La isla
Comprende la construcción -entre otras cosas- de puentes kilométricos, viviendas, puerto, oficinas y comercios
Comprende la construcción -entre otras cosas- de puentes kilométricos, viviendas, puerto, oficinas y comercios. Los espectadores de la noticia apenas llegamos a ver de forma ilustrada la representación gráfica de una mini-ciudad inevitablemente cuasi-espacial y revolucionaria. Y, la alcaldía murguera se espantó ante algo que sacudiría a los basurales, la mediocre rutina y oscura tristeza de Montevideo.
En la capital está arraigada la idea del "no se puede" (salir de lo cotidiano) y sin prisa y sin pausa un "¡NO! " estruendoso ha desbordado los pasillos municipales. Argumento ineludible fue la inequidad social que se generaría. Infaltable. ¿A quién se le ocurre construir un Disney World urbano a los pies de la Muy Fiel y Reconquistadora, que se levantaría lúgrube detrás debido a la retirada de sus vecinos pudientes? Y lo otro -"sotto voce"- si en más de 30 años de gestión no se ha podido ordenar el tráfico ¿a quién se le ocurre complicar a la Intendencia con una inversión de 2.300 millones de "palos verdes"? Aspecto éste que merece aclaración. Quienes proponen el proyecto ponen la plata. No pasa como con Gas Sayago o el Antel Arena solemnes pérdidas del tesoro estatal hechas "con la nuestra", como suele decir la argentina Viviana Canosa sobre los "K" .> > El proyecto de la isla prevé un desarrollo de 10 años posteriores al del tiempo que pudiese llevar su aprobación. Haberlo recibido a nivel nacional y pasarlo a la Intendencia de Montevideo para conocer su aporte, no quiere decir que mañana empezarán a circular camiones con piedras para los puentes. Pequeña parte de la continuación del asunto es ir a sus fundamentos y explicaciones de viabilidad. El Montevideo Shopping, al que suma el World Trade Centre cuando se anunció parecía de otro planeta. En lo previo se hicieron estudios por los inversores -a los que accedimos entonces- que traducían con colores sobre planos las zonas de población que impulsarían su existencia. Una vez abierto, su inmediato y positivo éxito que sigue hasta hoy les dio razón.
Si lo ocurrido es etapa introductoria pasar a otra fase antes de ir al "¡NO! "pitcenetiano", permitiría ver de que se trata. El cómo de la financiación y las garantías; cuanta mano de obra llevaría la obra y cuántos puestos de trabajo fijo se crearían de futuro; si perjudica o no a fuentes de empleo existentes; a que mercado de interesados apunta un proyecto así; si se ha estudiado en atraer a instalarse a extranjeros o solo a compatriotas; que tipo de edificaciones se harían, que servicios tendría; y un largo etc. Y, si en el proceso de avance aparecen objeciones graves que ciertamente pueden haberlas, subsistirá una idea que puede inspirar realizaciones que hasta ahora duermen en la siesta capitalina. > > A muchos la idea les genera reflejos espontáneos: "¿Una isla artificial? ¡Tan grande! ¿En Montevideo?... estamos todos locos". Si se toman el trabajo de ir a internet podrían comprobar que algo así hicieron desde los incas precolombinos en lago Titicaca hasta el mundo moderno que exhibe infinidad de islas artificiales y terrenos ganados al mar para grandes urbanizaciones. Prueba de que la peor isla para muchos uruguayos está en la negatividad crónica.>