Petro, en su peor momento

Hace diez meses, Gustavo Petro asumió la Presidencia de Colombia decidido a hacer "el cambio". Hoy, su gobierno está sumido en una crisis política, producto de un escándalo que involucra a dos de sus más cercanos, y que puede costarle no solo fracasar en las reformas con que pretendía cambiar el país, sino verse obligado a desgastar toda su energía y capital político en despejar gravísimas acusaciones.
Si bien Petro ya alejó de sus cargos a su "querida y estimada" jefa de gabinete, Laura Sarabia, y al embajador en Caracas, Armando Benedetti, se han abierto complejas interrogantes sobre el financiamiento de su campaña.
El trasfondo del episodio es una dura lucha de poder entre Benedetti y Sarabia, la que tuvo una de sus primeras manifestaciones en un incidente casi doméstico, la acusación de robo (de US$ 7 mil en efectivo) contra una niñera que había trabajado con Benedetti y luego con Sarabia. El punto es que la mujer habría sido irregularmente sometida a un interrogatorio con polígrafo en el propio palacio de gobierno, además de ser objeto de interceptaciones telefónicas. El escándalo que este hecho generó derivó en la remoción de los dos funcionarios, quienes llevaban tiempo rivalizando, con el embajador aparentemente receloso de la influencia de la jefa de gabinete sobre el mandatario.
Fue en ese contexto que el fin de semana se conocieron mensajes de audio enviados hace algún tiempo a Sarabia por Benedetti. En ellos, este le reclama por una demora del gobernante en recibirlo. Molesto por el desaire, le señala que durante la campaña presidencial él habría recaudado el equivalente a unos 3,5 millones de dólares, y que sin su aporte, Petro no habría sido elegido. Pero también amenaza con que podrían caer todos juntos, pues él tiene mucha información ("nos hundimos todos, nos acabamos todos, nos vamos presos todos; con... lo que sé, si me joden a mí, yo los jodo a ustedes", registra la grabación). Aunque ayer el ahora exembajador aseguró que los audios habían sido manipulados, las amenazas que allí profiere sugieren algo más que un exabrupto.
Con todo, pese a estar viviendo el que tal vez sea el peor momento político del gobierno, en el oficialismo aparentan tranquilidad e incluso culpan a la oposición del descalabro. "Buscan el camino que sufrió Pedro Castillo", dijo Petro, pero la situación no admite ser minimizada. Desde ya, mientras en el caso de la niñera la fiscalía sigue tres líneas de investigación -el robo, el uso del polígrafo y la interceptación telefónica-, el ente electoral, por su parte, abrió una pesquisa preliminar sobre el financiamiento de la campaña presidencial. Entretanto, en el Congreso, donde el gobierno no tiene mayoría y se desarticuló la coalición que había formado, quedaron suspendidos los debates sobre las reformas de salud, laboral, de pensiones y de redistribución de tierras, todas las cuales son el eje de las promesas de cambio del exguerrillero.
Resta ahora ver si la justicia colombiana puede avanzar y llegar al fondo. Al respecto, algunos recuerdan, con preocupación, el "Proceso ocho mil", aquella investigación sobre los supuestos aportes de narcotraficantes a la campaña electoral del expresidente Ernesto Samper, que opacó todo su gobierno, sin que nunca se supiera toda la verdad del asunto.