Jueves, 12 de Septiembre de 2024

Un país harto eligió otra cosa

PerúEl Comercio, Perú 21 de noviembre de 2023

Por Diario ?La Nación? de Argentina, GDA

Cayó vencido por su propia artimaña

Por Diario ?La Nación? de Argentina, GDA



Cayó vencido por su propia artimaña. Sergio Massa fue sepultado por una avalancha de votos a favor de Javier Milei, el candidato que él ayudó a crecer para dividir a la oposición. La sociedad argentina decidió abandonar el territorio conocido, ciertamente devastado, para adentrarse en uno novedoso. Son esos instantes en que una clara mayoría social prefiere salir de donde está, porque intuye que cualquier alternativa será mejor que la que le tocó padecer hasta ahora.





Argentina también se reconcilió con la lógica política, que había desafiado en las elecciones de este año como un enajenado que desconoce la ley de la gravedad. No porque le haya dado el triunfo a Milei, sino porque no premió a un ministro de Economía de una economía desquiciada. Durante la gestión de Massa, la inflación se duplicó, el precio del dólar paralelo se cuadriplicó y la pobreza se abatió sobre un número importante de argentinos. ¿Podía el jefe de una economía tan destruida ganar la presidencia de la nación? Si eso hubiera ocurrido, deberíamos estar haciéndonos ahora preguntas más profundas, ya no solo sobre la política, sino también sobre las condiciones de una sociedad muy particular.





Es cierto que ningún otro candidato a presidente había usado con tanto descaro los recursos del Estado en beneficio propio como lo hizo Massa. Nada lo detuvo. Atravesó toda la campaña electoral sin detenerse ni un instante en la audacia de sus actos como candidato y ministro de Economía. Eso lo llevó hasta la inexplicable cima donde habitó hasta el domingo. Suficiente. Milei lo vapuleó con una derrota de más de 11 puntos porcentuales, que no es habitual en los balotajes. Massa dijo, cuando aceptó la derrota, que a partir de ahora la economía dependerá de Milei. Falso. La economía seguirá dependiendo, hasta el 10 de diciembre, del actual ministro de Economía; es decir, de Massa. Milei solo podrá hacer contribuciones verbales a la serenidad de las cosas, pero no tendrá, hasta que asuma la jefatura del Estado, ningún recurso para aplicar sus políticas.





Fue tal la magnitud de la derrota que Massa ni siquiera podrá echar mano de su plan B, que consistía en encabezar la renovación del peronismo. Un analista señalaba que la campaña del miedo de Massa había pasado todas las barreras de la prudencia. Miedo a quedar sin salud (que se está cayendo ahora); a perder los subsidios para el consumo de energía eléctrica y gas (Massa aumentó esas tarifas) y hasta de quedarse sin transporte. Todos esos miedos fueron instalados con insistencia ante argentinos que ya surfean una tragedia y que no estaban dispuestos a tenerle más miedo al porvenir que a la realidad dura y tangible que ya viven.





Milei es una interrogante. Su única oferta consistió en que él significa el cambio. No necesitó nada más ante una sociedad que se hartó de buscar entre las alternativas de la política clásica. El final del domingo boceta el país de una sociedad enojada, fatigada y decepcionada. Sabemos muy poco de Milei. Él conoce de economía, pero le falta experiencia política. En adelante podrá inclinarse hacia una política dialoguista e institucional, o dar rienda suelta a su carácter aparentemente volcánico.





Las negociaciones y los acuerdos serán obligatorios y permanentes. Además, sus propuestas más controversiales necesitan la aprobación del Congreso. Otras, como la aniquilación del Banco Central o la dolarización, requerirán una reforma de la Constitución, que estipula que habrá un ?banco estatal? que se encargará de ?emitir moneda y de fijar su valor?. Ambas cosas están en la Constitución, una reforma necesita que los dos tercios de cada cámara del Congreso dispongan la necesidad de abrir la ley de leyes.





Según los encuestadores, Milei comenzó una irrefrenable curva ascendente en la intención de votos cuando recibió el apoyo de Mauricio Macri; sectores sociales importantes dedujeron que el expresidente podría resolver la inexperiencia del candidato libertario. El peronismo y Juntos por el Cambio se reconfigurarán de tal manera que, seguramente, dentro de poco nadie los reconocerá.





El peronismo se sacudirá del kirchnerismo y es probable que, como sucedió siempre con ese partido, el liderazgo nuevo llegue también con propuestas de cambios en la dirección en que camina el mundo. Sería una buena noticia si la política local empezara a debatir según los paradigmas de las grandes naciones; si dejará de lado definitivamente la triste y caótica excepcionalidad argentina.





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