Jueves, 30 de Marzo de 2023

Vía crucis cocalero

ColombiaEl Tiempo, Colombia 19 de marzo de 2023

En los últimos 8 días hubo renuncia masiva voluntaria de 98 oficiales y suboficiales de la Fuerza Pública

En los últimos 8 días hubo renuncia masiva voluntaria de 98 oficiales y suboficiales de la Fuerza Pública. Las causas van desde desmoralización, falta de asistencia judicial, insatisfacción salarial, hasta indignación y miedo ante hechos como el secuestro, eufemísticamente llamado "cerco humanitario", del cual fueron víctimas 78 del Esmad (hoy forzado a actuar como grupo de boy scouts). Mientras tanto, les "mamaron gallo" con la ayuda que vendría de sus compañeros. Después supimos que la habían prohibido el Presidente y su ministro de Defensa. Existe confusión absoluta sobre cómo actuar ante el proyecto de paz total, que paraliza las acciones ofensivas. En palabras de uno de sus miembros: "Estamos desamparados. Están amarrando a la Fuerza Pública y entregándola". Tampoco son claras las leyes de sometimiento y de humanización de cárceles. Desde las "ías" hasta el exvicepresidente Vargas Lleras han hecho sonar las alarmas. Para este último, vamos hacia un "descomunal proceso de impunidad". Y mientras acariciamos a los narcos con promesas de grandes beneficios judiciales, tan oscura resulta la estrategia del Gobierno para enfrentar los cultivos ilícitos. De manera bastante populista, Petro anuncia que no perseguirá al pequeño cultivador (cuando desde 2010 no hay capturas de campesinos sembradores), pero sí les compran la coca que erradican voluntariamente. Petro quiere dejar atrás el enfoque prohibicionista como paradigma dominante de esta lucha, que en EE. UU. se mantuvo durante 13 años contra el alcohol y que en el resto del mundo llevamos más de medio siglo librando contra el narcotráfico. Sigue siendo muy claro que una negociación multilateral global para legalizar, o como algunos lo llaman ambiguamente, para "regularizar" el cultivo, comercio y consumo de coca, es hoy un imposible. La UNODC (Oficina de la ONU contra la Droga y el Delito) nos contó la semana pasada que la siembra de coca llegó a 300.000 hectáreas plantadas entre Colombia, Bolivia y Perú; obviamente, nosotros a la delantera, exportando el 90 por ciento de la coca que entra a EE. UU. Con el agravante de que en enero no se erradicó una sola hectárea de coca, ni en pequeñas ni grandes extensiones. Según Brian Nichols, secretario del Departamento de Estado, Petro "quiere revaluar políticas antinarcóticos anteriores e implantar solo erradicación manual, que no está funcionando". Puede hasta que nos vuelvan a descertificar, lo que no ocurría desde el gobierno Samper; se afectarían el tema reputacional de Colombia, aspectos comerciales y hasta muy seguramente se reduciría la ayuda de EE. UU. en la lucha contra el narcotráfico. Nada de lo anterior, creo, le preocupa mucho a Petro. Es incluso factible que él quiera forzar el inicio de una gradual legalización del cultivo de coca, pero por la puerta de atrás. Muy improvisadamente, un día de estos, le dio por anunciar que permitiría al pequeño campesino sembrar coca hasta que encontrara buenamente cultivos más atractivos. Pero podría haber aparecido una lucecita en el horizonte, que el Gobierno debería aprovechar. En algunas zonas del país está resultando más atractivo sembrar café que coca, como en municipios de Nariño, Huila y Putumayo. El campesino se está llenando de hoja de coca sin comprador. ¿Dónde está la explicación? Porque es claro que hay mejoras en la tecnología que transforma coca en cocaína. Hay más cultivos y más consumo. No se está erradicando. Hay mayor avidez de criminales extranjeros que incentivan la producción en Colombia. Pues resulta que el valor de la coca sí ha caído, mientras se han doblado sus insumos. Además, hay gran stock internacional de cocaína. Influyen también los enfrentamientos violentos por el control entre grupos ilegales que generan gran inestabilidad. Ante semejante escenario, hoy, en lugares como El Tambo, la arroba de café puede valer 4 veces más que la de coca. ¿No era esta la gran oportunidad de sustitución de cultivos que esperábamos? Pues no parece. No se ve acción gubernamental en ese frente. Nos estamos limitando a no erradicar mientras la criminalidad aumenta, las capturas bajan y el consumo sigue para arriba. Mientras tanto, la denuncia sobre no estar erradicando ni una hectárea no le hace mella al ministro de Defensa, para quien "el número de hectáreas erradicadas no debe ser el indicador del éxito de la política antidrogas". ¿Entonces cuál, nos preguntamos, sería un buen indicador para él, si no son las plantas sembradas, incluyendo las que se resiembran? Cada vez es más claro que Iván Velásquez, cabeza del Ministerio de Defensa, no tiene idea de qué hace en este cargo. Ni nosotros entendemos tampoco por qué está allá. Entre tanto… Bajo este Gobierno escasea la mantequilla en los supermercados. Por fortuna, la mermelada abunda.
¿Aparece una lucecita?
María Isabel Rueda