El país desde la óptica del Informe Draghi
Víctor M
Víctor M. Muñoz R.
Europa, otrora sinónimo de potencia tecnológica e industrial, hoy carga con un lastre autorregulado que ralentiza su capacidad para competir en el escenario global. El Informe Draghi, titulado ‘El futuro de la competitividad europea’, advierte que el exceso de regulación, la fragmentación normativa y la lentitud institucional han convertido al continente en un actor secundario en la carrera por la innovación. América Latina, y Colombia en particular, debería observar con atención ese espejo retrovisor para no repetir el error de avanzar con el freno de mano puesto. Europa, con su tradición académica, talento humano y capital, debería estar liderando la revolución digital. Sin embargo, solo 4 de las 50 principales empresas tecnológicas del mundo son europeas. Mientras tanto, cientos de emprendedores cruzan el Atlántico para desarrollar sus ideas en Silicon Valley, no porque falte talento en casa, sino porque allá encuentran menos trabas y más libertad para innovar. La paradoja es evidente: el talento está, pero el entorno no acompaña. En lugar de facilitar, se obstaculiza. En lugar de proteger al consumidor sin asfixiar al creador, se legisla con miedo. Y así, mientras las grandes tecnológicas estadounidenses y chinas lanzan productos disruptivos, desde inteligencia artificial generativa hasta soluciones de biotecnología, Europa debate si regular la Inteligencia Artificial antes de entenderla. Colombia corre el riesgo de transitar ese mismo camino. La tentación de legislar cada nueva tendencia tecnológica con visión cortoplacista es alta. Ya se habla de replicar marcos regulatorios como el AI Act europeo, sin siquiera tener la infraestructura para soportar los estándares que impone. En un país donde el acceso a banda ancha apenas supera el 70 por ciento, imponer exigencias propias del primer mundo solo serviría para excluir a los innovadores locales. El Informe Draghi sugiere mecanismos como los sandboxes regulatorios, espacios controlados donde se puede experimentar sin temor a ser aniquilado por el formalismo legal. Esa podría ser una salida viable para países como Colombia: permitir la prueba, observar el impacto, y regular con criterio técnico, no ideológico. No se trata de eliminar la regulación, sino de aplicar la adecuada. No se trata de copiar el modelo americano ni el asiático, sino de evitar los errores de los modelos que han fracasado en otras regiones. Colombia puede aspirar a ser un polo de innovación, pero solo si decide construir un entorno donde el talento florezca sin miedo a quedar atrapado en un Excel normativo. Porque en esta carrera, no gana el que más leyes dicta, sino el que mejor innova. Necesitamos tener un ecosistema amigable a la innovación, talento capacitado, estabilidad jurídica y acceso a recursos de los inversionistas.
Emprendedor, investigador, analista.