Martes, 30 de Abril de 2024

Medio Oriente al rojo

ChileEl Mercurio, Chile 17 de abril de 2024

El apoyo internacional recibido por Israel tiene límite.

La tensión llegó al punto máximo en el Medio Oriente con la lluvia de drones, cohetes y misiles balísticos que lanzó Irán a Israel, en represalia por el ataque a su consulado en Damasco, y se mantiene una alerta roja, a la espera de una reacción del gobierno judío, que no descarta una respuesta. Cualquier acción que acometa se va a entender como un escalamiento del conflicto, que podría llevar al peligroso escenario de una guerra extendida en la región.
La decisión está en manos israelíes, pero las advertencias han llegado tanto de las capitales occidentales, especialmente EE.UU., como de los países árabes, China y Rusia. Washington fue categórico: apoya a Israel pero no lo acompañará en un contraataque. Para la Casa Blanca, Israel debe conformarse con la exitosa destrucción del 99 por ciento de los proyectiles, y no intentar una incursión a territorio de los ayatolás.
Para Teherán, el episodio está concluido: la ofensa de Damasco está saldada. Sin embargo, en el gobierno judío se siguen barajando hipótesis de retaliación. El gabinete de guerra, encabezado por Benjamin Netanyahu, junto a sus aliados ultraortodoxos y los líderes opositores discuten las opciones. Los más duros querrían ver un ataque a las instalaciones nucleares iraníes, y así aplastar su potencial para fabricar una bomba. Una respuesta menos drástica sería destruir los lanzadores de misiles y las fábricas de drones, cohetes y otros proyectiles, de los que Irán tiene un arsenal de cientos de miles de unidades. Eventualmente, Israel podría hacer un ciberataque contra las instalaciones estratégicas, dejando a los iraníes vulnerables.
Pero cualquiera de esas alternativas llevaría a un escalamiento de alcances inciertos. Por eso, el gobierno de Netanyahu debe evaluar cuidadosamente sus pasos. La opinión pública israelí está dividida: el 25 por ciento quisiera devolver el golpe ahora, el 37 por ciento prefiere esperar y el resto no quiere responder al ataque iraní. Lo probable es que se decida no actuar precipitadamente, porque si de algo se puede estar seguro, es de que la conflictividad entre Israel e Irán sigue, y que cualquier chispa la avivaría.
Israel puede aplaudir el gran respaldo de su aliado férreo, EE.UU., de Gran Bretaña, Francia e incluso de Jordania. Pero ese apoyo tiene límite, lo mismo que el de otros países árabes, como los del Golfo y Arabia Saudita, que han estado en proceso de "normalizar" las relaciones, precisamente como forma de contener la influencia de Irán en la región. Para Israel, eso debería ser una prioridad, pero, inmerso en la guerra de Gaza, debe también observar que la solidaridad recibida por los ataques del fin de semana no se extiende a su actuación en los territorios palestinos. Si Netanyahu ha tenido un respiro de las críticas y condenas por la dureza del castigo a la población gazatí, debe entender que eso puede cambiar. La comunidad internacional, en general, comprende la urgencia de rescatar a los rehenes judíos y la necesidad de acabar con el terrorismo de Hamas, pero están en juego las vidas de cientos de miles de civiles palestinos atrapados en la guerra. Esta es quizás una oportunidad para mirar más allá del objetivo inmediato y buscar una solución de largo plazo que permita una convivencia civilizada entre judíos y palestinos. Pero está en duda la capacidad y la voluntad de Netanyahu para hacerlo.
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