Domingo, 05 de Mayo de 2024

Raúl Coloma, un arquero contra el tiempo y las pandemias

ChileEl Mercurio, Chile 10 de agosto de 2020

Con 92 años, el exportero repasa sus memorias. Persistente como pocos, llegó a la selección jugando en un equipo chico. En la década del 50 se contagió con el brote de influenza, pero aguantó estoico. Atajó hasta los 47 años y hoy no se amilana ante la nostalgia.

Nada fue fácil en la vida de Raúl Coloma Rivas. Perdió a su madre a los cinco años y a los 19 su papá lo echó de la casa. "Hubo problemas con mi madrastra y me fui con lo puesto", dice el portero cuya historia arrancó el 9 de julio de 1928.
"Yo siempre digo que nací en el gobierno de Carlos Ibáñez del Campo, me quedan mirando, creen que soy del 52, pero se olvidan que este señor tuvo un primer período del 27 al 31", matiza con una anécdota, algo que repetirá durante la charla.
Coloma vive las incomodidades colaterales del confinamiento. "Llevo cuatro meses encerrado y al no poder salir a caminar me molesta la cadera, seguro que por las voladas. Pero soy disciplinado, si hay que usar máscara, lo hago; tampoco me resfrío. Vivo solo, estoy acostumbrado, quedé viudo hace cuatro años, fue duro eso, pero uno lo va superando. Hago mis cosas: lavo, bueno, lo hace la lavadora, je; leo harto, tengo mi memoria buena y eso es importante (...) Yo ya pasé por la influenza en el 55, esa vez nos dio a cuatro compañeros en Ferro (Bádminton), pero no fue grave, el jugador de fútbol tiene buena salud, no es tan ñecla".
El idilio de Coloma con el arco empezó en el barrio Pila, en Estación Central, aunque su padre, Ernesto, siempre quiso que fuese goleador. Deslumbrado con el embrujo de Sergio Livingstone, optó de niño por la posición. "A los 11 años vi jugar al 'Sapo' y quedé maravillado, me enamoré de su estilo, pero no lo imitaba, porque los imitadores en el fútbol no resultan. Lo iba a ver al estadio de Carabineros. Como yo jugaba básquet tenía algunas condiciones, era seleccionado en la escuela Abelardo Núñez. Jugué en el barrio también, siempre con tipos más grandes, eran tiempos en que había un chuico de vino a la orilla de la cancha, pero yo, nada, prefería la Orange Crush, esa de la botella café. Me integré a la tercera infantil de Unión Española en el 43 y ahí conocí a Atanasio Pardo, el suegro de Claudio Bravo. Un dirigente nos llevó a un grupo de niños y les dijo 'estos serán cracks' , Pardo nos saludó y me tocó la cabeza, eso nunca se me olvidó".
En Santa Laura, recinto al que se arrimaba en el carro 36 ("llegaba justo hasta la Plaza Chacabuco"), la titularidad fue siempre esquiva para Coloma. "Yo era reserva del 'Nano' Fernández, hasta que me aburrí, porque tampoco me pagaban. En el 49 se fusionaron Ferroviarios y Bádminton (Ferrobádminton) y me fui a probar suerte allá. Éramos siete arqueros al principio hasta que me quedé con el puesto. Pero el sueldo lo ganaba trabajando como administrativo en las oficinas de Ferrocarriles en Mapocho".
-¿Qué tipo de arquero era usted, don Raúl?
"Es difícil hablar de uno, concuerdo con lo que hace (Johnny) Herrera, pero no tan bocón. Yo tenía buen físico, saltaba bien, tenía reacción, ubicación y seguridad de manos".
-¿Atajaba con guantes?
"Al principio no, porque los guantes los trajo (Lev) Yashin, cuando venía con el Dínamo, el 57 o 58. Yo los llevé al Sudamericano del 59 en Buenos Aires y los fotógrafos se volvieron locos (N. de la R: en las imágenes del torneo Coloma sale a mano descubierta). Los primeros en Chile eran de cuero y les agregaron esa goma con poros, como las paletas de ping-pong. Me los fabricaron en la tienda Sederap, servían con la pelota mojada, porque si estaba seca, igual se resbalaba".
-Juego con el pie, ¿poco y nada?
"El que lo hacía era el argentino Amadeo Carrizo, era revolucionario, sacaba largo y la ponía donde quería, pero también se sobraba, así le pasó en esa final que perdieron con Peñarol cuando baja la pelota con el pecho (1966 en Ñuñoa)".
Merced a su regularidad, Luis Tirado se la jugó por Coloma en la selección, como escolta de Misael Escuti en 1955. Se mantuvo en la órbita de la Roja, como segundo o tercer arquero. El destino lo puso bajo los tres palos el día que Chile le ganó por primera vez en la historia a Argentina (4-2), jornada que coincidió con la despedida del "Sapo" Livingstone (18 de noviembre de 1959).
"Estar ahí fue un sueño, él jugó como 30 segundos, con mi camiseta amarilla, mientras yo calentaba, fui a la mitad de la cancha, hicimos el cambio y me pasó la camiseta. Se le cantó la canción del adiós y él lloraba. ¿Sabe? El 'Sapo' ni me hablaba, los jugadores de Católica siempre fueron así, salvo el 'Pichanga' Arriagada. Yo hice un partido solo regular, pero la gente prendió antorchas por ese triunfo", cuenta Coloma.
El exportero habla de los cracks de la época. "Jorge Robledo viene a Chile el 53 y debuta ante Ferro, me hizo dos goles, uno con 'bicicleta' y el otro con un balazo de cabeza, era distinto. No se hablaba con (Manuel) Muñoz y yo los molestaba, el gringo me decía yes , yes , yes . En Colo Colo siempre hubo grupos, el 51 lo reforcé en un cuadrangular y me di cuenta de eso. René Meléndez era extraordinario, pero algo lento. El 'Cua-Cua' Hormazábal era otra cosa, típico de barrio, vivaz, pillo, ocupaba bien el cuerpo, dos perfiles, pero era indisciplinado. Sucedía con varios, muchos se perdieron, como 'Chocolito' Ramírez, Mario Lorca. Siempre les digo a los lolos, 'esto es sin alcohol, ni cigarro, ni bohemia'".
De selección
Su debut en la Roja, con 30 años, fue espoleado por Fernando Riera en el Sudamericano de 1959 en Buenos Aires. Recibió media docena de goles en el estreno ante el local y después padeció a Pelé. "Era extraordinario, completo, saltando me sacaba dos cuartas de ventaja y yo con las manos arriba. Era caballero además, me hizo dos goles, fue a buscar la pelota dentro del arco y me dice 'no tener culpa arquero', mientras los argentinos como Manfredini y Pizzuti se burlaban después de anotarte".
Luego, se embarcó en la primera gira europea con la selección del "Tata". "Debutamos con Francia en París, tenían a Kopa y Fontaine, nos golearon 6-0, pero jugué bien (fue la figura según las crónicas). Me tocó jugar con Alemania, Suiza y con Irlanda en Dublín, donde había lluvia y neblina. No me olvido de que en el camarín había una estufa a leña. La crítica fue dura con Riera y tras la gira salieron algunos jugadores, no volví, además yo tenía la contra de Luis Álamos, él defendía a los jugadores del Ballet".
Del periplo europeo conserva una foto junto a la actriz Sarita Montiel en Madrid.
Coloma, que utilizó toda su vida un fino y cuidado bigote, estiró su carrera hasta los 47 años en Ferroviarios, en Segunda División. "El mejor técnico fue Riera, pero en el Ascenso había otros buenos también: Sergio Cruzat, Raúl Pino y Julio Varela", enumera. Se dio el lujo de compartir arco con su hermano Julio en Ferro y enfrentar a su hijo Luis. "Él era suplente de Adán Godoy en Santiago Morning, nos topamos en un partido y fue lindo; en mi familia somos ocho arqueros en total, contando a una nieta sobrina que juega", reseña.
Cuenta que fue cuatro veces tapa de la Revista Estadio, redacción en la cual vio, dice, a un mocoso llamado Edgardo Marín. "Como de cinco años, ya tecleaba las máquinas, lo tenían apadrinado". Revela que le atajó dos penales a Leonel Sánchez, pero con Robledo nunca pudo. "Es que tenía mañas inglesas, me costaba descifrarlo".
"Debo ser el arquero más viejo que va quedando", reflexiona al teléfono. Ocho nietos, siete bisnietos y pocos amigos, recalca. "Pero lo importante", insiste, "es que conservo una buena memoria".
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