El virus que vino a cenar

"El hombre que vino a cenar", un antiguo filme protagonizado por Monty Wooley, es una comedia que relata las molestias que provoca a una familia el entremetido en ella de un escritor que, invitado a cenar, sufre un accidente que lo obliga a permanecer en esa casa por algunas semanas. El invitado es lenguaraz, irónico y rezongón, al punto que la enfermera que lo cuida renuncia declarando que conocerlo la lleva a renunciar al servicio de la humanidad para trabajar en una fábrica de municiones.
Guardando distancias, para la mayor parte del mundo contemporáneo el virus del covid-19 ha sido un invitado que creímos venía a cenar, pero se apoderó de nosotros y alteró proyectos de gobiernos y pueblos, haciéndolos incurrir en gastos no programados; modificó prácticas de vida y de relaciones sociales, familiares y personales; incluso en la despedida final de seres queridos o en la conmemoración de festividades religiosas. Los equipos médicos, integrados por profesionales, técnicos y auxiliares, han debido cumplir desempeños que limitan con el heroísmo, expresado en aquellos que han dado su vida por salvar la de los demás.
En el filme recordado, cuando por fin se retira el insoportable invitado, la alegría desborda en los forzados anfitriones. Igual sentimiento se producirá en el mundo cuando ese virus no pueda colarse como lo ha hecho hasta ahora. Las esperadas vacunas debieran colaborar decididamente a ello.