Martes, 06 de Mayo de 2025

?Yo hago poemas sobre la lucha y la justicia social. Eso no vende?

PerúEl Comercio, Perú 20 de enero de 2020

Más lúcido y vital que nunca, el poeta obrero, como también lo llaman, repasa los hitos más relevantes de sus 100 años recién cumplidos. Compromiso, periodismo y lírica resumen su existencia.

Por Leoncio Bueno Barrantes



Las primeras lecturas que nutrieron su vida no fueron cuentos ni historias de aventuras. Desde los 9 años, las palabras ?proletariado?, ?capitalismo? y ?justicia? social se fueron insertando en su vocabulario. Términos hasta entonces desconocidos, pero que en medio de sus labores de peón de hacienda, Bulmaro Barrantes quizás ya intuía. Hoy, del campesino que llegó a Lima a los 19 años quedan solo recuerdos. Su estadía en la capital, además de regalarle amistades con los más reputados poetas de la época, le otorgó una nueva vida y un nuevo nombre: Leoncio Bueno.





En su casa-huerta de Tablada de Lurín, en Villa María del Triunfo, con 100 años a cuestas, Bueno nos lanza una de sus divisas. ?Salud, amor y poesía. Viva la santa anarquía, prima hermana de la bella ecología?, dice sonriendo. Luego, nos pide un favor, ?quisiera que saques esto y no las tonterías que sacan otros?. La anécdota que nos cuenta sucedió hace varias décadas y retrata el abandono que han sufrido algunos de los hombres más valiosos del Perú. ?Cuando preparaba mi viaje a Europa me encontré con Adolfo Westphalen. ?¿Cómo estás??, le dije abrazándolo. ¿Sabes qué me respondió? ?Aquí, jodido y sin plata?. Estaba enfermo. Yo recurrí a Augusto Elmore y junto con otras personas lo internaron en la clínica Maison de Santé. No tenía seguro, nada?.





Tras este relato, la indignación y la ironía que componen sus versos aparecen en su rostro compungido. Lo mismo ocurre cuando rememora algunas de las veces en que fue encarcelado. La primera durante un mes, en 1944, por la huelga general. La segunda en el 48, por haber calificado a Bustamante y Rivero, desde el periódico que dirigía, como ?sirviente del imperialismo norteamericano?.





Luego, en el 52, fue acusado de instigar contra el gobierno de Odría. A inicios de los años sesenta su participación en la expropiación de los bancos lo llevó a purgar cuatro años de prisión. La última vez que quisieron ponerlo tras las rejas escapó por el techo de su vivienda y terminó instalándose definitivamente en las arenas villamarinas. Desde allí nos responde.





?¿Quién sembró en usted la semilla anarcosindicalista?





A los 9 años yo ya había empezado a trabajar en la hacienda Pacalá. Allí conocí a unos anarcosindicalistas que habían sido trabajadores de las salitreras y recorrían el Perú haciendo obra de captación, ayudando a crear sindicados, a luchar por la jornada de ocho horas y educando a los dirigentes. Entonces empecé a formarme culturalmente en política.





?Fue el primer paso para convertirse en dirigente.





Para serlo había que tener una formación intelectual vasta. Conocer mucho la historia, especialmente la del proletariado. Entonces se decía que un dirigente sindical debía superar al intelectual de la burguesía, a los abogados, a aquellos que defienden el sistema. Por eso eran apreciados, tanto que los mejores escritores, los poetas más encumbrados, los respetaban y acogían.





?Su educación fue autodidacta, eso hace que su mérito sea mayor.





No llegué a concluir el tercer año de primaria, los anarcosindicalistas me educaron. Por entonces yo no era Leoncio Bueno, sino Bulmaro Barrantes. Ese fue mi nombre hasta que llegué a Lima y quise terminar la primaria. Ni siquiera pude demostrar que había estudiado esos pocos años. Así que fui a la iglesia a sacar mi partida de bautizo y supe que me habían inscrito como Leoncio y que Bulmaro no existía.





?Entre los innumerables libros que leyó como parte de su formación también hubo varios de poesía. ¿Cuál fue el primero?





Los anarcosindicalistas siempre nos dijeron que debíamos remontarnos en la historia. A los griegos, porque ellos crearon la democracia, la cultura, la poesía, la tragedia. Primero fueron Esquilo, Sófocles, Eurípides, Homero. Luego vinieron los romanos como Virgilio. No solo había que leer mucho, recitar y memorizar, sino también escribir.





?De los géneros literarios, el lírico es poco apreciado. ¿A qué lo atribuye?





La poesía es la creación permanente del lenguaje, pero muchos creen que no vale mucho. Es mentira. La poesía es el canto y todos lo adoramos. Del canto no solo vienen el amor o la belleza. También vienen el baile, la alegría y mucho dinero, porque los grandes cantantes se hacen ricos muy jóvenes. ¿Y quién escribe las canciones? El poeta, pues. La gente que no sabe apreciar la poesía dice que es una cojudez.





?Y en su caso, ¿ser poeta ha sido alguna vez rentable?





Estamos en el Perú. Yo hago poemas sobre la lucha y justicia social. Eso no da plata. No vende. Pero porque me pase esto a mí no voy a decir que la poesía no da. Yo hago lo que me enseñaron los anarcosindicalistas, y siendo uno de ellos, mi vida ya está marcada para siempre.





?Usted ha tenido muchas facetas. Peón, obrero, sindicalista, escritor, poeta. ¿Cómo se define?





Como un hombre que ha tenido que sobrevivir. Y he podido hacerlo hasta la edad que tengo porque siempre he intentado ganarle a la vida. Nunca he sido un vago, borracho ni jugador ni drogadicto. Soy enemigo de los excesos. El ser humano se ha convertido en el criminal más grande del mundo y está acabando con la naturaleza debido a sus excesos. Aristóteles decía que el único animal en la Tierra que cava su tumba con sus propios dientes es el hombre. Hipócrates afirmaba que tu medicina deben ser tus propios alimentos. Horacio, que la felicidad de la vida consiste en el vivir con poco. ¿Pero quién quiere vivir con poco? Queremos todo. Eso destruye. Y sucede porque los seres humanos todavía no somos civilizados, ese es nuestro drama.





?Volviendo a su biografía, ¿qué lo motivó a trasladarse a Lima?





Mi educación no podía continuar en el campo. Yo ya estaba picado por la cuestión política, literaria y periodística. Los miembros de la Federación Aprista Juvenil ya sacábamos un periodiquito en Casa Grande. Se llamaba ?Senda?. Cuando llegó Haya de la Torre, la mayoría de anarcosindicalistas del norte se volvieron apristas y otros comunistas.





?¿Cuándo empieza a convertirse en realidad su sueño de ser periodista y poeta?





Una de las primeras cosas que hice al llegar a Lima fue presentarme a ?La Prensa? para que me conozcan. Era bien audaz. Tanto que me hice amigo de César Miró, el antólogo de César Vallejo. Fue él quien me abrió las puertas cuando me escuchó recitar poemas en la radio de la cual era el director. Me dio una tarjeta de contacto con unos señores que iban a sacar una revista llamada ?Hora del hombre?. Era 1943. Me dijo: ?Tal y tal poemas son muy buenos?. Cuando fui, resultó que eran comunistas. Me jalaron y me hicieron colaborador del diario que tenían. Se llamaba ?Democracia y trabajo?.





?Su taller El Túngar es famoso porque se convirtió en punto de encuentro para la generación de poetas del 60 y 70. ¿Cómo sucedió esto?





Por Arturo Corcuera. Resulta que cuando yo salí de prisión, él había leído la antología ?Actitud y presencia de nuestros poetas durante la guerra?, y yo era de los poetas compilados. A Corcuerita le gustó. Le dijeron dónde ubicarme y me buscó. Desde ese momento nos hicimos amigos. Él conocía a todos los poetas porque su hermano Marco Antonio sacaba en Trujillo los cuadernos trimestrales de poesía y ahí salían solo los de las galladas, los escogidos. Y todos querían salir en esos cuadernos.





?En los años ochenta participó en la película ?Fitzcarraldo? de Werner Herzog. Cuéntenos sobre su elección.





Herzog había dicho que quería una persona con cierta experiencia, pero que no fuera conocido. Mis amigos me propusieron y quedé. Hice el papel del jefe de la cárcel que mete preso al protagonista Klaus Kinski, que hacía del cauchero Fitzcarraldo. Claudia Cardinale era su pareja en la ficción. También actuaba Mick Jagger.





?Hace poco dijo que llegar a los 100 años era una maldición…





O una bendición, si se tiene plata. Pero si no, te jodiste. Uno ya no puede valerse por sí mismo completamente. Para una persona de mi edad, cambiarse la ropa o bañarse es una utopía, es muy difícil. Yo no tengo plata para pagar una enfermera. Mi hija Gladys y mi mujer hacen mucho sacrificio. Por eso digo que para mí es una maldición. Con la edad viene el dolor, uno no duerme bien, es terrible.





?Si tuviera que elegir un poema suyo, aún vigente, ¿cuál sería?





Uno que le escribí a mi abuelo. Yo fui a verlo cuando estaba agonizando, pero resistió. Tuve que regresar y en ese trance falleció. Me dio tanta pena no estar junto a él… Así que le escribí ?Agonía de un labrador?. Ese es mi mejor poema, aunque es antiguo, del año 50 y pico. Las dos veces que lo he leído en mi vida ha causado tremendo golpe. La primera vez fue en el paraninfo de la Universidad de San Marcos. Es mi poema signo.





?¿Se considera un hombre triste, como reza uno de sus poemas?





En realidad, lo soy. He sufrido mucho de niño. Pero siempre he buscado convertir esa tristeza en alegría.





Dos poemas de Leoncio Bueno





Agonía de un labrador (EXTRACTO)





Yo le vi como un árbol abatido,





ennegrecido y duro como un riel en su lecho.





Pensativo, sombrío





aguardaba la muerte





espantado a las moscas.





¡Pobre viejo arador de la tierra,que marido tan dulce perdían





la yunta y la chicha!





Cuando aún con sus pasos





clarinaban espuelas





y al oírlas temblaban





los chalanes impávidos





y las mulas más fieras,





él me enseñó sonriendo





aquel duro manejo





de los fríos relámpagos negros.





Cuando el campo doraba





sus espaldas de fuego





y saltaban sus huesos





como chispas al cielo,





por ochenta centavos





¡todo un día surcaba la tierra!





Viejo arador turbulento,





siempre amé tu lozano sembrío de ?ajos?,





tus agrias maldiciones





y tu amor por el asno taciturno.





Ahora adoro tu temple derribado





y ese gesto, tan tuyo, de insolencia bravía





con que siempre enfrentaste la vida





y hoy enfrentas la muerte.

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