Miedo hasta del miedo
Una tarde, no muy tarde, el francés Michel de Montaigne, después de ‘lepapié’, es decir, echar papa, y de apurar un vinito, dijo que "a lo que más miedo tengo es al miedo mismo"
Una tarde, no muy tarde, el francés Michel de Montaigne, después de ‘lepapié’, es decir, echar papa, y de apurar un vinito, dijo que "a lo que más miedo tengo es al miedo mismo". Pues, hoy el mundo anda con miedo hasta del miedo. Lo afirmo después de oírle decir a una muchacha de bonito tapabocas, mientras su perro trancaba una banca con la pierna: "Uy, marica, estoy cagada del miedo, pelada: 365 muertos en un día". Así se hablan hoy los muchachos. Pero son términos desprevenidos en un mundo raro, hasta en el idioma. Por ejemplo, yo no entendía cuando hablaban de webinar. Pensaba en algo de gallinas, que suelen huevoniar, pero webinar es una conferencia de las de hoy. Pero la chica del can me dejó pensando en que todos estamos cagados del susto ante ese virus letal que ya ha matado a 673.000 personas en el mundo. Y con miedo, claro. En nuestro país pasó ayer la cifra espantosa y redonda de los 10.000 muertos, después de llegar aquí el 6 de marzo. Qué tragedia. Y van más de 286.000 contagiados. Valor y consuelo a las familias de los que se llevó el virus maldito. El miedo es la sensación que domina a la humanidad, porque el covid-19 es muerte, ruina, pobreza, dolor, incertidumbre. La señora esquelética anda escogiendo al azar. Es tan dramática la situación que ya le tememos a nuestra propia familia. Nos da miedo que nos visiten. La tos asusta, el estornudo espanta. Hay miedo de perder el empleo. Aquellos con sobrepeso tienen miedo, los diabéticos, los hipertensos, los hiperpobres, los del trabajo informal. Todos. Los empresarios lo tienen porque deben cerrar muchas empresas. El miedo es natural. Seguramente el Presidente tiene miedo porque el país está en un momento muy difícil en salud, en lo económico, en justicia, en seguridad, en pobreza, en popularidad presidencial y en desempleo, que va en 19,8 por ciento. Qué miedo. Y en este país hay otros miedos. Los de siempre. Qué tal la vida de nuestros valientes líderes sociales. En lo que va de este año, ya han asesinado a 37. Es de miedo la vida de los reinsertados: según el partido Farc, la coronaviolencia ha matado a 220 excombatientes. Y es de miedo la vida de los defensores del medioambiente. O de miedo ambiente. En 2019 fueron asesinados 64, y según Global Witness ocupamos el primer lugar en el mundo en esta desgracia. Nuestro país del Sagrado Corazón y de la Virgen de Chiquinquirá, lo digo sin miedo, aunque me entutelen, sigue regado con sangre. A este gobierno lo han desbordado estos crímenes, cometidos por los que no se ponen a huevoniar, es decir, las economías ilegales: narcos y guerrilla. Al menos hay conciencia. Con motivo de del lanzamiento del Instituto de Liderazgo Público de la Universidad Nacional, el Centro Nacional de Consultoría hizo una encuesta que arroja que los colombianos dijeron, sin miedo, que el país debe fortalecer el liderazgo en posconflicto. Es urgente. Mano firme contra los violentos. A mí me da miedo el futuro de este país en el poscovid, en temas como salud mental, porque muchos no serán lo mismo; en seguridad, en empleo, que va a ser la gran tragedia nacional. Pero por ahora nos toca tener coraje y esperanza a pesar de todo. Seguir cuidándonos entre todos responsablemente. Y seguir agradeciendo al personal médico. Ellos han estado ahí, en el campo de batalla, y ya han dado su vida 33 médicos. Millones de gracias, y que Dios los cuide. A la dirigencia no le debe dar miedo unirse, plantear, concertar, para sacar adelante al país. Todos, los de la Virgen, los de Dios, los de Jehová, a ver si vencemos los males que nos rodean. Quizá sea oportuna la frase de Martin Luther King, Jr. "Un día, el miedo llamó a la puerta. El coraje salió a abrir y no encontró a nadie". luioch@eltiempo.com.co
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Luis Noé Ochoa