Viernes, 29 de Marzo de 2024

Esto no es normal

ColombiaEl Tiempo, Colombia 22 de septiembre de 2019

¿Qué tienen en común España, Italia, Israel y el Reino Unido? La incapacidad de formar gobiernos estables y capaces de gobernar

¿Qué tienen en común España, Italia, Israel y el Reino Unido? La incapacidad de formar gobiernos estables y capaces de gobernar. Y no son solo estos cuatro países. Como sabemos, sobran los Estados en donde la disfuncionalidad política es mucho más grave. En todo el mundo, gobernar se está haciendo más difícil; y en muchos casos, imposible. Estamos viendo cómo las elecciones ya no actúan como ancla que estabiliza la política y hace posible que el gobierno gobierne. Más bien, elecciones y referendos revelan ahora la profunda polarización del electorado, trancan el juego político y hacen imposible la toma de decisiones. Esto no es normal. Pero gobernar no solo se les está haciendo más difícil a las democracias. Tampoco parece normal que Xi Jinping y Vladimir Putin, dos de los hombres más poderosos del mundo, tengan que estarse preocupando por protestas callejeras espontáneas protagonizadas principalmente por jóvenes desarmados. Xi y Putin ejercen un férreo control sobre sus respectivos países, y quienes protestan en las calles de Hong Kong y Moscú no son una amenaza para la sobrevivencia de estos regímenes. Pero lo sorprendente es que Xi y Putin no hayan acabado antes con las protestas. Sería lo normal. Quizá la relativa tolerancia que vienen mostrando estos dos autócratas hacia estas marchas sea un síntoma de cuán seguros se sienten y de la irrelevancia de las protestas. O quizás sea porque no saben cómo combatirlas. Estas protestas no tienen líderes obvios ni jerarquías claras. En Hong Kong, los líderes del gobierno pro-Pekín se quejan de que, aunque quieran buscar arreglos con quienes protestan, no saben con quién negociar. Obviamente, Xi y Putin podrían acabar con las protestas usando los métodos normales de las dictaduras: a sangre y fuego. Pero el uso de la fuerza siempre implica riesgos y puede hacer que en vez de acabar con las protestas, las avive. Pero si lo que está pasando en la política mundial no es normal, lo que está pasando con el medioambiente lo es aún menos. Los datos son conocidos; las imágenes de todas partes del planeta que nos muestran las catástrofes producidas por incendios, lluvias torrenciales, sequías prolongadas y vientos huracanados son cotidianas. La parálisis para enfrentar con eficacia el cambio climático sin duda constituye el mayor peligro que enfrenta nuestra civilización. La ineptitud de los gobiernos para responder a la emergencia climática es exacerbada por la influencia de intereses económicos. ExxonMobil y los hermanos Charles y David Koch son solo dos ejemplos de empresas y acaudalados individuos que por décadas financiaron copiosamente ‘centros de investigación’ y ‘científicos’ dedicados a sembrar dudas sobre la gravedad del problema. Que las grandes empresas influyan sobre el gobierno para evitar que tome decisiones que afecten sus ganancias no es nada nuevo. De hecho, es lo normal. Lo que no es normal es que líderes de algunas de las empresas más grandes del mundo repudien públicamente la idea de que su objetivo primordial deba ser maximizar ganancias. Pero fue lo que ocurrió hace unas semanas cuando los jefes de 181 de las más grandes empresas estadounidenses firmaron un comunicado que mantiene exactamente eso. Estos altos ejecutivos afirman que las empresas privadas deben conciliar los intereses de sus accionistas con los de sus clientes, empleados, proveedores y con los de las comunidades en donde operan. Obviamente, estos titanes del capitalismo están llegando tarde a la conversación. Para muchos, ya es obvio que resulta insostenible para cualquier empresa ignorar los intereses y las necesidades de los grupos de los cuales depende, además de sus accionistas. El debate es cómo hacerlo y, sobre todo, cómo garantizar que las empresas hagan lo que prometen. Algunos importantes líderes empresariales tienen ideas al respecto. Brad Smith, presidente de Microsoft, por ejemplo, ha publicado en la revista The Atlantic un artículo intitulado ‘Las empresas tecnológicas necesitan más regulación’. Esto no es normal. Sin duda sorprende que el presidente de la decimosexta empresa más grande del mundo exhorte a los gobiernos a que regulen su industria. Pero esta, como las demás anomalías que hemos discutido aquí, todas sacadas de los noticieros de estos días, es tan solo un ejemplo más de cuán difícil de descifrar es el mundo en el que nos ha tocado vivir. @moisesnaim
El observador global
Moisés Naím
Las anomalías que hemos discutido aquí, todas sacadas de los noticieros de estos días, son un ejemplo de cuán difícil de descifrar es el mundo en el que nos ha tocado vivir.
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