Jorge Drexler: "Lo peor para un artista es transformarse en una estatua de sí mismo"
El uruguayo vuelve a tocar hoy en Santiago con un nuevo disco bajo el brazo. Un trabajo que le canta a distintos tipos de amor y que le presentó otra vez el desafío de reinventarse.
Solo alguien como Jorge Drexler (57), reconocido -entre otras cosas- por las referencias científicas habituales en sus letras, puede partir un disco con la frase "corría la Era del Mesoproterozoico". La línea corresponde a "El plan maestro", el tema introductorio de "Tinta y tiempo", el primer álbum en cinco años del cantautor uruguayo.
La canción, que cuenta con la participación de Rubén Blades, es una celebración de cómo la primera reproducción sexuada entre dos células, hace 1.600 millones de años, fue el paso inicial para un estallido de diversidad biológica que decantaría en el amor. La idea, que nació en una conversación entre Drexler y una prima astrofísica, fue además la semilla del flamante disco, un trabajo que habla principalmente de amor, pero como ya está visto, abordándolo desde distintas perspectivas.
"No creo que tengamos muchos temas sobre qué escribir, ya decía Borges que eran cuatro los temas básicos. Yo, particularmente, no tengo especial interés en escribir desde las temáticas, sino que prefiero revisitar temáticas desde distintos ángulos. El prisma es el mismo, lo que busco es una incidencia diferente de la luz", explica Drexler, también médico de profesión, a "El Mercurio".
La conversación con su prima, Alejandra Melfo, quien además escribió la décima que canta Blades en la canción, sirve como introducción al show que Drexler presentará hoy, mañana y el sábado en el Teatro Caupolicán, donde llega después de seis exitosas presentaciones en el Teatro Gran Rex de Buenos Aires. "Fue realmente muy emocionante. Cuando uno está tanto tiempo aislado como estuvimos todos, tiene un punto de fuga en la cabeza hacia el cual apunta como el final de túnel. Y mi luz al final del túnel fue este tipo de escenarios, que son todo lo opuesto de una pandemia aislada, fría e individual. El escenario del Caupolicán es lo contrario. Es el contacto grupal, el calor y la entrega fervorosa a la música", expresa en la antesala de sus conciertos.
Aunque las canciones del disco no solo se quedan en el festejo evolutivo biológico. Están el amor de pareja en "Cinturón blanco" y "Corazón impar", el amor de padre en "El día que estrenaste el mundo", el amor de hijo en "Duermevela", el amor erótico en "Tocarte", y el amor al oficio en "Amor al arte".
Para transmitir el mensaje de esos temas y del resto de los que componen el álbum, el músico se valió de dos herramientas que llaman la atención. La primera, la casi omnipresente participación de la Orquesta de la Comunidad de Madrid, que marca un contraste con el álbum anterior, "Salvavidas de hielo", donde el único instrumento utilizado fue la guitarra. "Me gusta moverme de manera pendular entre discos. Aquí vuelve el péndulo hacia el lado de la exuberancia", señala y agrega: "Es un acto de resistencia ante el minimalismo restrictivo de la pandemia, que nos encerró con muy pocos elementos, que eran los que teníamos a mano, nuestro instrumento de base y una computadora. Entonces tuve la necesidad de irme al polo opuesto".
También destaca el listado de colaboradores. Junto al ya mencionado Rubén Blades, aparecen el cantautor uruguayo Martín Buscaglia, la cantante pop israelí Noga Erez y la mayor estrella de la música urbana española, C. Tangana. Además, dos canciones están producidas por su hijo Pablo, quien este año comenzó a lanzar música bajo el seudónimo Pablopablo.
Drexler califica esta unión con músicos más jóvenes como "una estrategia para ponerse en riesgo". "Hay que estar abierto al mundo, no tener fobia a lo nuevo, al igual que tampoco hay que tenerle fobia a lo antiguo. Puedo leer maravillado las décimas autobiográficas de Violeta Parra y escuchar con curiosidad y admiración una letra nueva de C. Tangana o Bad Bunny, que me gusta mucho cómo escribe", asegura.
Empezar de cero
En las letras y conversaciones del músico abundan las intertextualidades con otros autores y los guiños. Uno de los más ingeniosos de "Tinta y tiempo" es "Cinturón blanco", donde el uruguayo hace referencia a la escuela de artes marciales donde se formó Bruce Lee. Ahí, los estudiantes solo podían aspirar a tres cinturones. El blanco para los principiantes, el negro para aquellos que habían logrado dominar todas las técnicas y, para quienes luego de ese paso lograban abstraerse de sus aprendizajes y ver cada situación con ojos nuevos, estaba destinado nuevamente el blanco.
Drexler usa la metáfora para referirse a cómo las parejas necesitan volver a reencantarse tras un largo tiempo juntos, aunque la imagen también puede ser usada para un compositor que se sienta a escribir un disco con 30 años de trayectoria al hombro. Para revelar su estrategia, cita a Calvino, que a su vez hacía referencia al mito griego de la gorgona, monstruo que dejaba petrificado a quien la mirara a los ojos.
"La gorgona es la consagración. Es decir, si tú miras al éxito a los ojos, si lo reconoces, si te sientes consagrado y piensas que has llegado a lo que estabas buscando, te transformas es una estatua de ti mismo. Dejas de estar vivo, de cambiar, de equivocarte. Lo peor que puede pasarle a un artista es transformarse en una estatua de sí mismo y lo mejor es que mantenga líquido su elemento creativo, estar dispuesto al cambio y tener las orejas abiertas", sostiene.