Arturo Alessandri Besa: La fuerza del destino
Miembro de una de las familias más influyentes de la política chilena del siglo XX, el abogado supo asumir, en momentos cruciales para el país, las responsabilidades públicas que ello conllevaba, más allá de su vocación y deseos personales.
A los 98 años de edad falleció ayer Arturo Alessandri Besa, quien nació en Santiago el 31 de octubre de 1923 en el Palacio de la Moneda, cuando su abuelo Arturo Alessandri Palma ocupaba la primera magistratura del país y la sede de gobierno era también la residencia presidencial. Hijo del jurista Arturo Alessandri Rodríguez y Raquel Besa Montt, y sobrino del expresidente Jorge Alessandri, hizo sus estudios primarios y secundarios en el Grange School, ingresando posteriormente a la Escuela de Derecho de la Universidad de Chile, donde se tituló de abogado en 1949. A lo largo de su vida ejerció intensamente su profesión, especializándose en materias de propiedad industrial, y llegó a liderar el estudio jurídico que fundara su abuelo en 1893. Pese a su vocación por el mundo privado, el influjo de figuras como los presidentes Arturo Alessandri Palma, su abuelo, y Jorge Alessandri Rodríguez, su tío, gravitó decisivamente en definiciones que hubo de tomar y que marcarían su trayectoria vital.
Sentido de responsabilidad pública
Es así como, en los años 70, contrariado con el curso del gobierno de la Unidad Popular, Arturo Alessandri decidió involucrarse en la política activa. Postergando su exitoso ejercicio profesional, se postula a la Cámara de Diputados por la agrupación departamental de Antofagasta, Tocopilla, El Loa y Taltal, para el período 1973-1977. Fue electo con la primera mayoría e hizo una firme oposición al régimen de la Unidad Popular que encabezaba Salvador Allende, pero no completó su período debido al cierre del Congreso en septiembre de 1973. Durante el régimen militar no aceptó cargos públicos y volvió a su profesión de abogado.
Durante esos años fue consejero del Colegio de Abogados y vicepresidente de la Asociación Interamericana de la Propiedad Industrial (Asipi) entre 1976 y 1979. Integró la Federación Internacional de Consejeros en Propiedad Industrial, la Asociación Chilena de Propiedad Industrial y la United States Trademark Association. Consciente de la importancia del Asia-Pacífico para el crecimiento de Chile, aceptó en 1982 el ofrecimiento de desempeñarse como cónsul honorario de Singapur, que ya comenzaba a proyectarse como un ejemplo de desarrollo económico. Sirvió ese cargo honorífico hasta ser elegido senador y lo sucedió su hijo Arturo Alessandri Cohn.
Democracia de los acuerdos
Comprometido con la suerte de la transición del régimen militar a la democracia, aceptó volver al Congreso en la primera elección parlamentaria, siendo elegido senador por Antofagasta en 1989 e integrándose a la comisión de Relaciones Exteriores del Senado. Desde allí colaboró activamente en "la democracia de los acuerdos" que impulsaron sectores de la centroderecha durante la Presidencia de Patricio Aylwin, quien había sido ayudante de su padre en la universidad.
En 1993, en medio de un crispado clima entre los partidos de centroderecha, Renovación Nacional y la UDI, para obtener la nominación presidencial, se alzaron voces impulsando la campaña independiente del entonces senador como una carta capaz de concitar la unidad del sector, y así fue. Tras una épica recolección de firmas para poder inscribir esa candidatura, Alessandri aceptó encabezar esa campaña, "porque creí que podía aportar algo. Pero suponía que iba a ser imposible ganar la elección. El gobierno de Aylwin había sido bueno y la continuación era lógica. La gente no tenía interés en cambiar de línea. Creo que mi mayor logro fue conservar la representación parlamentaria de la centroderecha".
Mientras recorría el país, insistió con fuerza en que la suya era una candidatura independiente: "Fui un independiente que fue elegido senador por la UDI y Renovación Nacional. Fui en el espacio reservado a la UDI y me lo ofreció RN. No quiero estar ni en uno ni en otro partido. No soy un hombre de partido. Entré al Partido Nacional en 1972 porque había que ser miembro del partido para ser candidato. Pero nunca he participado activamente en algún partido. Soy reacio. Prefiero guardar mi independencia".
El apoyo de su núcleo familiar fue clave para sortear una difícil campaña en materia de recursos, pero que se enfocó en mantener unidos a los partidos de centroderecha. Finalmente, Alessandri -quien también recibió el respaldo de la Unión de Centro Centro y el Partido del Sur- fue derrotado por el senador Eduardo Frei Ruiz-Tagle. "Él es un caballero y habíamos sido colegas en el Senado. Nunca hubo ofensas entre nosotros". Alessandri obtuvo el 24,41% de los votos y Frei, el 57,98%, pero la lista parlamentaria que lideró consiguió mantener una importante representación.
Como parlamentario participó activamente en la discusión y promulgación de la Ley de Propiedad Industrial, que comenzó a regir en 1991. Presentó también, en 1994, un proyecto de ley sobre protección de variedades de plantas, que más tarde se transformó en la Ley N° 19.039. Su paso por el Congreso lo recordaba de manera grata: "Ese Senado al que yo pertenecí fue un Senado que trabajó mucho, en forma muy eficiente, y yo creo que debemos de haber aprobado el 95% de las iniciativas del gobierno. Así es que fue un Senado cooperador con el gobierno y yo creo que en forma muy responsable y muy eficiente".
Tras terminar su período senatorial, retornó a su trabajo como abogado en su estudio jurídico, Alessandri y Compañía, en el que ya participaban su hijo Arturo y su yerno Rodrigo Velasco, y al que paulatinamente se incorporaba una nueva generación.
Pese a no desempeñar cargos durante el régimen militar, fue un ardoroso defensor de ese gobierno y del presidente Pinochet. Sin desconocer las violaciones a los derechos humanos cometidas en ese período, siempre sostuvo la responsabilidad individual de quienes las perpetraron y rechazó la atribución de responsabilidades a una política gubernamental.
Su verdadera pasión: la ópera
"Una de las grandes aficiones de mi vida ha sido la música -especialmente la ópera-, que siempre ha estado presente, aun en los momentos más difíciles", señala en sus memorias del año 2013, tituladas "La fuerza del destino", en referencia a una obra de Verdi. Junto a su intensa pasión musical, Arturo Alessandri siempre procuró dotar al país del mejor nivel artístico posible y dedicó ingentes esfuerzos a la difusión de la cultura musical. Ese compromiso vital lo llevó a sostener una ardua defensa del Teatro Municipal de Santiago, cuando en 1994 la Cuarta Comisión de Presupuestos del Senado rechazó la asignación a la entidad, condenándola a una grave crisis económica: "Yo creo que se está cometiendo un atentado a la cultura y espero que se recapacite. Creo que se debe a una falta de información de la realidad del teatro y de su alcance mundial. Pretender que la Municipalidad de Santiago se haga cargo del financiamiento es un absurdo. Esto, porque el teatro le da servicio a todo Chile". Por razones familiares, mantuvo una amistad con el gran compositor y director de orquesta norteamericano Leonard Bernstein, casado con su cuñada Felicia Cohn. Pese a su afición por la ópera, género artístico marcado por la tragedia y el drama, Arturo Alessandri poseía un reconocido sentido del humor, y rebosaba optimismo y alegría, lo que siempre atribuyó a su herencia materna por parte de doña Raquel Besa.
Tuvo como compañera inseparable a su mujer, Nancy Cohn Montealegre, fallecida en 2016, tras más de 67 años de matrimonio. Con ella formó una extensa familia muy unida, que conformaban sus cuatro hijos: Arturo, Patricia, Magdalena y Francisca, 19 nietos y 41 bisnietos, con quienes compartía cotidianamente.