Sábado, 27 de Julio de 2024

Agricultores europeos indignados

ChileEl Mercurio, Chile 12 de febrero de 2024

En pie de guerra se han mantenido los agricultores europeos desde enero, con movilizaciones que han incluido miles de tractores en las carreteras, bloqueando el paso de vehículos en distintos países. Sus reclamos van desde las importaciones ucranianas hasta las normas medioambientales que la Unión Europea debe revisar.

Tractores circulando en Roma alrededor del Coliseo, frente a la Puerta de Brandeburgo, en Berlín, o en las afueras de la Generalitat catalana son la muestra de que los productores agrícolas de Europa no están contentos. Acostumbrados a buenos precios y a importantes subsidios, están molestos por la llegada de productos importados que compiten con los suyos. Desde España a Polonia, los gobiernos han tenido que tratar de apaciguar a iracundos agricultores que han encendido fogatas, lanzado huevos a la sede de la Comisión Europea y hasta leche y estiércol a las calles.
Tras la invasión rusa a Ucrania, la solidaridad de los europeos se manifestó no solo en el apoyo militar y político, sino en el comercio, con decisiones inmediatas para levantar restricciones y requisitos a los productos agrícolas ucranianos que no tenían salida por sus vías habituales, bloqueadas por el conflicto. Lo que comenzó como un gesto de empatía, se ha convertido en un dolor de cabeza para las autoridades, que ahora deben lidiar con agricultores furiosos, que resienten que sus productos perdieron hasta el 40 por ciento de su valor debido al ingreso de alimentos ucranianos que no necesitan cumplir las estrictas normas medioambientales y fitosanitarias a las que ellos están obligados.
Los más hastiados son los polacos y húngaros, pero también los búlgaros, rumanos y eslovacos. Viktor Orban, el Presidente "iliberal" de Hungría, molesto porque no pudo impedir que la UE aprobara más ayuda financiera a Ucrania, levanta ahora la bandera del agro. Se reunió con los manifestantes en Bruselas y acusó a la UE de privilegiar a los ucranianos por sobre ellos mismos, aprovechando de mandar un mensaje para las próximas elecciones europeas de junio, sobre la "necesidad de líderes que verdaderamente representen los intereses de la gente".
En Polonia, los campesinos reclaman que las bodegas están llenas de trigo ucraniano, lo que provocó la caída de los precios nacionales, y que la demanda por azúcar, leche y carne ha bajado, por lo que están posponiendo las decisiones para invertir. Donald Tusk prometió reunirse en marzo con las autoridades ucranianas para revisar las regulaciones de tránsito y de las exportaciones.
Franceses en defensa de su identidadEn Europa occidental, la situación no es más tranquila en el agro. Si bien comparten las preocupaciones de sus aliados del Este sobre Ucrania, suman otros problemas. Los franceses son los más indignados. Defienden la vida del campo como parte de sus tradiciones y de su identidad nacional. A mediados de enero manifestaron su descontento por el alza de los precios de insumos como el diésel, fertilizantes y otros, pero también por el atraso en el pago de los subsidios, por la enorme burocracia para conseguir esas ayudas y por la competencia de productos importados de Egipto, Marruecos y también de América Latina. El acuerdo que avanzaba la UE con el Mercosur fue un tema álgido de discusión para los franceses, al punto que terminaron por sepultar las posibilidades de suscribirlo pronto: a fines de enero, la Comisión Europea anunció que, "por ahora, no están las condiciones para concluir las negociaciones".
En Italia, Portugal, España, Países Bajos, Bélgica y Alemania también ha habido movilizaciones por las mismas causas, pero además por otras de orden local. Los alemanes, por ejemplo, protestaban contra la decisión del gobierno de eliminar la reducción del impuesto al diésel, una medida que debió tomar tras un fallo del Tribunal Constitucional que consideró ilegal el presupuesto para 2024, porque excedía el límite de déficit.
El campo contra los ambientalistasEn el centro del conflicto con el agro están las estrictas regulaciones medioambientales europeas que deben cumplir los agricultores y que encarecen la producción. Dentro de las nuevas normas del Pacto Verde de la UE, que busca reducir el 90 por ciento de las emisiones de gases de efecto invernadero para 2040, comparadas con 1990, están incluidas la reducción a la mitad del uso de pesticidas; el 20 por ciento de los fertilizantes, y dejar el cuatro por ciento de la tierra sin cultivar, "en barbecho", para destinarla a la biodiversidad. Los agricultores se quejan de que en la política europea prima la protección ambiental por sobre los derechos de los campesinos, lo que perjudica el rendimiento y la productividad de las cosechas. "Las autoridades son rehenes de los objetivos climáticos y ambientalistas", dicen.
En vista de este descontento, hace unos días, reunidos para determinar nuevas ayudas a Ucrania, los líderes europeos tuvieron que incorporar el tema agrario al debate, y decidieron suspender por un año la obligación de dejar sin trabajar el cuatro por ciento de la tierra y la meta de reducción de los pesticidas, a la espera de una reforma de la Política Agraria Común (PAC). Esta reforma deberá ser hecha por las autoridades que serán elegidas en las elecciones de junio. En este sentido, la agricultura será un tema de debate en los comicios, que pueden ser una prueba de fuerza del sector agrario, con muchos que sostienen que los partidos de extrema derecha resultarían beneficiados por este descontento general en el campo.
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