Domingo, 19 de Mayo de 2024

Mario Toral: "Mi energía, en vez de ir disminuyendo con los años, ha ido aumentando"

ChileEl Mercurio, Chile 6 de mayo de 2024

El pintor, que cumplió 90 años, está de cabeza trabajando en su proyecto cúlmine. Una serie de 400 cuadros que serán expuestos como parte de la fundación "Alas y Raíces", la que creó para conservar su obra: "Es mi historia y la de mi país", dice.

U na estrecha reja negra da paso a un camino de tierra cercado por arbustos, árboles y cactus que crecen sin que nadie los gobierne. El olor a eucaliptos sobresale y el canto de las golondrinas ensordece el ruido capitalino. Un noventero Mercedes cubierto de polvo se asoma bajo una florecida bugambilia rosada. Una mujer de mármol que se abraza a sí misma custodia coqueta la entrada. Suena aguda una campana de fierro. Gala y Bombón ladran.
Un hombre cano vestido de camisa y pantalón de jeans , chaleco color crema desabotonado, zapatillas negras de trekking , anteojos de marco negro y sujetador rojo, abre la puerta con una sonrisa que les entrecierra los ojos.
Su nombre es Mario Toral Muñoz, tiene 90 años y es uno de los pintores chilenos más vendidos y plagiados del país, cuya obra habla de amor, erotismo, conflicto y paz.
Siguiendo una pulsión que nunca ha logrado reprimir, se fue de su casa a los 16 años para formarse como pintor. Lo inspiró don Agustín Calvo, un almacenero de su barrio al que veía pintar cuando niño y quien lo llevó por primera vez a un museo. "Cuando yo ya era conocido, él siempre decía 'yo fui el primer maestro de Mario Toral'. Y tenía toda la razón", reconoce el artista.
Ha recorrido casi todo el mundo -en su casa exhibe vistosas esculturas y objetos que ha traído de sus viajes-, pero por casi 50 años se asentó en Nueva York, donde fue vecino de Andy Warhol. Se casó tres veces y tuvo dos hijos, André y Francisca. También ha tejido íntimas amistades a lo largo de su vida, entre otras, con el poeta Pablo Neruda (ilustró sus "Veinte poemas de amor") y con los artistas Enrique Zañartu, su archirrival en el ajedrez, y Mario Carreño.
Hoy vive solo en una parcela de 6.000 metros cuadrados. Ese lugar es su refugio, donde pasa prácticamente todo el tiempo trabajando en su obra cúlmine: una serie de 400 cuadros que serán parte de una exposición en su fundación "Alas y Raíces", la que algún día espera erigir en ese terreno en Las Condes. Su propósito es conversar su obra y ser un punto de encuentro para jóvenes y artistas.
"Sin darme cuenta, yo guardaba algunos cuadros míos. Siempre quedaban cuadros que a la gente le gustaban menos. No significa que no sean buenos. Para mí, muchos son mejores, pero se fueron acumulando y descubrí que, a través de esos 360 cuadros, que van a ser 400 cuando termine, estaba mi historia y la de mi país", comenta mientras recorre su taller, acompañado de Gala y Bombón.
Además, prepara un libro que no será bajo el clásico formato de memorias, pero sí recogerá las anécdotas y vivencias que hace décadas relata de puño y letra en su diario de vida. También quiere escribir sobre Neruda, de quien tiene una colección de dibujos, recortes de diario y textos que hablan sobre su figura y obra poética.
"La vida no se puede clasificar"
Desde la terraza de la casa en la que el muralista vive con sus perros, diseñada por el arquitecto y su amigo Carlos Alberto "Chupa" Cruz, se puede contemplar el verdor del bosque. Observando las despeinadas melenas de los árboles, dice: "Un señor me la vendió por el precio de un cuadro. Y me dijo 'usted es muy simpático, así que le voy a decir la verdad. Nunca va a poder hacer crecer algo en este terreno de arcilla y piedra'. Y mira, !se equivocó¡".
Por años un jardinero mantuvo ese reino impoluto, hasta que el empresario Alberto Chang estafó al artista por más de tres millones de dólares, y los ahorros de toda su vida, provenientes de la venta de su loft en Nueva York, se esfumaron. Otro coletazo económico lo sufrió hace poco. El caso Convenios y el cierre de ProCultura lo dejaron sin su pago por un mural que le encargaron para Lota. Golpes duros que, asegura, "no le quintan el sueño. Es solo plata", dice.
Mientras su familia trabaja en convocar a posibles financistas para la fundación, el foco del artista está en su pasión: dibujar y pintar. "Si no lo hago, no soy yo. Terminar este proyecto me emociona", acota.
Toral tiene un sinfín de anécdotas, las que acompaña de citas a sus autores favoritos y bromas. También tiene una preciada colección de libros inéditos que ha ido adquiriendo en casas de anticuarios. Entre sus reliquias está una primera edición de "Las mil y una noches" y una enciclopedia de botánica ilustrada que se compró con la plata que había ahorrado para un auto. En esa cápsula, donde el tiempo está suspendido, vive "feliz".
-¿No se siente solo en este espacio tan grande?
"No. De ningún modo. Además, el tiempo que tienes es limitado y prefiero concentrarme en lo que me concierne más y no perder el tiempo en ansias menores".
-¿Cuáles son sus reflexiones sobre la vejez?
"Que la vida es una sola y que no se puede clasificar. Para mí, no hay fechas. Muchas veces me preguntan cuál de mis etapas como artista me ha gustado más, pero yo creo que lo que más va a tocar a la gente es lo que estoy haciendo ahora, porque va a conjugar toda mi trayectoria. La luz y la sombra, la paz y la violencia".
-¿Se siente igual que siempre?
"Bueno, el cuerpo tiene altos y bajos, pero es como un auto. Si el motor funciona, lo hace el resto. Yo jugué tenis hasta hace dos años, pero me di cuenta de que me iba a quebrar una pata si seguía. Ahora camino media hora todos los días. Es fabuloso, porque vas mirando las casas, cómo te ladran los perros. Aunque debería hacer más ejercicio y caminar una hora, pero necesito invertir mi tiempo en el proyecto".
-¿Qué considera que es lo más difícil de asumir cuando se empieza a envejecer?
"El tema de la muerte. Evidentemente, todo ser humano sabe que un día no va a estar en este mundo. Aunque para mí no es primordial, ni es un problema. En vez de pensar en morir, yo pienso en vivir. Mi energía, en vez de ir disminuyendo con los años, ha ido aumentando. Estoy más activo que nunca".
-¿Qué lo mantiene energizado?
"El amor. Yo quiero mucho a las personas, vengan de donde vengan. Tengo eso innato. Eso me da la energía. Moriré, seré polvo, pero seré 'polvo enamorado'. No seré un polvo de odio o de muerte. Yo soy un hombre por la paz y la no violencia".
-¿Hay algo que le haya costado asumir?
"Me da mucha tristeza que mis mejores amigos hayan muerto. Eso pasa por vivir tanto. Mis cinco amigos del alma están muertos. En el libro voy a tratar de revivir lo que ellos significaron para mí. Yo conocí el lado íntimo de Pablo Neruda. Incluso, hay cosas de las que no puedo hablar y que nunca se las voy a decir a nadie, porque soy muy buen amigo".
-¿Y cómo amortigua esa pena?
"Antes yo asistía a muchos eventos sociales, inauguraciones, cócteles, pero tengo que aislarme, porque lo que quiero hacer me va a tomar mucho tiempo. Yo quiero mucho a mis amigos y ellos me quieren a mí, pero siento que no puedo dedicarles el tiempo que ellos merecen".
-¿Alguna vez se ha sentido discriminado por ser mayor?
"Yo, personalmente, no tengo ninguna queja. Tampoco estoy de acuerdo con que, por ser mayor, me tengan que tratar mejor. Incluso, me molesta que me digan 'adulto mayor'".
-¿Por qué?
"Porque todavía no soy adulto (ríe). Primero quiero ser adulto. Y en general, la humanidad todavía no es adulta".
-¿Qué es ser adulto?
"Ser adulto es luchar por la paz. Mi aporte, que es un granito de arena, es prolongar este deseo que yo siento por la paz y la armonía".
Toral es de los pocos artistas que pueden decir que se ganaron el Premio Guggenheim de arte dos veces. Una de sus obras más importantes es el mural "Memoria visual de una nación", un relato pictórico del país de 1.200 m {+2} , situado en la estación Universidad de Chile del Metro de Santiago. La obra monumental más desafiante de su vida. "No fue fácil mantenerme en el medio. Los derechistas mataron, los izquierdistas mataron, los dueños del norte mataron. Todos", apunta.
-El Premio Nacional todavía no se lo han dado. ¿Le importa?
"Hay personas que dicen que es una injusticia, pero no es tema para mí. Ganar premios siempre es una manito de cariño, pero he ganado premios más importantes".
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