Sábado, 27 de Julio de 2024

La inquisición sindical

UruguayEl País, Uruguay 13 de febrero de 2024

Óscar Andrade y Fernando Pereira han pasado de la función sindical a la partidaria, y a veces con idas y vueltas varias, sin que nadie los criticara. Pero si Ripoll lo hace... a la hoguera.

Oscar Andrade fue legislador por el Partido Comunista (Frente Amplio) y dirigente del Sunca alternativamente. Fue y volvió según como se le antojó o de acuerdo a lo que se entendía necesario y eso no generó debate. No se lo criticó ni porque del sindicato pasó a una función política partidaria ni porque de ella volvió al sindicato.



Nadie le hizo el vacío ni se consideró que eso estaba mal, ni se le suspendieron sus derechos como sindicalista. Era normal que fuera una cosa y a la vez otra, actuando como político comunista. Podía cambiarse de sombrero toda vez que quisiera.



No ha sido el único que ha pasado de la actividad sindical a la política sin cuestionamientos. La lista es larga y se remonta al retorno de la democracia. El propio presidente del Frente Amplio, Fernando Pereira, voló sin escalas a ese cargo tras haber sido presidente de la central sindical durante años.



El problema es cuando el traspaso ocurre en dirección a un partido que no forma parte del FA. Ahí vienen los problemas y las censuras: se pone en marcha una suerte de inquisición donde lo único que falta es ser quemado en la hoguera.



Valeria Ripoll¡, legendaria dirigente sindical de Adeom en Montevideo, decidió incorporarse a filas blancas y trabajar en favor de la candidatura de Alvaro Delgado.



¡Para qué!



El movimiento sindical en general y Adeom en particular pusieron el grito en el cielo. ¡Eso es herejía, no debe ser permitido!



Por estar trabajando en un cargo político fuera de la Intendencia, la dirigente sindical fue "suspendida" como afiliada a Adeom.



A nadie en Sunca se le ocurrió "suspender" a Andrade, cuando pasó a la Cámara de Diputados en el período pasado. Tampoco hubo objeción cuando se aburrió de ser diputado y volvió al sindicato. Claro, se movía mucho pero siempre dentro del Partido Comunista, y como miembro de tal fue legislador y sindicalista. Todo era coherente para el sindicato ya que el patrón que regía esos movimientos era el mismo, el Partido Comunista.



Esa es la diferencia con Ripoll; se acepta de buena gana un pase cuando es "interno", o sea dentro del Comunismo y también con los otros partidos del Frente. No se acepta sino que se condena, cuando el pase es al Partido Nacional o a cualquier otro que no sea frentista. En ese caso, la decisión es cobrársela y cara. No es que eso afecte el ánimo de Ripoll, que mucho coraje ha demostrado, aunque como es lógico está dispuesta a pelear por sus derechos.



Los adherentes a su lista dentro de Adeom, ahora quieren borrarse de ella. Es que Ripoll quema dentro del sindicalismo y nadie quiere seguir siendo su amiga para no quedar mal ante los inquisidores sindicales. Les tienen miedo. En lugar de luchar por lo que corresponde, optan por huir. Es todo tan mezquino.



Queda pues demostrado (una vez más) que el Pit-Cnt y los sindicatos que lo conforman no son un movimiento que representa y respalda a los trabajadores, a los asalariados, de este país. Bajo esa excusa, en realidad actúa co-mo si fuera una parte sustancial del Frente Amplio. Y lo es, por cierto. Ni siquiera puede decirse que sea su brazo sindical. Es mucho más, es el Frente mismo, es quien lo mueve, lo dirige, lo presiona. Muchos de los disparates cometidos por el FA en estos últimos años son consecuencia de haberse sometido sumisamente a los dictámenes de la central sindical.



Su discurso, extremadamente básico, elemental y radicalizado, contaminó al Frente, y lo está alejando de la gente.



El ataque frontal, intolerante y energúmeno contra Ripoll muestra que hay allí una actitud necia, rígida y dogmática. Y no les preocupa que así sea.



Ya era llamativo que cuando Valeria Ripoll conducía Adeom y enfrentaba a la Intendencia de Montevideo, usara argumentos sensatos y razonables en sus cuestionamientos. Se podía no estar de acuerdo con lo que decía, pero al menos se trataba de alguien que aún en la discrepancia, razonaba con lucidez, lo que la hacía más eficaz para lograr los resultados que pretendía.



Su decisión de volcarse a la política y actuar dentro de un partido es personal y legítima y no borra ni su trayectoria ni sus derechos como sindicalista. El problema es que aunque lo niegue, el movimiento sindical no es lo que dice ser. Es un pesado aparato político, doctrinario, casi policíaco que logró con éxito dominar al Frente Amplio, para someterlo a sus antojos.



Ante esa realidad, era inevitable que le aplicaran la censura a Ripoll. Lo hicieron sin pudor.



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