Contratiempos y libertad
Como piedrecillas en el zapato son los pequeños (y a veces no tan pequeños) contratiempos cotidianos
Como piedrecillas en el zapato son los pequeños (y a veces no tan pequeños) contratiempos cotidianos. Sin embargo, aunque no deseables, le dan un cierto sabor a la vida y le otorgan un grado de incertidumbre a la regularidad conformada por la rutina. Los quehaceres diarios se ven revestidos de impensados sucesos, en ocasiones minúsculos, en ocasiones más significativos, que alteran el cronograma del día y que obligan al individuo a ajustar lo que preveía para su jornada.
Las distintas peripecias ayudan, incluso, a comprender mejor la libertad humana, pues implican sobre la marcha cambiar lo resuelto para ese momento, y, por ende, exigen a su vez adaptar y adaptarse a las nuevas circunstancias. En consecuencia, la libertad del hombre no es solo una dirección hacia algo, sino también una respuesta a imprevistos y percances no considerados de antemano. Por consiguiente, algo a "rescatar" de los infortunios es que dan cuenta de un latente carácter sorpresivo que puede atravesarse siempre a mitad de camino. Si bien el ser humano prevé, al mismo tiempo conjetura acerca de que nada de lo ya fijado necesariamente ocurrirá como lo ha supuesto o lo ha pensado.
Vivir, por tanto, es abordar una contingencia en cierta medida bastante repentina, pero no por ello anuladora de la libertad. Pese a todo, esta última marcha y no deja de aventurar una próxima decisión.