Martes, 20 de Mayo de 2025

Las siete vidas de Andrés Zaldívar

ChileEl Mercurio, Chile 8 de agosto de 2020

Recién recuperado del coronavirus, Andrés Zaldívar revela que hace dos años estuvo desahuciado. Hoy, desde la segunda línea, escribe sus memorias, cuenta entretelones de cuando la ex Presidenta Bachelet lo sacó del gabinete, dice que quedó estigmatizado por el caso Corpesca, explica el desprestigio de la política y propone a Cristián Warnken como candidato presidencial.

Andrés Zaldívar está en cuarentena desde el 16 de marzo. La ha cumplido rigurosamente, dice, pero aun así se contagió de coronavirus. Vive con su esposa, con quien ha estado casado por 61 años, además de tres familiares. Todos se contagiaron.
-Teníamos un estricto control e incluso se desinfectaban las cosas que llegaban, pero los bichos se meten y no piden permiso -dice en una habitación de su casa en Vitacura llena de libros y decenas de fotografías colgadas en la pared.
-¿Pensó que se podía morir?
-Lo mío fue con síntomas leves. Por quién sí estaba muy preocupado es por mi esposa, porque ella es oxígeno dependiente. Para ella era complicado, pero gracias a Dios la atacó al estómago y no tuvo nada en los pulmones.
-Tuvieron suerte.
-Sí, y ayer me hicieron un examen más que nada por curiosidad, y aparezco con una inmunidad muy alta.
-Usted es como el protagonista de Duro de matar .
-Le agradezco siempre a Dios, porque muchas veces me ha salvado la vida.
La primera, relata, fue en 1969 cuando era ministro de Hacienda de Eduardo Frei Montalva. Esa vez el avión Lan en el que regresaba desde Argentina se cayó.
-El copiloto se equivocó al anunciar el altímetro al piloto, y le dio la altura al revés. Era de noche, y cuando puso las luces se dio cuenta de que no tenía pista. Estábamos como a 10 kilómetros de Pudahuel y trató de aterrizar. Caímos en un fundo cerca de Lampa. Del avión quedó nada más que el tubo con las alas quebradas y a muy pocos metros de un bosque.
La segunda vez fue al año siguiente, en Chiloé, haciendo campaña para el Senado. Fue otro accidente aéreo: su avión se estrelló contra un montículo de tierra, se dio una vuelta en el aire y cayó de espaldas. Dice que el percance le ayudó a sacar muchos votos luego.
La última vez que tuvo la sensación de que iba a morir "de manera irremediable" fue hace dos años.
-Estuve desahuciado. Yo era presidente del Senado y me encontraron un cáncer de vejiga. Fue poco antes de la elección. Incluso tomé la decisión de no ir, pero tuve que hacerlo porque nos quedamos sin una candidatura. Personalmente fui muy discreto, traté de que no se diera ninguna noticia. Además, en la clínica viví un momento bastante complicado: casi no volví, porque sufrí un percance post operatorio terrible. Pero ya estoy bien, me erradicaron el cáncer completamente y hoy no tengo ninguna consecuencia.
Andrés Zaldívar, tiene 84 años y habla claro y rápido. Recuerda su historia y la del país con detalles. Da nombres y fechas con facilidad. Y sigue activo en política. Ayer tuvo reunión por Zoom con la Democracia Cristiana, su partido por más de 60 años, y hoy hizo lo mismo con la gente de su trabajo en el Senado.
-Mantengo mi ritmo y el contacto permanente con la política. Si bien estoy en una segunda línea, conservo mi relación con el partido y sus dirigentes, y también con otros dirigentes políticos.
Dice que también lee mucho y que en el último tiempo se ha ocupado de escribir sus memorias.
-No es una autobiografía, pero sí una reflexión de lo que ha sido mi experiencia en la vida pública, que espero publicar el próximo año -adelanta-. Estoy haciendo las grabaciones y las filmaciones de las entrevistas que me hace un periodista que trabaja conmigo.
Su experiencia no es poca: Zaldívar tiene gran parte de la política del siglo XX y XXI en el cuerpo. Comenzó en 1956, cuando tenía 20 años. Participó en la fundación de la DC y en el gobierno de Eduardo Frei Montalva.
-También me tocó ser el ministro que hizo la transición entre Frei y Allende. Ahí hay todo un proceso del que quiero dejar constancia de lo que fue y lo que vi, porque muchas veces se ha dado una versión diferente de la que tengo. Quiero dejar las cosas claras, incluso dando algunos nombres y antecedentes que pueden ser necesarios. Tengo, además, todo el periodo del Presidente Allende, cuál fue la participación que nos tocó, mi visión de cómo se produjeron los hechos.
En el libro también hablará del rol que le tocó jugar en la dictadura y del exilio, durante el cual se desempeñó como presidente de la Internacional Democracia Cristiana. Y finalizará con el plebiscito, la transición, su época de senador y su breve etapa como ministro de Michelle Bachelet.
-Uno seguramente no va a estar en el próximo tiempo, pero quiero dejar mi aproximación al tema. Además, hay cosas que quiero esclarecer.
-Pese a que lo intentó, nunca pudo ser Presidente. ¿Siente que ese es un capitulo de su libro que le hubiera gustado llenar?
-Por supuesto, me hubiera gustado haber sido Presidente en un momento dado, pero no se dio (...). Cuando se dio el momento de la primaria de 1997, sentí que no iba a ganar. Cumplí la tarea que el partido me encomendó, pero mi propia gente no estaba convencida en mi candidatura. Se hicieron encuestas en las que mucha gente que decía que votaba DC, en esta ocasión iba a votar por Ricardo Lagos. Eso lo conocía antes, entonces para mí no fue una sorpresa. Y ahí terminó. No insistí en eso. No se dio.
Andrés Zaldívar entró en la política impulsado por su familia. En su casa, dice, siempre estuvo metido en las conversaciones de sus papás.
-Todos nos sentábamos en la mesa y ahí se hablaba de política y del acontecer del país. A pesar de que mis padres no estaban en la línea de la dirigencia, mi madre era una persona bastante comprometida, sobre todo a nivel de la iglesia, a través del padre Hurtado, que en ese tiempo reclamaba reformas sociales profundas. Eso fue lo que me llamó y fui encontrando la vocación política.
Su padre fue un funcionario de ferrocarriles que jubiló anticipadamente por una enfermedad pulmonar. Tras eso se dedicó al corretaje de propiedades.
En su familia eran ocho hermanos.
-Tuve suerte, porque por mi porte nunca tuve que heredar la ropa de mis hermanos. Como yo era chico, no me quedaban bien las cosas de mis hermanos mayores.
-¿Alguna vez se acomplejó por su estatura?
-No, nunca. Yo creo que en ese tiempo la gente no se fijaba tanto en eso. Sí me pasaron cosas, como que nunca me pusieron pantalón largo-se ríe-. Llegué al metro 60 por ahí por quinto, sexto año de humanidades. En mi curso yo era el único de pantalones cortos. Creo que realmente me aproveché un poco de mi estatura, siempre hubo hacia mí un cierto aire de protección, porque además tenía mucha cara de niño; entonces, cuando eran los exámenes, los examinadores me miraban con más simpatía que a los otros que eran más grandes y gordos.
Durante su carrera política, agrega, tampoco se hizo problema por eso.
-Cuando estaba de presidente de la Internacional DC, uno de los vicepresidentes era Helmut Kohl, el canciller alemán. Él media casi dos metros y pesaba más de 100 kilos. Yo media 1,60 y pesaba 55. Y nos teníamos que juntar. Le pregunté a Amintore Fanfani, quien era el presidente del senado en ese tiempo en Italia y medía casi lo mismo que yo, cómo lo hacía. Me dijo: "No te preocupes, cuando estés con Helmut, pide sacarte la foto sentado". Y nunca más tuve problemas. Cada vez que nos juntábamos, hacíamos todo sentados.
-¿Con las mujeres tampoco fue una limitante?
-Al contrario. Mi esposa mide diez centímetros más que yo. Lo único es que ella se ha cuidado de no ponerse tacos altos. Incluso bailamos bastante bien.
Zaldívar se recibió de abogado a los 22 años y comenzó de inmediato a trabajar en el estudio de su hermano.
-Me casé muy joven, al principio no nos alcanzaba la plata, arrendábamos un departamento en la calle Merced, y al día 15 empezábamos a ir a comer y a almorzar a la casa de mis suegros para poder cerrar el mes. Pero como al año, me empezó a ir muy bien profesionalmente. Entonces dejé un poco la política activa, me construí mi casa y a los dos años tenía dos autos.
Fue ahí, dice, cuando Frei Montalva lo llamó.
-Me dijo que quería que trabajara con él en el comando y yo me comprometí a dejar la mitad del día para la campaña y la mitad para mi oficina. Cuando ganó el año 1964, me ofreció ser parte de su gobierno, no con un ministerio, sino que en La Moneda, en lo que hoy se llama el "segundo piso". Yo le expliqué que quería volver a mi profesión, porque tenía una familia recién formada y me estaba yendo bien. Entonces me dijo: "Bueno, véalo, yo tuve los mismos problemas que usted. Cuando empecé me ofrecieron ser gerente general del Banco Sudamericano. Mi otra opción era irme al norte a trabajar por el partido y ser director del diario de Tarapacá, y lo hablé con la Maruja, y la decisión que tomé por mi vocación política fue irme al norte". No me quedó otra cosa que decirle que sí. Era mi vocación. En esto he pasado mi vida.
-¿Qué le pasa ahora cuando ve que la política está tan desprestigiada?
-Creo que es un gran error y hoy está provocando un daño inmenso. Los políticos muchas veces cometemos errores y damos malos ejemplos. Eduardo Frei me dijo, cuando me nombró ministro: "Andrés, no se olvide nunca de que usted, cuando está en la función pública, está en una vitrina, y la gente lo está mirando". Más hoy. En ese tiempo, no había redes sociales, computador, ningún teléfono móvil donde te pudieran sacar una foto. Pero efectivamente, cuando uno está en el servicio público, tiene que cuidarse mucho, incluso en los gestos. Y creo que muchas veces los políticos no somos muy cuidadosos. Y cuando das malos ejemplos, produces un efecto negativo en todo.
"A mí me duele cuando veo hoy el desprestigio de la política y los políticos, un mundo del cual yo no me eximo. El otro día, cuando dijeron que yo tenía coronavirus, miré en Twitter que había gente que decía: 'Viejo de mierda, es mejor que te mueras'. Y yo ni los conocía".
-¿Hace algún mea culpa ?
-También tenemos la culpa, porque muchas veces el político hace ofertas fáciles o le miente a la gente. Y eso se da mucho hoy; y antes, también. Demagogia se le decía antes, hoy se le llama populismo. Mientras estuve en la política activa, a veces llegábamos como candidatos y uno caía en ese problema: "Mira, vamos a hacer la instalación de agua potable o vamos a terminar con este campamento", y muchas veces sabíamos que no se podía hacer. Eso está mal.
-¿Y por qué lo hacía?
-Nunca lo hice intencionalmente. El otro tema que tenemos los políticos, es que muchas veces a la gente hay que mirarla a los ojos, hay que comunicarse con ellas en el sentido de escucharlas, no solo oírlas. Eso sí lo practiqué. Muchas veces preferí decirle a la gente: "no se puede". Y les explicaba por qué, cuando era mucho más fácil para uno decirle: "No se preocupe, llámeme mañana".
-Usted fue acusado de corrupción porque no se inhabilitó en la votación de la Ley de Pesca, a pesar de tener acciones en una pesquera junto a algunos familiares.
-Creo que en ese caso no fui lo suficientemente claro para tratar de demostrar algo que la gente no me creyó. Cuando se produjo este tema de Corpesca, yo efectivamente dije: "Mi hermano es gerente general de Corpesca". Eso dije la primera vez.
-Ahí no se inhabilitó.
-Me inhabilité en el año 2000. Donde no me inhabilité fue cuando se presentó la ley durante el gobierno de Patricio Aylwin. Corpesca no la quería. Incluso Anacleto Angelini, que era el dueño, se peleó con Patricio Aylwin por la ley que mandó y que tramitaba. Yo voté de acuerdo con lo que el partido había establecido en ese proyecto de ley, que era una ley que buscaba regular la pesca.
-¿Por qué no se inhabilitó esa vez?
-Porque no correspondía, porque no tenía intereses.
-En esa época tenía el 1% y a su hermano como gerente de Corpesca.
-Es que yo no estaba legislando a favor de Corpesca.
-Pero la inhabilitación no tiene que ver con que se legisle a favor o en contra, sino cuando uno tiene intereses.
-Pero tienes que distinguir: te inhabilitas cuando quieres favorecer a alguien con el cual tienes relación de interés. No cuando quieres limitar sus derechos. La inhabilidad no corre. Si eres dueña de una empresa y votas a favor de aplicarle un impuesto a esa empresa, puedes perfectamente votar (...). El año 2000 se presentó la ley corta de pesca, donde me inhabilité, no porque me sintiera inhabilitado, sino porque no quería estar en la discusión que en ese momento planteó el senador Ávila. Además, porque Marcel Claude fue el que me acusó. No quería crear condiciones de una discusión innecesaria.
"¿Sabes cuál fue el error que cometí? Me querellé contra Claude. En la televisión me trató de ladrón y yo no me sentía un ladrón. No lo procesaron, a pesar de que se reconocía que los dichos eran injuriosos. Pero le di tribuna y no debí haberle dado tribuna (...) No creo haber cometido ningún error, ninguna cosa contraria a la ética o moral. Nunca traté de beneficiarme, no me he enriquecido con la política. He ganado más plata cuando he estado fuera de la política".
-Pero si ha estado toda su vida en la política.
-Yo gané más plata durante la dictadura, ejerciendo mi profesión, que en el tiempo de la democracia. Y he hecho inversiones razonables, tengo mi casa, otras viviendas, tengo mi patrimonio, que por supuesto es muy superior al de otros chilenos y chilenas de clase media, tengo recursos, pero no soy rico, no me considero rico. Pero sí privilegiado.
-No hay mea culpa , entonces.
-He cometido errores, es indiscutible. Y seguramente, a veces, fui muy apasionado, más cuando era más joven y era más llevado de mis ideas. Pero no creo haber cometido injusticias. He tratado de ser leal con los valores en los que creo. Nunca me he cambiado de partido. A lo mejor me puedes criticar que he sido poco ambicioso. En un momento pude haber sido candidato a la presidencia, sin embargo terminé apoyando a Patricio Aylwin. Pero por otro lado, también tengo un sentimiento de que no aceptaba ni acepté nunca que a un hermano mío lo trataran mal por ser gerente de una empresa del grupo Angelini, porque mi hermano era un hombre honrado, una persona capaz (...). Él nunca me pidió ni me presionó en nada.
"Un día estaba en el norte y me dijeron: 'Pero si usted es dueño de las pesqueras, ¿por qué no arregla este problema?'. Y me lo han dicho muchas veces en mi vida, porque se escuchó que yo tenía algo que ver con la pesca. Y no tengo ni un bote pesquero. Pero he quedado con el estigma de que tengo un interés en la pesca. Esta es una de las cosas que más me ha perseguido en política y en redes sociales".
-Cuando se habla de personas que se han eternizado en el poder, usted sale como ejemplo. ¿Cree que ha sido un error estar tanto tiempo en el Congreso?
-No creo que sea un error. En ninguna parte del mundo, salvo excepciones, a un político se le dice: "Usted va a estar cuatro años y se va para su casa", porque uno puede seguir prestando servicio público. Uno no solo aporta conocimiento, sino también experiencia. La vocación pública no es algo de lo que hay que avergonzarse, ni es un tema de una carrera, sino que es una acción de vida (...). La edad no es algo que sea algo que inhabilite.
-También es por las redes que se establecen tras varios períodos en un cargo. Puede ser caldo de cultivo para la corrupción.
-Hoy la gente joven cree que la no reelección es una cosa positiva. No creo que sea una norma infalible. El que piense que es así, bien, otros pensamos diferente (...). No creo que el hecho de estar mucho tiempo en el poder, por sí mismo, hoy sea una cosa que provoque la corrupción.
-Desde el retorno a la democracia, ¿cuál ha sido el episodio político más duro que le ha tocado enfrentar?
-El tema de la pesca me golpeó mucho. Y lo otro, fue el haber puesto término a mi período como ministro del Interior en el primer gobierno de la Presidenta Michelle Bachelet. Eso para mí fue muy duro, porque lo consideré injustificado.
Andrés Zaldívar fue ministro de Interior entre marzo y julio de 2006 y le tocó enfrentar la primera movilización estudiantil, conocida como el "movimiento pingüino".
-¿Usted supo por qué lo estaba sacando?
-La Presidenta tuvo un mal rato, porque fue a Chihuayante donde hubo un derrumbe y había muerto gente. Allá fue tratada con impertinencias, incluso los que estaban afectados, los deudos. Le dijeron que mejor se fuera, y a ella le dolió mucho esa situación.
-¿Y le alegó a usted?
-No, no me alegó a mí. Incluso le había dicho que quería ir primero yo a la zona de los temporales y que no fuera ella, pero tomó la decisión de ir primero. No fui responsable de eso. Creo sinceramente que cuando uno es ministro del Interior, tiene que tener mucha química con el Presidente, una relación de mucha confianza, de mucha capacidad, casi de entenderse con signos o una mirada. Y esa intimidad no se da muchas veces en quienes ocupan el cargo. Entonces, se producen situaciones de tensión.
"La presidenta Bachelet debió haber buscado a un ministro socialista, una persona de su propio entorno más cercano. En mi caso, tuve comunicación bastante fluida con ella, tomaba el teléfono y subía a verla. Belisario Velasco (su sucesor en el cargo) reclamó que ni siquiera la Presidenta recibía el llamado telefónico (...)
-Con Peñailillo, en el segundo gobierno, había más cercanía, pero pasó lo que pasó.
-Porque con esa intimidad creyó que tenía derecho a meterse en los zapatos de otros ministros. Eso ya es pasarse para el otro lado
Zaldívar cuenta que días después de salir del gabinete le mandó una carta a la Presidenta
-Le expresaba mis sentimientos, mi desagrado por lo que se había producido, y la falta de comunicación. Porque me provocó un daño muy grande, fue como que me descarrilaba, quedaba fuera del Gobierno, fuera del Parlamento. Es como un salto al vacío, lo que duró muy poco, porque empecé a ejercer mi profesión y cumplir rol político dentro del partido.
-¿Ella le respondió?
-No, nunca.
-Habiendo vivido lo que vivió, ¿qué le recomendaría a Gonzalo Blumel?
-Le diría que en política uno debe tener consciencia que todo es transitorio, y que cuando ejerces un cargo de ministro, uno sabe que depende de lo que decida el Presidente. Cuando eres parlamentario sabes que dependes de la elección ciudadana, y si pierdes tienes que rehacer tu vida. Yo he perdido dos veces y no por eso uno se puede echar a morir. Creo que Gonzalo Blumel es una persona de mucha capacidad (...) y tiene que reponerse. El que se tira al suelo cuando pasan cosas así, y cree que perdió todo o entra en desesperación, quiere decir que tiene poca vocación política. Le recomendaría calma y tranquilidad, porque en la vida política uno tiene debe tener cuero de elefante.
-Cree que se puede dar una buena relación entre Víctor Pérez y el Presidente Piñera.
-Cuando la Presidenta Bachelet nombró a Edmundo Pérez yo creí que iba a ser más complejo, porque él es de mucha personalidad. Sin embargo, Edmundo se entendió mejor que todos con ella. A lo mejor Víctor Pérez se entiende mucho mejor que todos con Sebastián Piñera, con el cual no tiene una relación humana de mucha profundidad.
-Antes su partido era importante, el más grande. Hoy no queda mucho de eso. ¿Cuándo cree usted que se jodió la DC?
-Esa es uno de los grandes problemas que tiene la DC ahora. En los 90, si hacías una encuesta había cinco o seis candidatos. Hoy no. Espero que se proyecten nuevas figuras. Hay gente joven, mujeres de gran capacidad. No te voy a decir que ahora tenemos claros nuestros candidatos presidenciales, pero hay que hacer algo para que haya y hay que proyectarlos, y mencionarlos. Y si hay cinco mejor, y que compitan, y que pierdan. Frei padre perdió dos o tres veces. Hay que ir a perder muchas veces.
-Si la próxima elección fuera entre Jadue y Lavín, ¿por quién votaría?
-Espero estar en el exilio, por no decir en el Parque del Recuerdo - se ríe-. No tengo nada personal contra ellos, pero no creo que sean las personas para ahora. Si tú me apuras un poco, ¿por qué no una persona como Cristián Warnken? Lo que se necesita hoy es alguien que tenga sentido común. En la República Checa, ¿a quién eligieron para la instalación del proceso de la República después de la caída del Muro de Berlín? A un escritor, a un intelectual. Puede ser él u otro. Hay que hacer un cambio tan profundo, que tiene que ser una persona que sea neutral a la convocatoria.
"El otro día, cuando dijeron que yo tenía coronavirus, miré en Twitter que había gente que decía: 'Viejo de mierda, es mejor que te mueras'. Y yo ni los conocía".
"Hoy la gente joven cree que la no reelección es una cosa positiva (...). No creo que el hecho de estar mucho tiempo en el poder, por sí mismo, hoy sea una cosa que provoque la corrupción".
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