Jueves, 25 de Abril de 2024

Mitos de la ciudad: la zona donde los chicos tenían prohibido jugar en Parque Patricios

ArgentinaLa Nación, Argentina 4 de junio de 2023

El que, por estos días, es uno de los espacios verdes más lindos de la ciudad de Buenos Aires estaba vedado para los chicos Los vecinos del barrio de Parque Patricios cuentan que en el tiempo en que nuestros abuelos eran niños, y durante mucho después, a los chicos se les prohibía jugar en la zona del actual Parque Florentino Ameghino

El que, por estos días, es uno de los espacios verdes más lindos de la ciudad de Buenos Aires estaba vedado para los chicos



Los vecinos del barrio de Parque Patricios cuentan que en el tiempo en que nuestros abuelos eran niños, y durante mucho después, a los chicos se les prohibía jugar en la zona del actual Parque Florentino Ameghino . El que, por estos días, es uno de los espacios verdes más lindos de la ciudad de Buenos Aires estaba vedado para los infantes. Los padres advertían a sus hijos que, si jugaban en el pasto, era muy probable que se encontraran con restos de los enterrados bajo el césped. Y lo peor es que era posible que algún espíritu se les "prendiera". Si bien estos dichos quedaron atrás, un aura de misterio aún envuelve a ese entorno.



"Todavía mucha gente ve cosas extrañas , hay hechos recientes que lo confirman. Se da una triangulación entre la vieja cárcel de Caseros, ubicada justo enfrente del parque; el hospital Francisco Javier Muñiz , situado detrás, sobre Uspallata, y el desaparecido cementerio. Se perciben sombras, fantasmas y apariciones paranormales", describe Hernán Santiago Vizzari , historiador de patrimonio funerario y declarado personalidad destacada de la cultura por la Legislatura porteña.







Todavía mucha gente ve cosas extrañas en la zona del Parque Ameghino; "hay hechos recientes que lo confirman", dice el historiador Hernán Vizzari



Algunas personas encuentran explicación a estos sucesos en el hecho de que, entre 1867 y 1899, funcionó allí el Cementerio del Sud . Hoy, de ese enterratorio solo queda en pie la escultura que recuerda a las víctimas de la fiebre amarilla plantada en el centro del predio, delimitado por la avenida Caseros y las calles Monasterio, Santa Cruz y Uspallata. La obra fue realizada por el escultor uruguayo Juan Manuel Ferrari en 1889, cuando todavía funcionaba allí el camposanto.



Los curiosos que pasen y se detengan frente al monumento en mármol de seis metros de altura podrán observar que en una de sus caras se representa el óleo "Un episodio de la fiebre amarilla en Buenos Aires", del artista también uruguayo Juan Manuel Blanes. En otra, aparece el listado de los caídos en el cumplimiento del deber; en la tercera, una representación de la muerte que lleva a los porteños a su descanso eterno, y en la última se lee la frase: "El sacrificio del hombre por la humanidad es un deber y una virtud que los pueblos cultos estiman y agradecen".







Hoy, del Cementerio del Sud solo queda en pie la escultura que recuerda a las víctimas de la fiebre amarilla, en el centro del predio



Epidemia y colapso



El Cementerio del Sud fue inaugurado en diciembre de 1867 a raíz de una epidemia de cólera que, si bien se cobró cientos de víctimas ese año, no fue tan siniestra a su paso como lo que vendría cuatro años más tarde con la epidemia de la fiebre amarilla. Según menciona el historiador, en ese entonces este sector del actual barrio de Parque Patricios pertenecía al partido de Flores. Y, como suele suceder con los enterratorios en las ciudades, su apertura perjudicó a muchas personas que tenían tierras de valor allí porque su cotización disminuyó considerablemente.



Todo se agravó en 1871, cuando se desató la epidemia de fiebre amarilla: el cementerio colapsó rápidamente y las autoridades buscaron un enterratorio de emergencia que finalmente se dispuso en los terrenos de la zona de la Chacarita de los Colegiales, exactamente en el actual Parque Los Andes. "La memoria municipal entre 1871 y 1872 reconoce que, por la gran cantidad de entierros durante ese año , hasta las calles internas del Cementerio del Sud habían sido utilizadas para las inhumaciones", advierte el especialista en patrimonio funerario.







El hallazgo de un viejo ataúd durante la realización de arreglos en el parque



Si bien se dispuso su cierre en 1872, no se clausuró, por lo que los familiares podían continuar visitando a sus muertos. "En su momento fue uno de los cementerios más visitados de Buenos Aires por las miles de víctimas que yacían allí. Otro de los más concurridos de la ciudad era el Cementerio del Norte, hoy De la Recoleta", aclara Vizzari.



Durante ese mismo año, por ordenanza municipal se levantó un primer monumento -que sería provisorio y luego fue desmontado- a los caídos en el cumplimiento del deber , que eran quienes habían formado parte de la entonces llamada Comisión Popular . Estaba formada por eruditos, es decir, distintas personalidades destacadas del momento, que habían tomado cartas en el asunto de la fiebre amarilla ante la falta de respuesta de las autoridades . Según el historiador, esta comisión se armó para afrontar el flagelo de las maneras en que la urgencia ameritaba, como el cuidado de enfermos en las iglesias y la mejora en la higiene de las calles, conventillos y puertos; también se ocupaba de determinar los lugares destinados a los entierros y mejora el sistema sanitario.







En una de sus caras del monumento se representa el óleo "Un episodio de la fiebre amarilla en Buenos Aires"



"Gracias a ello no se produjo otra epidemia ni a corto ni a largo plazo", explica Vizzari. Estaba presidida por José Roque Pérez , abogado; Héctor Varela , periodista, era su vicepresidente; la integraban Adolfo Alsina, Manuel Gregorio Argerich y Adolfo Argerich, Francisco Javier Muñiz, Guillermo Zapiola, Vicente Ruiz Moreno y el padre Anthony Dominic Fahy , de origen irlandés, entre tantos otros. "Muchos de ellos fueron muriendo en acción, contagiados", explica el historiador.



Un símbolo



Para 1899, el Concejo Deliberante dispuso la utilización del predio como paseo público y lo llamó Parque Bernardino Rivadavia . Hay que tener en cuenta que, a esa altura, la cantidad de vecinos había empezado a crecer y estos no querían tener el cementerio allí. Una razón fuerte era que ya funcionaba el Cementerio de la Chacarita, el definitivo que conocemos hoy, y se había convertido en el enterratorio de la ciudad. "Además, el Cementerio del Sud había dejado de inhumar en 1872″, dice Vizzari.







El símbolo PX, o monograma de Cristo, una de las insignias más antiguas de la cristiandad, da pistas de que allí hubo un cementerio, dato que pocos conocen



Se ordenó entonces el retiro de las cruces y ornamentos del cementerio , y se iniciaron los trabajos de reforma del parque, previa extracción de los cuerpos . "Sin embargo, no todos los cuerpos enterrados se exhumaron: muchos quedaron perdidos bajo el césped del parque", advierte. Casi treinta años después, en junio de 1928 quedó denominado como Parque Florentino Ameghino ; se dispuso entonces la instalación de caminos, reposición del césped, aumento de bancos y la limpieza del monumento. Este es el único vestigio del antiguo cementerio, algo que muy pocos conocen.



"Muchas personas no saben que allí funcionaba un enterratorio, de hecho el monumento no dice nada explícito sobre esto. En uno de los laterales la escultura se lee: ‘Municipio de Buenos Aires a los que cayeron víctimas del deber en la epidemia de fiebre amarilla de 1871′. Si bien lo aclara, no dice que allí se ubicó el cementerio donde se inhumó a la mayor cantidad de víctimas de la fiebre amarilla", añade el experto en patrimonio funerario. No obstante, para el ojo avezado hay un símbolo que lo manifiesta que es el PX, o monograma de Cristo , una de las insignias más antiguas de la cristiandad, que puede verse en una corona ubicada en uno de los laterales y que representa algo típico de las iglesias o de las necrópolis.







A pesar de que pasaron más de 150 años, los vecinos aún advierten hechos extraños en esta zona de la ciudad



A pesar de que pasaron más de 150 años, los vecinos aún advierten hechos extraños en esta zona de la ciudad. "En 2016 una pareja paseaba por el parque y se sacó algunas fotos con el celular. Cuando las vieron horas después notaron que, detrás de ellos, se observaba la figura brumosa de una persona pequeña. Cuando volvieron al tiempo y preguntaron, los vecinos les dijeron que esa figura de baja estatura suele aparecer, que es algo cotidiano", sostiene Vizzari. Los jóvenes se enteraron entonces que ese lugar lleno de verde y de vida, al que les gusta tanto ir a caminar los días soleados, fue tiempo atrás un viejo y concurrido cementerio porteño .
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