La ‘tributaria’ global
Mientras el país espera que el Gobierno Nacional radique el texto definitivo de su tercera reforma tributaria, los ministros de Hacienda del G20 discuten en Washington la implementación de unos nuevos impuestos a las empresas de alcance global
Mientras el país espera que el Gobierno Nacional radique el texto definitivo de su tercera reforma tributaria, los ministros de Hacienda del G20 discuten en Washington la implementación de unos nuevos impuestos a las empresas de alcance global. Si bien esta no es una discusión nueva -de hecho, la Ocde viene liderando una negociación multinacional-la entrante administración estadounidense de Joe Biden ha pisado el acelerador en la hoja de ruta para transformar la tributación de los negocios internacionales. Uno de los pilares de la negociación de la Ocde ha sido la adopción global de un impuesto mínimo de renta para las empresas multinacionales. Esta semana la secretaría del Tesoro de EE. UU., Janet Yellen, respaldó públicamente una propuesta de esa naturaleza. Para Yellen este nuevo tributo ayudaría a "asegurarse que la economía global prospere con base en un campo de juego más balanceado". La jefe de finanzas de la Casa Blanca se refiere a la estrategias de varios países, como por ejemplo Irlanda, de aplicar impuestos de renta corporativa bajos para atraer empresas multinacionales a sus territorios. Por ejemplo, de acuerdo a cifras de la Ocde, la tasa impositiva en Colombia, México o Francia es alrededor del 30 por ciento, mientras que en Chile es del 25 por ciento, en Reino Unido del 19 por ciento y en Irlanda del 12,5 por ciento. Por mucho tiempo las corporaciones globales han aprovechado estas diferencias entre los regímenes tributarios en los distintos países para legalmente pagar muchos menos impuestos. Como esta práctica ha sido notoriamente aplicada por multinacionales del sector tecnológico, la Ocde y la Unión Europea han venido debatiendo la creación de una tasa para "servicios digitales". Ya algunos países europeos como España han implementado este impuesto a las "tecnológicas". De hecho, esta semana, el Fondo Monetario Internacional, en sus sesiones de primavera en Washington, anunció incluso su apoyo a un tributo de carácter temporal llamado de "solidaridad" para aquellas empresas que hayan tenido ganancias extraordinarias en la pandemia y a altos salarios. El segundo pilar de la Ocde -junto al impuesto mínimo global de renta- es la definición de un acuerdo multilateral que obligue a las empresas multinacionales a pagar renta basadas en las ventas en cada país y no en la presencia física. Este modelo impactaría mayoritariamente a las empresas de servicios tecnológicos. Estas propuestas impositivas globales -mínimo de renta, servicios digitales, ‘solidaridad’ temporal, e incluso el del carbono para el cambio climático- está generando una especie de reforma ‘tributaria’ que cambiaría la cara de la tributación a los negocios y empresas multinacionales. A primera vista, la eventual adopción de estos impuestos -ya los ministros del G20 hablan de un eventual acuerdo para julio próximo- beneficiarían a países como Colombia con altas tasas de renta empresarial, ya que borrarían las ventajas de los otros países más generosos. Además, los argumentos que esgrimen las naciones más ricas del planeta para ambientar este debate son idénticos a los esbozados por el Gobierno Nacional para defender la reforma tributaria local: la pandemia disparó la inequidad y se necesita la contribución extraordinaria de empresas y personas. El interés de Biden para empujar la ‘tributaria’ global es doble: aumenta su impuesto de renta empresarial de 21 a 28 por ciento y consigue recursos para financiar su plan de infraestructura. Por ahora, la carrera por más impuestos no se limita a nuestro país.