó a guardar 52 veces. Así lo cuenta en su perfil de Instagram (@elmatiasmendez), que desde agosto es manejado por la empresa One Move, cuyo responsable es el brasilero Saulo Pereira Da Costa. El contenido se profesionalizó y su comunicación pasó a ser muy similar al de un jugador "de verdad".
Tiene fotos exclusivas y están preparando material a futuro: por ejemplo, se tomaron más de 1.000 imágenes en el Campeón del Siglo. "Para tener material de acá a los próximos meses", dice Walter, que también colabora en el Instagram de su hijo.
"Listo para otro partido importante", publicó el 18 de noviembre. "Seguimos enfocados". Es apenas una muestra de lo que puede aparecer en su cuenta. "Soy pastor y contacté a un amigo brasileño para que me haga un logo para la iglesia. Ahí se me ocurrió hacer algo similar con Matías, que tenga su marca", explicó Walter, aclarando que, por razones obvias, él tiene mucha influencia de Brasil: "Allá es muy común que pasen estas cosas".
De esta manera, en un lapso corto, el niño de 11 años se convirtió en una especie de celebridad en el micromundo del fútbol infantil. El 3 de agosto publicó un video con un gol suyo a Nacional y tuvo más de 1.000 me gusta.
"En la niñez debe haber más contacto con el disfrute", opina Bruno Moserle
Bruno Moserle es psicólogo con un posgrado en psicología deportiva. Tiene 32 años y trabaja en las formativas de Montevideo City Torque. Aunque no quiere hablar de situaciones individuales, cita estudios realizados para comentar algunas pautas. "Las redes sociales en los adolescentes (y en este caso niños) son un ámbito súper importante, donde forjan su sentido de pertenencia, la construcción de la identidad y la necesidad de reconocimiento", comienza. "En la niñez es difícil encontrar aspectos beneficiosos de mostrarse con un perfil profesional, es una etapa de iniciación en la que debe haber más contacto con el disfrute", dice.
Esto no es un miedo para Walter, quien asegura que para Matías no hay amenaza alguna en esta nueva forma de mostrarse en el mundo digital: "Es un niño, se divierte mucho con todo esto".
Para Moserle los (pocos) beneficios que puede haber de una temprana exhibición van de la mano con la motivación "para intentar sostener un mensaje, un objetivo". Subraya, sin embargo, que las alertas nunca deben dejar de emitirse: "La niñez es un momento de la vida en la que se edifica el autoestima y la exposición puede generar que quede muy pendiente de una validación externa".
Además asegura que "un aspecto muy importante es hacerles saber que hay alternativas al deporte, como el valor del estudio o forjar vínculos". Walter dice tener esto muy claro: "Matías sabe muy bien que nunca va a dejar de estudiar. Con la madre hacemos un esfuerzo y lo mandamos a un colegio privado".
"Es un gurí muy sano, le gusta entrenar, es disciplinado y come poco dulce", lo describe. "Es un cristiano".
Matías recibe la pelota en el área y define cruzado para anotarle un gol a Danubio en la final. Se levanta la camiseta y muestra una remera con la inscripción: "La gloria es para Dios". Días antes habían perdido ante el mismo rival y en el perfil de Matías se publicó un mensaje de resiliencia. Más de 5.000 cuentas apretaron el corazón.
La perspectiva del padre de Matías Méndez
El papá del niño profesional deja bien en claro que esto lo hace "pensando en el futuro" de Matías. "En vez de hacer un DVD con sus goles, estoy armando esto", remarca.
Federico Czesli tiene 44 años, es antropólogo argentino y tiene investigaciones realizadas en la formación de futbolistas. Basado en su experiencia, comenta: "La carrera futbolística no involucra solamente un desarrollo técnico, táctico y físico sino que paralelamente se va construyendo la imagen de deportista profesional. Lo que los juveniles muestran en sus redes es el apego a los valores clásicos del fútbol, que son la disciplina, el esfuerzo cotidiano y la orientación hacia los objetivos". Según Czesli, esto lo hacen porque "la carrera es tan incierta" que necesitan atraer potenciales captadores futuros: entrenadores, clubes y, por supuesto, representantes.
Entra en escena Rodrigo López, agente y socio en GBG Football Agency, dirigida por Pablo Boselli. "Son temas muy complejos", aclara de arranque.
Si bien concibe a las redes sociales como "una buena carta de presentación", no se puede encontrar allí "información deportiva útil", le advierte a Ovación. "Eso se ve en la cancha", asegura.
La captación de futbolistas juveniles es algo "como para explicarlo durante horas". "Hay un proceso ordenado, de evaluación, conocimiento y trabaja en conjunto", describe.
La familia de Matías no tiene nada firmado con ningún representante de jugadores aunque sí tiene un acuerdo de palabra con TMA, pero Walter prefiere no apresurarse: "Él todavía es muy chico", insiste.
Siempre con la mira puesta en años venideros, Walter sabe que logrará atraer patrocinadores. Ante esto, Czesli analiza: "Hoy para los juveniles no es ningún problema la posibilidad de ser vendidos, de tener un valor. Al contrario, es un motivo de estatus, de orgullo".
Ante esto puede surgir un conflicto, que lo remarca tanto el psicólogo como el antropólogo: el estrés o la frustración que puede generar no lograr los objetivos, que lo alejaría del placer que implica practicar el deporte en un niño tan chico. Una vez más, Walter se muestra tranquilo: "Matías sabe que en algún momento va a perder, o va a ser suplente", dice. "Yo hablo mucho con él", insiste. "Aunque, según lo que dicen los que lo ven jugar cada fin de semana, hoy es insustituible", señala.
Hoy Matías fue invitado a la inauguración del estadio del fútbol infantil en Rivera, ciudad en la que el viernes pasado brindó una pequeña conferencia de prensa para contar cómo fue su año en Peñarol. Cuando Ovación le preguntó cuáles eran sus expectativas venideras, o si se veía jugando en la Primera del Mirasol, el chiquilín no tuvo mucho para decir; apenas meneó la cabeza de un lado a otro. Finalmente levantó su aniñada vista y escupió su sueño que tenía un tono muy cercano a la certeza: "Yo voy a jugar en el Real Madrid", dijo. Y se fue a hacer cosas de botija.