Detrás del fallo de Leonel Moreira hay factores que lo hacen más grande, subrayado y negrita.
Primera: Sus altibajos. En una temporada que combina paradones con alguno que otro yerro, Moreira falló. Por más que abra los brazos como pidiendo falta en su contra, se equivocó. Falló esta vez un poco más que en Estados Unidos, donde un pequeño espacio al descubierto entre su desplante y el primer palo permitió que el balón pasará, diera en el vertical y se aliara con el irónico rebote contra su cuerpo. Digamos que la fortuna no fue su alíada en Estados Unidos. Esta vez, en cambio, nada lo indulta. La soltó, así de simple, sin que nadie lo empujara, cuando un puñetazo habría solucionado todo. Decidió mal.
Segunda: Sin la pelota. Esta Selección depende excesivamente de una defensa a prueba de sufrimiento y, por añadidura, de un guardameta en estado de gracia. Ese ejercicio de aguantar y aguantar, como corrobora el 68% de posesión canadiense, es un juego al filo del error. Se juega tentando a la desgracia propia y obligando a la perfección.
Tercera: La sombra de Navas. Si se tiene a Keylor Navas, lamentar su ausencia es inevitable (sea quien sea el suplente). Al guardameta del PSG se le atribuyen al menos cinco de los seis puntos ganados hasta ahora. Obviamente, no juega solo, pero Costa Rica habría perdido ante Jamaica (1 a 1), no habría vencido a El Salvador (2 a 1) ni sacado el empate en Honduras (0 a 0) sin sus paradas. Resulta inevitable la tentación de suponer que "con Navas no habríamos perdido", para desgracia de quien lo supla.
Cuarta: El lejano marco rival. Los errores de un guardameta, a veces encuentran perdón en los goles a favor, pero no hay forma de empatar si cada vez que se recupera la pelota, el marco rival queda allá a lo lejos, un kilómetro hacia el frente (de pronto recordé aquella fábula japonesa con un terreno de juego que parecía no tener fin, en el que poco a poco en el horizonte se veía la portería). Mirando hacia el frente, Joel Campbell hace lo que puede. Y lo que puede es, en el mejor de los casos, un regate, dos, quitarse un rival de encima, meter el cuerpo y provocar la falta. Aún así, la pelota si acaso habrá llegado a tres cuartos de terreno.
Quinta: Suárez fue comedido. A falta de conexiones, combinaciones, contraataques veloces... a falta de recursos para llevar la pelota al frente, tampoco apareció el atrevimiento de un técnico que se arriesgara presionando la salida del rival, con tal de recuperar un par de pelotas más cerca del arco contrario. Metidos atrás, por miedo a la velocidad canadiense, la mejor versión tica es en un doble candado en el medio, esta vez Yeltsin Tejeda y Orlando Galo, llenos de pundonor, marca, entrega, aguante, sacrificio, como la Sele en general.
Así, muchas veces se empata, pero en la mayoría se pierde, aguantando hasta que llega el error. No habrá goles a favor que hagan olvidarlo, solo un arquero que paga. Otra vez.