Peirano, el alumno de Pelusso, busca la gloria en Santa Fe
Cuando se es asistente técnico hay que conformarse con estar a la sombra
Cuando se es asistente técnico hay que conformarse con estar a la sombra. Cuando Pablo Peirano era el asistente de Gerardo Pelusso, la gente hablaba del equipo de Pelusso. Pero ahí al lado siempre estuvo Peirano, silencioso, atento, aportando lo que sabía y aprendiendo lo que no sabía. Un día, eso sí lo sabía, le iba a llegar su turno, no solo de ser técnico, sino de ser el técnico de Santa Fe, para que la hinchada ahora hable del equipo de Peirano, ese que está cerca de ser campeón de la Liga. Pero arrancó de asistente, aunque su historia con el fútbol viene de más atrás, de cuando fue futbolista. Peirano, uruguayo, criado por un papá que era profesor y entrenador de fútbol - y su primer mentor-, es recordado como un vehemente mediocampista que jugó en equipos como Racing de Montevideo. Era un jugador de mucha fortaleza, de culto al sudor, de no perder una pelota y no dejar pasar rival con ella. Algo así como un aprendiz de león, sin imaginar que una gran manada lo esperaría. En esa época empezó su amistad con Pelusso, se hicieron buenos amigos, dos personas capaces de ponerse a analizar el juego. Uno como futbolista y el otro como entrenador. Algo debió tener Peirano en su discurso, porque a la primera oportunidad, tiempo después, Pelusso lo llamó por teléfono y le propuso que fuera su asistente en Nacional de Uruguay. Para Peirano, que en ese entonces ya estaba como segundo entrenador en la selección uruguaya sub-20, no era una decisión fácil, hacía parte de la escuela de Óscar Washington Tabárez, otro de sus maestros, y en su rol de asistente había logrado el subtítulo en el Mundial Juvenil del 2013, junto al técnico Juan Verzeri. Todo marchaba sobre ruedas, Peirano aprendía rápido, pero cómo resistirse a la propuesta de Pelusso. "Sí, voy", le dijo. Así que se fue y ahí empezó otra historia. Ambos llegaron a Santa Fe en 2015. El día de la presentación del cuerpo técnico, las cámaras y los micrófonos apuntaban a Pelusso, como era de esperarse, pero a su lado, o detrás, estaba Pablo Peirano, quizá imaginando que algún día él estaría en esa misma posición, con la atención sobre él. No es algo que lo desviviera, ha sido paciente, pero cómo no pensarlo. Ese año lograron un hito, sacaron a Santa Fe campeón de la Copa Sudamericana -el recordado equipo de Pelusso-. Peirano fue pieza vital en ese logro, luego se fueron juntos al Al-Arabi de Catar, pero ya llegaba la hora para que Peirano se desligara de Pelusso e hiciera su propio camino, así que en 2016 empezó su carrera como entrenador. Dirigió en su país a Racing, a Danubio, a los peruanos Carlos Mannucci y Cusco, allí fue campeón de segunda división, su único título hasta ahora como DT, pero luego se fue por malos resultados. Sin embargo, su nombre ya llevaba un tiempo sonando para Santa Fe, había un vínculo creado, así que en octubre del 2023, se confirmó su llegada a la manada. Y Pelusso se pronunció sobre su alumno: "Es un gran entrenador, es un estudioso, inteligente y apasionado", dijo. Peirano aprovechó el resto de año para planificar su idea y arrancar el 2024 con un plan ganador. A lo largo de la Liga armó un equipo sólido en defensa, fuerte en ataque. Lo puso a pelear y lo llevó a la final. Hoy Peirano tiene 49 años y, como lo imaginaba, ahora es el técnico principal de Santa Fe, el que la prensa busca, el que los hinchas corean, el que tiene al equipo soñando con el título: es el equipo que busca la décima estrella, es el equipo de Pablo Peirano.