Viernes, 26 de Abril de 2024

La narrativa de Lula

UruguayEl Pais, Uruguay 6 de junio de 2023

La derecha liberal y la socialdemocracia pueden hallar más puntos en común que desavenencias.

El retorno al poder no le ha sentado bien a Lula da Silva. El presidente brasileño tenía la oportunidad de aprender de sus errores pasados y, desde la defensa del modelo socialdemócrata, alejarse de los populismos que en sus extremos a la izquierda y la derecha hacen tanto daño. Sin embargo, parece más empeñado que nunca en blanquear gobiernos que ignoran los principios básicos de la democracia.



Además de erigirse como defensor de Vladimir Putin en el conflicto con Ucrania, en su propia región le tiende un puente de plata a Nicolás Maduro como si este fuera un jefe de estado merecedor de los más altos honores.



Es evidente que Lula pretende ser actor principal en distintos escenarios y apuntarse tantos como "mediador" en situaciones espinosas. Con la intención de que Brasil vuelva a ser una potencia de peso, ha querido impulsar nuevamente la moribunda Unasur como anfitrión de una cumbre que ha reunido a doce dirigentes de Sudamérica, pero su resbalón fue mayúsculo en el encuentro previo con Maduro.



Horas antes del cónclave con mandatarios vecinos, exhibió con el gobernante venezolano en Brasilia una hermandad que pasó por alto el cariz autoritario de un dirigente sobre el que pesa la sombra del fraude electoral y que, desde que tomó el relevo del chavismo, ha violado sistemáticamente los derechos humanos además de llevar al país a una ruina económica.



En vez de aprovechar la ocasión para demostrarle a su homólogo venezolano que se puede gobernar desde la izquierda en un marco de democracia y sin las nefastas tentaciones colectivistas, Lula se solidarizó con Maduro como si se tratara de una víctima. Acerca de las condenas en referencia a su invitado de excepción, dijo "Sobre Venezuela hay muchos prejuicios", añadiendo: "Una narrativa que dice que el gobierno de Maduro es antidemocrático y autoritario".



Lo cierto es que en Venezuela se pisotean los derechos humanos. De acuerdo a datos recientes de la ONG Foro Penal, en la actualidad hay 269 presos políticos y desde 2014 se han producido 15.777 detenciones por motivos políticos. Horas después de estas desafortunadas declaraciones dio comienzo una cumbre en la que reinaron los desencuentros. Lo notable es que políticos de distintas posiciones, el centrista liberal uruguayo Luis Lacalle Pou, y el izquierdista chileno Gabriel Boric, no perdieron tiempo en condenar la tibieza de Lula. El presidente de Uruguay no se anduvo con paños calientes al afirmar que Maduro es un "dictador". Y el presidente chileno, el más joven de toda América Latina, puntualizó: "La situación de los derechos humanos en Venezuela no es una construcción narrativa", pues se trata de una "realidad".



Los ejemplos de Lacalle Pou y Boric son los que el veterano Lula debería seguir, en vez de permanecer encallado en la retórica de las ideologías supuestamente condenadas a no entenderse. En el espacio del centro la derecha liberal y la socialdemocracia pueden encontrar más puntos en común que desavenencias. Lo que nunca es negociable es que los ciudadanos renuncien a una sociedad libre. Boric, que en su país es denostado por la extrema derecha y por la izquierda radical, lo dijo muy claro en Brasil: "Los derechos humanos deben ser respetados siempre". Lula y Maduro hacen oídos sordos. Hay alianzas que las carga el diablo.

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