Viernes, 12 de Septiembre de 2025

Complejidades globales

ChileEl Mercurio, Chile 3 de enero de 2022

Irán se muestra reticente a ceder en sus aspiraciones nucleares, pero necesita que se levanten las sanciones internacionales que pesan sobre su economía.

En las negociaciones que se realizan en Viena, en el marco de la revitalización del acuerdo de 2015, llamado Plan de Acción Integral Conjunto (JCPOA, por su sigla en inglés), del cual Donald Trump se retiró en 2018, Teherán ha exigido que se le permita exportar libremente su petróleo. Occidente no está dispuesto a hacerlo mientras el régimen iraní no dé garantías de que cumplirá esta vez el acuerdo.
Desde que Trump se salió del JCPOA y endureció las sanciones para Teherán, los iraníes aceleraron el enriquecimiento de uranio y traspasaron el límite acordado en el texto. Ese límite aseguraba que Irán se demoraría al menos un año en enriquecer el uranio necesario para una bomba. En este momento, según estimaciones de expertos, está a uno o dos meses de conseguirlo, si bien necesitaría otros dos años para tener capacidad de fabricar un artefacto nuclear. Los iraníes insisten en que solo les interesa el uso civil de la energía atómica, pero ni Washington ni los europeos, y menos los israelíes, confían en esas promesas.
En esta octava ronda, Estados Unidos no participa directamente en las conversaciones, porque los iraníes vetaron su presencia tras el retiro de Trump, y lo hace a través de intermediarios europeos, complicando y demorando el diálogo que, según diplomáticos occidentales, debe concluirse "en semanas y no meses", a fines de enero o inicios de febrero. Los estadounidenses están convencidos de que las urgencias de Teherán lo obligarán a ceder en los aspectos más complejos. Y la prioridad puesta por los iraníes en el levantamiento de sanciones da cuenta de que, en realidad, la situación del país no les permitirá postergar una decisión que aliviaría la penurias de la población.
No es que Irán durante estos años de sanciones haya quedado totalmente aislado, pues China y otros países siguieron haciendo tratos, pero los bajos niveles de las exportaciones de petróleo han restringido significativamente su margen de maniobra. Se calcula que los 2,8 millones de barriles diarios (bpd) que exportaba en 2018 cayeron a 200.000 bpd actualmente, aunque otros estiman que en junio llegaban a 600 mil bpd. La inflación, el desempleo y la crisis energética, con cortes frecuentes de electricidad, son flagelos que enfrentan los iraníes, y Ebrahim Raisi, el representante de la línea dura que asumió como Presidente en agosto, necesita volver al mercado mundial para cumplir las promesas que hizo durante la campaña, a riesgo de que cundan el descontento y las protestas.
Las conversaciones se reanudarán después de un receso de fin de año, y mientras algunos diplomáticos están escépticos de lograr "revivir el cadáver" del acuerdo de 2015, otros creen que hay una estrecha "ventana para la resucitación". Es probable que, a pesar de lo que digan, todas las partes estén mejor dispuestas a un acuerdo, pero con los occidentales decididos a poner en práctica todas las medidas punitivas que el JCPOA les permite si Irán no cumple con restringir su programa nuclear.
Rebajar las tensiones en la crisis de UcraniaFue una buena conversación. A pesar de que Joe Biden fue enérgico, Vladimir Putin quedó "complacido". Los líderes de Rusia y EE.UU. hablaron durante una hora y, al parecer, lograron bajar las tensiones que ha provocado el despliegue de entre 70 mil y 90 mil tropas rusas cerca de la frontera con Ucrania.
Ucrania teme una invasión inminente. Por eso Biden reiteró la advertencia de que cualquier agresión podría ser respondida con una batería de sanciones políticas, militares y financieras. Que había dos caminos: la diplomacia o las sanciones. Putin contestó que esto sería un "error colosal", que traería la inmediata ruptura de relaciones con Estados Unidos y que los efectos durarían más allá de esta generación.
La situación en Ucrania había llegado a un punto álgido. A las tropas rusas en la frontera se agregan los ensayos que Rusia ha hecho este último tiempo de misiles hipersónicos, en preparación, aparentemente, para responder al eventual uso de misiles occidentales en la zona. El escalamiento militar incluyó también el envío de aviones de vigilancia norteamericanos a sobrevolar Ucrania.
Será difícil que Rusia retire pronto sus efectivos de la frontera mientras no le respondan a su petición de garantías escritas de seguridad. Moscú exige un compromiso de que la OTAN no se expandirá al este, y que no se desplieguen ciertas armas en las ex repúblicas soviéticas. Algunas de estas ya son miembros de la OTAN, y esa es la gran preocupación rusa.
Washington no acepta estas condiciones. Cualquier país que cumpla los requisitos puede ingresar a la alianza, aunque Ucrania no está en la lista de candidatos, por ahora. Tampoco está en los planes de la OTAN hacer ejercicios en Ucrania ni desplegar misiles que puedan llegar a Moscú en cinco minutos, como es el temor del Kremlin.
Es evidente que Putin busca reconocimiento y respeto de los países occidentales, y en especial de EE.UU. "Con mutuo respeto y consideración por los intereses nacionales de cada uno -dijo Putin-, se pueden resolver los problemas". No obstante, más allá de las palabras, son necesarias acciones concretas. La anexión de Crimea, en 2014, generó una brecha de confianza difícil de superar.
Con todo, la cumbre virtual produjo alivio y dio paso a expectativas y cierto optimismo de que las reuniones que se realizarán en enero -una, entre la secretaria de Estado adjunta y el vicecanciller ruso; otra, entre la OTAN y Rusia, y una tercera, de los países de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa- avancen en la solución de los problemas.
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