Lunes, 29 de Diciembre de 2025

La piscina en verano se vuelve una gran aliada del bienestar sénior

ChileEl Mercurio, Chile 29 de diciembre de 2025

El ejercicio físico en el agua reduce el impacto articular, fortalece el corazón y ayuda a mejorar el ánimo en la adultez mayor, aseguran los especialistas.

S i hay algo de lo que Eliana Busch (91) está segura, es que la natación ha sido fundamental en su vida para mantenerse saludable y activa. Campeona mundial en su disciplina -suma 15 récords sudamericanos-, cuenta que nadar desde niña le ha permitido llegar a esta etapa de la vida con mayor autonomía física.
"Tengo más soltura, no camino lento y no estoy adolorida", asegura. Para ella, la piscina no ha sido solo un espacio para practicar este deporte, sino también una aliada silenciosa frente al paso del tiempo.
Su experiencia no es casualidad: los especialistas coinciden en que el trabajo en el agua es una de las actividades más completas y seguras en la adultez mayor, tanto por sus beneficios físicos como emocionales. Y ahora que es verano, las personas mayores pueden aprovechar las piscinas -ya sea en sus propias casas o las públicas- como una oportunidad concreta para ejercitarse.
De manera gradual
Uno de los principales aportes del ejercicio acuático es la reducción de la carga sobre las articulaciones.
Tomás Kramer, internista y geriatra de la Clínica Las Condes, recalca que este beneficio "es bienvenido en cualquier persona, pero es de mayor interés para los séniors, ya que existe un alto porcentaje de artrosis o dolores articulares. Y si es una piscina temperada, se relaja la musculatura y tendones, lo que da más movilidad a las articulaciones y favorece ejercicios de elongación".
En términos cardiovasculares, en cambio, la natación funciona como un entrenamiento aeróbico progresivo. "Ayuda al corazón a esforzarse de manera gradual. Este tipo de ejercicio lo puede hacer casi cualquier persona, incluso con antecedentes cardíacos compensados", señala el experto.
De hecho, Eliana Busch, reconocida en 2021 entre los 100 Líderes Mayores -reconocimiento entregado por Conecta Mayor, la U. Católica y "El Mercurio"- debido su trayectoria en este deporte, comenta que ella entra al agua acompañada de un marcapasos que le implantaron hace ocho años.
"El nadar produce bienestar, pero hay que hacer eso: nadar. Ahora en verano no sirve meterse a una piscina a mojarse y jugar un ratito. Eso sirve para refrescarse, pero hay que nadar. Yo recomiendo que, quienes sepan, se vayan nadando de punta a punta, de a poco, a su ritmo. Y que practiquen diferentes estilos, crol, espalda y pecho. A las personas mayores no recomiendo que hagan el estilo delfín o mariposa porque es más dificultoso", explica.
Pablo Gallardo, jefe de Geriatría de la Clínica Santa María, sugiere que, para aquellos que no saben nadar, "un primer ejercicio es lograr caminar dentro del agua, entendiendo que se genera una resistencia al caminar. El siguiente paso es hacer un movimiento extenso con las piernas, el famoso 'pataleo' en el agua. Este ejercicio genera movimiento en todo el cuerpo, no solamente en las piernas. Para hacerlo, hay que apoyarse en la orilla con los brazos. En este aspecto, hay que pensar en un margen de seguridad, por lo que se recomienda un flotador que permita tener tanto las piernas, como el tronco y los brazos de manera horizontal".
Sobre a quiénes se recomienda, los entrevistados coinciden en que la edad no debería ser una barrera. "No hay que mirar el carnet para hacer ejercicio", afirma Kramer.
Sin embargo, el consejo es asegurarse con un médico que las enfermedades crónicas estén bien controladas, así como también la presión arterial, ritmo cardíaco y antecedentes de arritmias o problemas valvulares.
Después del agua
Después de la piscina los cuidados continúan. Gallardo puntualiza que "una ducha posterior a haber nadado, con agua corriente y que tenga una temperatura media, para no generar choques de calor, es importante".
En esta línea, no hay que olvidar la hidratación. "La piel del adulto mayor se vuelve más fina, menos elástica y más propensa al daño. Y, contrario a lo que uno pensaría, el agua deshidrata la piel, sobre todo el agua clorada que la reseca aún más. Por ende, el cuidado va orientado a mantener la piel hidratada con cremas, sin olor, color ni parafernalias. Las que más hidratan son las más espesas. Y sin hablar de marcas, las cremas con urea son bien efectivas. Asimismo, la protección solar con bloqueador es clave", señala Kramer.
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