Miércoles, 16 de Julio de 2025

Constantinopla cae otra vez

UruguayEl País, Uruguay 13 de julio de 2020


Ataturk transformó en museo para que no sea un punto de fricción entre musulmanes y cristianos


Ataturk transformó en museo para que no sea un punto de fricción entre musulmanes y cristianos.> > Con esta medida, el presidente de Turquía da un paso en el sentido del conflicto entre culturas religiosas que planteó la teoría de Samuel Huntington en el libro Choque de civilizaciones.> > En el siglo XV, el sultán Mehmet conquistó Constantinopla y convirtió Santa Sofía en templo islámico, hasta que la revolución laica de Mustafá Kemal, Atatürk, la transformó en espacio de encuentro, no de choque, entre religiones. Con esa acción secular, el padre de la Turquía moderna hizo honor al nombre del antiguo y monumental edificio, que no hace referencia a una santa llamada Sofía, sino a la versión latina de la palabra griega "sophos", que significa conocimiento, en el sentido de sabiduría.> > El templo que Justiniano l dedicó al Libro de la Sabiduría del Antiguo Testamento, ha vuelto a ser lo que fue durante 480 años: una mezquita. Recep Tayyip Erdogán se la entregó a Diyanet, el órgano religioso del Estado.> > No es el primer paso en su avance sobre los templos cristianos. El sultánico presidente turco ya había convertido en mezquitas muchas iglesias de los cristianismos ortodoxos griego y armenio, además de pasar a la órbita de Diyanet el Museo de Nicea, en la actual Iznik, volviendo un centro islámico de oración a la basílica donde tuvo lugar el concilio del siglo IV que promulgó el primer código de Derecho Canónico.> > Pero Santa Sofía tiene más visibilidad a nivel mundial. Su presencia en la dimensión cultural es tan notable como su formidable arquitectura en las postales de Estambul.> > Si Netanyahu estatizara el Domo de la Roca y convirtiera en Sinagoga la Mezquita de Al-Aqsa, sería considerado, y con razón, una afrenta inaceptable a los musulmanes. Si bien no es equiparable, lo que hizo Erdogán con Santa Sofía está en la misma dimensión.> > El partido del presidente turco se presentaba ante el mundo como el equivalente musulmán a la democracia cristiana en Europa. Abdullhá Gül, uno de los impulsores del AKP (Partido de la Justicia y el Desarrollo) que ocupó la presidencia en el primer tramo del post-ataturkismo, no se apartó de esa visión en la que la religión aporta valores que guían la política pero no impera sobre la sociedad ni se apropia del Estado clausurando la diversidad religiosa, cultural y política. Por eso empezó a ser desplazado del escenario político cuando Erdogán inició la construcción de un liderazgo hegemónico y personalista.> > Ese proceso se aceleró con el intento de golpe de Estado que Erdogán, tras aplastarlo, convirtió en su propia Toma de la Bastilla y en argumento para justificar la persecución de disidentes y la censura.> > La islamización de Santa Sofía es otro zarpazo a la diversidad en Turquía. Una muestra de populismo religioso para desviar la atención de la crisis económica que está causando la pandemia, agravando las tensiones con Europa y, en particular, con Grecia y con los grecochipriotas.> > Qué hacer, se preguntan las democracias europeas y sus aliados occidentales, también culturalmente cristianos. El alto representante de la UE en Política Exterior, Josep Borrell, dejó claro que no se puede actuar con la credulidad de Chamberlain hacia Hitler, pero tampoco como Juan de Austria, cuando en el siglo XVI condujo la flota de la "Liga Santa" que derrotó a la armada otomana en la batalla de Lepanto.>
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