Sábado, 27 de Julio de 2024

¿Repliegue táctico?

ChileEl Mercurio, Chile 10 de diciembre de 2023

La contingencia del debate diario muchas veces hace perder la perspectiva del profundo cambio del escenario político que ha vivido el país en menos de dos años de gobierno

La contingencia del debate diario muchas veces hace perder la perspectiva del profundo cambio del escenario político que ha vivido el país en menos de dos años de gobierno. Es cosa de revisar los discursos de Gabriel Boric el día que ganó la elección presidencial o cuando asumió el poder para aquilatar lo poco y nada que queda, al menos en las declaraciones, de ese proyecto refundacional; de sus promesas de renovar la política y evitar las malas prácticas que solían acompañarse de una puesta en escena o indignación que pretendía dejar establecida una impostada superioridad moral; y, en fin, del voluntarismo con cierta dosis de ingenuidad de que con su llegada y sobre la base de una mera distribución de los ingresos -desdeñando la importancia de priorizar el crecimiento y la creación de riqueza- se mejoraría la calidad de vida de los sectores más desposeídos.
Si antes solía iniciar sus discursos en mapudungún y hablaba de "este Chile hecho de diversos pueblos y naciones" -en la línea de la propuesta de un Estado Plurinacional de la Convención-, hoy ya no se escucha a casi nadie de su sector hablar de ello y, en cambio, en un giro respecto de lo que con irresponsabilidad pontificaban antes, han debido impulsar decenas de veces la renovación del estado de emergencia en la zona de La Araucanía. Sus reivindicaciones octubristas y los llamados "a reparar las heridas que quedaron del estallido social", que incluyó el inmediato anuncio del retiro de las querellas por Ley de Seguridad del Estado -después vendrían los controvertidos indultos-, parecen hoy olvidados y no pocos se avergüenzan del papel desestabilizador que jugó la izquierda en esas protestas. En el caso de sus histriónicas promesas, como la de poner a la "cultura en el lugar que merece y no como vagón de cola", de "fortalecer la educación pública" o dar una "salud oportuna", los hechos posteriores han demostrado que estaban vacías de contenido y convicción.
Para qué mencionar el lugar neurálgico en su proyecto que tenía el contar con una nueva Constitución. "Defenderemos el proceso constituyente, que es motivo de orgullo mundial. Es la primera vez que escribimos una Constitución de forma democrática", decía a sus adherentes Gabriel Boric el día de la elección; o que necesitamos una Constitución "que, a diferencia de la que fue impuesta a sangre, fuego y fraudes por la dictadura, nazca en democracia", manifestaba el día en que asumió. Después agregaría, antes del plebiscito de la propuesta de la Convención, que cualquier Constitución hecha en democracia sería mejor que la de "los cuatro generales" y que en caso de ganar el rechazo existía un mandato ciudadano que no terminaba hasta contar con una nueva Constitución. Hoy, en cambio, ya no hablan de los vicios de origen del texto vigente y prefieren referirse a la Constitución de Lagos y no a la de Pinochet. "La Constitución del 80 ya no es la Constitución del 80", diría el presidente del PC. Una estrategia electoral demasiado evidente como para resultar verosímil.
El compromiso de los partidos oficialistas en cuanto a que "hoy no hay espacio para seguir discutiendo acerca de la Constitución", y que, en cambio, debieran preocuparse de abordar la "situación de inseguridad", "reformas al sistema penal", "acotar las listas de espera en salud" o "resolver los problemas de migración irregular", más allá del problema de credibilidad que suscita, implica en la práctica desdecirse del eje de las promesas que los llevaron al gobierno.
A pesar de que muchos de estos cambios son bienvenidos, surgen inevitables suspicacias acerca de que se trataría solo de pragmatismo, una especie de repliegue táctico a la espera de que mejore la "correlación de fuerzas". También sigue abierta la interrogante sobre cómo actuarían en el futuro si de nuevo son oposición. Y es que quizás lo único que ha permanecido en ellos inalterado es esa firme voluntad de alcanzar y mantener el poder a costa muchas veces no solo de lo que se prometió, sino que también de lo que se piensa.
Bachelet en la franjaA una semana del nuevo plebiscito constitucional, cabe concluir que el debate público, particularmente en la franja televisiva y en las redes sociales, ha estado lejos de contribuir a una discusión de ideas y propuestas y, por el contrario, han proliferado las exageraciones, los eslóganes vacíos y las informaciones falsas. Si bien ello no es privativo de ninguna de las campañas, ha sido la opción En contra donde más se ha percibido.
La intervención de la expresidenta Bachelet en la franja ha generado con razón sorpresa y justificadas críticas. No es su postura por una de las opciones lo reprochable -de hecho, el expresidente Lagos ya se había manifestado por el En contra, mientras los expresidentes Frei Ruiz-Tagle y Piñera por el A favor sin mayores controversias-, sino el que haya recurrido a la desinformación para justificar una determinada preferencia. En su intervención -que va mucho más allá de la discusión existente sobre las consecuencias del nuevo texto para la ley que regula el aborto en tres causales-, plantea situaciones absurdas, cuando no derechamente falsas, como que con la nueva Constitución "delitos que sufren directamente las mujeres, como la violencia intrafamiliar, delitos sexuales o robos violentos, son considerados menos importantes por este texto".
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