Sin recursos y enfrentando miedos recurrentes, enfermeras llevan años recorriendo el Perú para inmunizar a miles cada año.
Por gladys Pereyra Periodista
La cadena de frío que en 1978 usaba la enfermera Jeannette Dávila para proteger las vacunas contra la polio, la difteria y el sarampión consistía en nieve del volcán Ubinas y una caja de tecnopor. Sin electricidad ni servicios básicos en el puesto de salud del distrito de Ubinas, en Moquegua, Jeannette, de 19 años, recién egresada de la escuela de enfermería Arzobispo Loayza de Lima, se las ingeniaba con lo único que sobraba en un pueblo a casi cuatro mil metros de altura.
?Estábamos al pie de un volcán. Poníamos la nieve en bolsas dentro de cajas térmicas y esa era nuestra refrigeradora?, recuerda. Lo que seguía era cabalgar varias horas para inmunizar a cuantos niños se pudiera.
La historia de Jeannette resume las dificultades que han debido superar generaciones de enfermeras para erradicar enfermedades que en el siglo XX causaban muerte y parálisis de miles de niños.
?Miedos de siempre?
Jeannette era enfermera, pero en Ubinas tuvo que ser todo. Junto a una compañera, se encargó de partos, atenciones médicas, control de malaria, de Chagas. ?Éramos las primeras enfermeras que llegamos al pueblo?, dice a El Comercio. Y esa novedad tuvo sus inconvenientes. ?Comprábamos nosotras las jeringas de vidrio y agujas que debíamos hervir para reutilizar?, dice. A la falta de insumos se sumó la reticencia de la población a vacunarse por miedo y desconocimiento.
Ese temor de la población también lo conoció la enfermera Carmen Rosa Guevara, quien en 1980 viajó a Huancapi, Ayacucho, para cumplir su Servicio Civil de Graduandos (Secigra), predecesor del Serums. ?Apenas nos veían, se corrían y trancaban la puerta. Creían que íbamos a esterilizar a sus hijas?, dice.
Para Carmen, la situación fue aún más delicada debido al avance de Sendero Luminoso. ?Por las noches, veíamos los cerros marcados con la hoz y el martillo y así teníamos que trabajar?, recuerda. La vacunación no podía detenerse. Con charlas en locales comunales, en colegios y en visitas casa por casa empezaron a ganar la confianza de la gente. La idea era que las vieran como parte de la población. ?Sí o sí teníamos que convencerlos de que las vacunas iban a salvar a sus hijos. Y eso hicimos?, cuenta.
?Ejército de vacunación?Diez años antes del COVID-19, otra pandemia puso a prueba el sistema sanitario: la gripe AH1N1 que causó más de 200 muertes en el Perú. Mariana Mendoza, exdirectora del Programa Nacional de Inmunización, estuvo a cargo de la campaña que movilizó a 20 mil enfermeras para vacunar en tres meses a tres millones de peruanos. Sin embargo, la experiencia más grande que recuerda fue contra el sarampión y la rubeola en el 2006. En 45 días se vacunó a 20 millones de personas. ?Muchas enfermeras dejaron a sus familias y se mudaron al centro de salud para cubrir a todos los niños y adultos. Se vacunaba hasta la medianoche?, dice. Una cruzada que está a punto de repetirse.
Testimonios
Jeannette Dávila
Equipo del MIMP