Una voz, una melodía...
Al parecer, el peso de los años está acentuando mi carácter sentimental
Al parecer, el peso de los años está acentuando mi carácter sentimental. Una voz, una melodía, una imagen, un aroma hacen renacer historias que creía olvidadas en el último cajón de mi memoria.
Días atrás, verbigracia, Andrenio -colega columnista en esta misma sección- escribió: "Amanda Fuller puede mostrar una copiosa producción intelectual...". Con solo leer eso recordé esa tarde de 1971 cuando Luis Aravena -impresor propietario de la imprenta Bío-Bío, anclada en calle Dávila Baeza, al lado de la Vega Central y frente a la Clínica Alemana- me dijo si podía hacer una portada para un libro de la joven escritora Amanda Fuller. La obra llevaba por título "Rumor" y reunía varios poemas de ella. Como diseñador gráfico in partibus , hice la portada: un ambiente nocturno con el perfil de la autora.
No supe más de ella hasta que, en 1993, el poeta Eugenio García-Díaz me obsequió una serie de pequeños libros con poemas de Carlos Bolton, Jaime Hales, Isabel Velasco, David Valjalo, Gustavo Donoso, Antonio Campaña y, entre otros, el de Amanda Fuller "Tiempo de aromos". Su voz es clara. En su última oda dice: "Si el día fluye sin sentido/ la noche colme tus manos/ de todas mis espigas".
No es todo. Queda otro recuerdo. Un hecho insólito ocurrido por esos años del 70 en la imprenta Bío-Bío. Aunque usted no lo crea, se imprimían, al mismo tiempo, los dos periódicos más antagónicos del país: El Rebelde, del MIR, y Patria y Libertad. Dejo constancia de este hecho por si Ripley no lo supo.