La icónica botella Contour
Patentada en 1916, su creación surgió tras la necesidad de una marca por diferenciarse de su competencia. Tanto así que exigieron a los diseñadores que su forma y textura debían ser reconocidas incluso en la oscuridad.
Si de envases reconocibles se trata, el diseño de la botella de vidrio de Coca-Cola es uno de los más icónicos en todo el mundo.
En 1915, cuando la firma estaba por cumplir 30 años desde que comenzara a vender por cinco centavos su popular refresco en una farmacia de Atlanta, sus ejecutivos se enfrentaron a los imitadores, que incluso utilizaban logotipos y etiquetas similares para conquistar a los consumidores.
Entonces, Coca-Cola ya contaba con más de 1.200 acuerdos de venta por todo EE.UU., y necesitaba seguir marcando la diferencia. Así nació la idea de rediseñar su botella, para lo cual se contactó a 10 empresas cristaleras, a las que se les propuso crear un frasco que no llevara etiquetas y que fuera reconocible en la oscuridad.
Siete meses después, en noviembre de 1915, la Root Glass Company, de Terre Haute (Indiana), registraba la nueva botella. Su diseño, creado por C.J. y William Root (los dueños), el sueco Alexander Samuelson (jefe de taller; en la foto) y los empleados Earl Dean y Clyde Edwards, estaba inspirado en las formas de una vaina de cacao, ovalada y con unos surcos muy característicos, y cumplía todos los requisitos: tenía una forma única, era fácil de agarrar y el logo estaba integrado en el propio envase con un sobrerrelieve del vidrio.
En 1916, la botella entró en producción y su expansión por el mundo fue gradual, logrando su propósito: ser difícil de imitar. En 1925, la revista francesa La Monde la llamó Contour, que en inglés significa contorno.