Miércoles, 16 de Julio de 2025

Rescatan la sabiduría de carpinteros de ribera y tejueleros del sur

ChileEl Mercurio, Chile 20 de marzo de 2020

La Universidad Austral y el Ministerio de las Culturas realizaron un estudio con unos 80 cultores de Los Ríos, Los Lagos, Aysén y Magallanes, que será la base para nuevas acciones de salvaguardia.

José Hugo Almonacid Díaz es hijo y nieto de antiguos carpinteros de ribera venidos desde Hualaihué, en la Carretera Austral. Tomó el testimonio de su linaje para convertirse hoy en el patriarca de una familia de cultores que lleva adelante en Calbuco uno de los oficios fundamentales en el sur: la fabricación de embarcaciones de madera con las que históricamente se poblaron distintos territorios australes.
"La goleta 'Ancud' es un ejemplo referencial de este fenómeno de movimiento y ocupación. Fue construida por carpinteros de ribera en Chiloé en 1843 y gracias a ella se tomó posesión del Estrecho de Magallanes", dice la antropóloga Marcela González Ríos, parte de un equipo de especialistas de la U. Austral de Valdivia que realizó una investigación acerca del oficio y sus cultores; entre ellos, por supuesto, la familia Almonacid. El estudio reunió antecedentes con miras a la ejecución de un plan de salvaguardia de esta sabiduría.
El proyecto "Carpintería de Ribera y Tejuelería en el Sur de Chile" fue encargado a estos académicos por el Ministerio de las Culturas, a través de su subdirección de Patrimonio Cultural Inmaterial. Apunta a la importancia que tiene en el sur este oficio transmitido en la oralidad.
Consistió en un análisis sobre este patrimonio en manos de 80 carpinteros de ribera de las regiones de Magallanes, Aysén, Los Lagos y Los Ríos, donde se sitúa el caso de los hermanos Villanueva. Se trata de carpinteros ribereños de generación espontánea: de niños aprendieron el oficio observando, y perfeccionaron sus técnicas en el ensayo y error. Hoy portan una sabiduría única y son respetados en Valdivia y el resto del sur.
La investigación también sumó a otros ocho maestros de la tejuelería de Aysén que nunca habían sido investigados. Todos trabajan la tejuela rajada en maderas nativas, fundamental para el revestimiento e impermeabilización de casas en territorios en extremo lluviosos. Por esas vicisitudes de la vida, todos provienen de Caleta Tortel, hoy aislada por cuarentena debido a la llegada de un turista británico contagiado con coronavirus.
Sin planimetrías
"La gente aquí ha vivido tanto tiempo con la carpintería de ribera al lado suyo que no ha valorizado cuán fundamental es su existencia y permanencia. Para las comunidades del sur, solo representa una actividad más", señala Hugo Almonacid, hijo del maestro cultor Almonacid Díaz, y también carpintero de ribera en Calbuco, además de ingeniero naval.
Allí, los Almonacid formaron una de las más grandes agrupaciones, que tiene unas 15 personas trabajando en la fabricación de embarcaciones en un astillero donde hoy seis lanchones se encuentran en distintas fases de finalización. Y no solo eso: también trabajan en un plan de divulgación para crear conciencia y buscar formas de transmisión de este oficio. "Nosotros construimos embarcaciones sin planos. Solo con el conocimiento de las técnicas a mano, el uso de las herramientas y de los materiales, maderas como el ciprés, el mañío, el coihue. También el eucalipto viejo para algunas piezas", dice Hugo Almonacid.
Esa motivación surgida desde la Agrupación de Carpinteros de Ribera de las Aguas Azules está en línea con el plan de salvaguardia realizado por la U. Austral. "Esta oralidad se transmite entre los carpinteros y en los mismos astilleros. Todavía no existe una escuela externa que enseñe el oficio. Nuestro plan tiene distintas acciones para poner en valor la sabiduría", adelanta Marcela González Ríos.
Acciones de divulgación
Entre ellas aparecen encuentros entre carpinteros de ribera, documentación de consumos de madera, visitas guiadas a los astilleros, elaboración de cápsulas audiovisuales para divulgación y, sobre todo, gestión a nivel público en la protección del oficio.
"No todos estos cultores cuentan con permiso para trabajar en un borde costero. La mayoría también lo hace a cielo abierto. Existe mucha precariedad en los galpones. En el astillero Caracolito de Calbuco tienen que poner un techo de plástico cuando llueve", advierte Marcela González. "Pero los carpinteros de ribera son personas tremendamente ágiles, hábiles e inteligentes. Su conocimiento no solo es técnico, sino que también interpretativo: cómo enfrentan distintas situaciones, distintas embarcaciones para distintos usos. Una cosa es construir una embarcación y otra cosa es confiar en el carpintero de ribera. Para los antropólogos, este es un conocimiento altamente especializado", cierra.
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