Cerámicas reinterpretan tradición prehispánica
La exhibición en Centro Montecarmelo reúne veinte piezas y una videoinstalación con el canto de las botellas silbadoras.
Inspirada en las ontologías alfareras andinas, la artista Francisca Gili -especializada en restauración y con un Magíster en Arqueología con mención en Antropología- presenta su exhibición "Cantarino", en el Centro Cultural Montecarmelo. Durante su residencia en Perú en 2017, aprendió con el maestro Alfredo Walter Najarro la técnica de las botellas silbadoras, lo que le permitió crear las piezas que forman parte de esta exhibición y cuyo canto se puede oír mediante una videoinstalación.
Según Carolina Arévalo, curadora de la muestra, se pretende revitalizar la experiencia estética en torno a estos objetos, que describe como "sentipensante, de sonido, textura y forma, en donde el aprendizaje sensorial y sinestésico nos acerca al pensamiento amerindio. Se proponen nuevas perspectivas para activar y converger diálogos entre la cultura local, el arte contemporáneo, la artesanía y su acervo cultural-territorial".
Las cerámicas incorporan silbatos y suenan soplándolas directamente o meciéndolas. "Esta es una tecnología hidráulica súper compleja y misteriosa, porque los sistemas están escondidos y solo hemos podido acceder a ellos por piezas que se han roto en los museos o radiografías. Su mundo interno tiene que ver con buscar que estas tengan agencia, es decir, vida", explica Gili, que además describe este sistema como "una suerte de magia para cautivar".
Para realizar esta exposición, la artista recurrió a José Pérez de Arce, doctor en Estudios Latinoamericanos y fundador del grupo musical de investigación precolombina La Chimuchina, del que ella forma parte. "Yo ayudé en la parte teórica porque he estudiado mucho las botellas silbatos como una especie organológica que se desarrolla principalmente en el Ecuador prehispánico. Esa información se la pasé a Francisca para que creara en base a estas invenciones", explica.
La semana pasada se realizó una sesión de escucha con una intervención en el río Mapocho y el 19 de febrero habrá un concierto para el encuentro de Alfarería Manos de Barro en Montecarmelo. "Estas piezas milenarias están resguardadas y es súper difícil acceder a ellas. Cuando se puede, solo se toca una pieza a la vez, entonces no había existido la posibilidad de tener varias juntas sonando al unísono, como ocurre ahora con Cantarino. Esa es una puerta que ha abierto este proyecto", concluye Gili.