Puede parecer algo trivial y sin mucha importancia. No obstante, facilita significativamente nuestra actividades diarias, hasta la forma de expresarnos.
Por tomás unger
En diciembre de 1998, una sonda espacial de 338 kilos fue lanzada por la NASA. Era el Mars Climate Orbiter, que salió rumbo a Marte para estudiar su atmósfera. Pero en setiembre de 1999 se perdió toda comunicación y el orbitador se desintegró al llegar a su destino. Tras meses de investigación se descubrió que la pérdida se debió a que en el software habían confundido medidas inglesas con métricas: libras por pie en lugar de kilos por metro. Sorprendentemente, no se trata del único caso en que medidas antiguas malogran operaciones.
Doscientos veinte años después de ser propuesto, y 143 años de ser aceptado internacionalmente, el sistema métrico aún no es aceptado en todo el mundo. Tres países no lo tienen como sistema oficial: Liberia, Myanmar (anteriormente Birmania) y EE.UU. Aun así, todas sus entidades científicas y la gran mayoría de las empresas de comercio exterior lo usan. Sin embargo, todavía ocurren errores como el del Mars Orbiter que cuestan cientos de millones.
?Una idea revolucionaría?
La implantación del sistema métrico tomó más de 100 años. Fue propuesto por primera vez durante la Revolución Francesa. En 1793, el calendario revolucionario consistía en días de 10 horas con 100 minutos y por horas con 100 segundos por minuto. Obviamente, la decimalización del tiempo no prosperó. También fue propuesta la decimalización de las medidas de longitud, volumen y peso. La de longitud, bautizada metro, debía basarse en una manifestación natural, y optaron por una diezmillonésima de la distancia entre el Polo Norte y el Ecuador.
Para medir la distancia exacta fueron enviados astrónomos franceses, uno a Dunkerque y dos a Barcelona, ciudades a nivel del mar. Su trabajo era medir por triangulación el largo del meridiano que pasa por París desde el Polo Norte hasta Ecuador. Esta operación, que debió durar dos años, duró siete. Aun así, es admirable que lo lograran dado el caos de esos años.
?El metro?
Determinado el metro, se instalaron líneas grabadas en mármol en 200 lugares de París. Todavía quedan algunas, como la que vi en la Rue Bonaparte. Después de la Revolución, Napoleón trató de implantar dicho sistema en toda Francia, que tenía más de 200 mil diversos de estos. Pero en 1812 abandonó aquel proyecto, aunque se siguió enseñando en los colegios.
El sistema métrico volvió a ser implantado por Luis Felipe I. Para comparar productos industriales y resultados científicos se necesitaban medidas comunes, como el metro y el kilogramo. En 1889, en la Feria Mundial de París, se hizo saber que la estructura más grande del mundo era la Torre Eiffel y que medía 324 metros. La medida dio la vuelta al mundo haciendo conocer el metro.
El sistema métrico adquirió estatus internacional en mayo de 1875, cuando 17 países firmaron en París el Tratado del Metro, que se convirtió en la Oficina Internacional de Pesos y Medidas (BIPM). El tiempo también se estandarizó, pasando de la longitud de un péndulo, con un período de un segundo, a ser 1/86.400 de un día de 24 horas y de 60 minutos, cada uno de 60 segundos.
?El sistema métrico?
El metro sirvió como base para el kilo (un metro cúbico de agua). El amperio y el kelvin, para la temperatura absoluta de -273,16 °C. El mol, como número de átomos en 12 gramos de carbono 12. Y la candela como unidad de intensidad luminosa.
El kilo es un cilindro de platino-iridio en París. Ahora están por definirlo en términos de física. Por el momento están tratando de hacerlo en función a una medida cuántico-mecánica llamada la constante de Planck. Esperan haberlo completado y tener los resultados en noviembre de este año. Según el director del BIPM, es el experimento más difícil después del descubrimiento el bosón de Higgs.
?¿Cómo sería??
Es difícil exagerar la importancia del sistema métrico. Aparte de ser fácil de operar por usar el sistema decimal, su principal mérito es el de ser universalmente conocido. Es difícil imaginar cómo sería el mundo si para medir tuviéramos que emplear en cada país otro factor de conversión, como sucede hoy con la moneda.
Aun tratándose de una sola cifra, convertible con una calculadora manual en la moneda que nos es más familiar, dificulta enormemente mucho algunas transacciones. Sería muy incómodo sacar una calculadora al ver el menú del restaurante con invitados. Es difícil imaginar una feria internacional donde cada país exhibe sus productos con especificaciones en otro sistema de medidas.
No solo se trata de especificaciones y precios. Muchos conceptos los tenemos grabados en función a medidas universales. Cada vez que subimos a un automóvil en Inglaterra o EE.UU., cuando vemos 60 o 90 en el velocímetro nos parece que estamos yendo demasiado rápido o los demás demasiado despacio. Estamos yendo 1,6 veces más rápido de lo que creemos, hasta que nos acordamos que son millas Y no kilómetros.
A diferencia del velocímetro, que sé por cuánto multiplicar, en el restaurante nunca sabré cuánto pesa un T-bone steak de 10 onzas. Una de las bases del comercio internacional es la estandarización, y no solo de medidas, sino de objetos, tipos de transporte, etc., ya que están dadas en medidas aceptadas internacionalmente. No habría globalización sin un sistema de medidas común.
Por último, hoy las medidas forman parte de todo idioma. Las usamos para expresar sentimientos, narrar fantasías, poner énfasis, entre otras cosas. Y pensar que todo comenzó por la obsesión revolucionaria de los republicanos franceses de abolir todos los sistemas existentes. Aunque no vivieron para verlo, fue un éxito.