Dos marchas, dos voces

Se dice que en la democracia moderna, para evitar la tiranía, el poder se distribuye equilibradamente entre distintos órganos, de donde el principal papel del Presidente es actuar como inspirador de su sociedad y servir de factor de cohesión y de consensos. Pero otra cosa está ocurriendo en Colombia. En las últimas semanas hemos asistido a dos marchas ciudadanas que evidencian cómo Gustavo Petro fractura al país y nos hunde en las diferencias. La bandera del domingo 21 de abril (21A) fue el tricolor colombiano, emblema de la unidad nacional. Por contraste, en la marcha del Día de los Trabajadores ondeó la bandera del M-19, una organización terrorista de ingrata recordación que causó dolor entre el pueblo y cuyos integrantes fueron autores de graves crímenes de guerra y delitos de lesa humanidad, que siguen sin ser juzgados, a pesar de lo cual se les abrieron las puertas de la democracia, con generosidad, para edificar una sola Nación, a partir de un proceso constituyente. ¿Por qué transitar ahora por la otra acera, sembrando la crispación y la ruptura? En la marcha del 21A se volcó a la calle una muchedumbre para expresarse sin libreto sobre la situación nacional, reclamando seguridad, salud, pensiones, empleo y unidad. Mientras tanto, el miércoles 1.º de mayo (1M) únicamente se escuchó hablar de Israel y de lucha de clases. Quedaron de lado los asuntos que prioritariamente interesan al conjunto de los colombianos. Una paradoja: el Día del Trabajo no se habló del trabajo. No se mencionó que, según las cifras oficiales, el desempleo está creciendo y, de paso, no se dieron a conocer los programas que se pondrán en marcha para que más compatriotas tengan acceso a un salario congruo. Tampoco se dijo cómo, en el gobierno de los iguales, se enmendará en el mercado laboral la discriminación existente contra las mujeres, cuyo desempleo es superior en 5,5 puntos porcentuales al de los hombres. No se dijo nada sobre la política laboral porque a la ministra del ramo le interesa mucho más la agitación social, como se le vio en la tarima del 1M. Tampoco se explicó de qué forma se logrará que el trabajo ministerial en las regiones sea más eficaz, porque hoy solo deja ilusiones y dinero en manos de la corrupción, como se ha hecho evidente con el caso de los carrotanques. Quibdó y Riohacha, las dos capitales a las que se ha desplazado el gabinete en pleno en estos años, para atender sus penurias, son paradójicamente las ciudades con mayor desempleo a nivel nacional hoy en día, sin mencionar que siguen a la espera de conocer cómo se les cumplirá con la lista de necesidades que se convino atender. El 1M el Gobierno no reconoció que la economía sigue postrada y que su crecimiento en el 2024 será más que mediocre, lo que entregará a la miseria y dejará sin empleo a miles de colombianos. Habría sido muy conveniente enviar un mensaje de optimismo desde la plaza de Bolívar, esbozando los programas de la Colombia Humana para que crezcan la industria, la construcción y la infraestructura, particularmente. Pero de eso, ¡nanay cucas! Se había dicho que para apalancar el crecimiento económico, Banagrario se convertiría en el instrumento fundamental del Gobierno para financiar la economía popular y la pequeña y la mediana empresa. Pero sigue dedicado a financiar al propio Gobierno, mediante la suscripción de TES. De hecho, su cartera apenas representa el 60 % de su activo. Ante este fracaso, el 1M se anunciaron inversiones forzosas para los bancos, lo que en realidad es un nuevo impuesto, ahora a cargo de los ahorradores, que se reflejará en una menor rentabilidad de sus depósitos. El 1M consistió en una concentración de organizaciones sindicales y de funcionarios públicos, en torno a la voz oficial del caudillo, protegidos todos por la guardia indígena. El 21A, quienes se manifestaron fueron miles de colombianos libres, de todas las estirpes y colores, cuyos mensajes también deberían merecer atención en la Casa de Nariño. Taponazo. ¿Se alista otra crisis ministerial, para dar salida a los ministros "tibios"?
Claras diferencias
Néstor Humberto Martínez Neira
El miércoles 1.º de mayo (1M) únicamente se escuchó hablar de Israel y de lucha de clases. Quedaron de lado los asuntos que prioritariamente interesan al conjunto de los colombianos.