Pompa y circunstancia

Cuando Edward Elgar compuso su marcha militar N°1, en 1901, ya era muy famoso en la Gran Bretaña. Tanto, que esa música se empleó en la coronación del rey Eduardo VII, con una letra patriótica sobre "el país de la esperanza y la gloria".
En el cénit del Imperio Británico, la composición inspiraba afectos patrióticos y recordaba las proezas de heroísmo y sacrificio que el país había inspirado en su ascenso imperial. Fue algo menos estimulante durante los negros días de los bombardeos de Londres durante la Segunda Guerra Mundial.
Lo sorprendente es que después de haberse interpretado cuando el compositor recibió un doctorado honorario en la universidad estadounidense de Yale, en 1905, la música fue adoptada por otras instituciones universitarias para solemnizar las ceremonias de graduación. Junto con el "Gaudeamus Igitur", es hoy una música que no celebra un pasado glorioso, sino más bien anticipa un venturoso porvenir.
Buen ejemplo, dice Critilo, de cómo música y arte pueden cambiar destino y usos según las transiciones sociales. Y seguir siendo de gran valor para las comunidades.