Esa fue la visión de Jorge de León Meneses y Nicolás M. Gassiebayle, que eligieron esa estratégica zona para materializar algo más que un desarrollo inmobiliario, sino un estilo de vida.
«Visualizamos los cambios profundos que venían ocurriendo en las costumbres y preferencias de quienes venían habitualmente a Punta del Este, quienes empezaron a buscar una altísima calidad de vida, no de forma casual sino permanente», comenta Jorge.
Este desarrollo no se ciñó a un único estudio de arquitectos, sino que permitió a sus moradores elegir con quién construir su casa. De todos modos, cada emplazamiento está regido por un reglamento creado por la comisión de Arquitectura y Urbanismo que explora temas como la preservación, el uso del agua y otros puntos que afectan el entorno.
«Conocimos estas tierras de características únicas, de las que nos enamoramos desde el primer día y supimos que cualquier desarrollo que hiciéramos tenía que acompañar el regalo de la naturaleza que ya existía», puntualiza Jorge.
Así es que cada arquitecto respetó el deseo de los desarrolladores para crear un conjunto de casas que se erigen en el barrio como si hubiesen crecido con el propio monte y que se conectan por senderos ecológicos fundidos con el paisaje. Recorriendo la caminería de Reserva Montoya se ve cómo cada uno de los proyectos se construye con el mismo espíritu, más allá de las formas de edificación elegidas.
Pero no sólo las casas se fusionan con la naturaleza. La Laguna Blanca es el centro de las miradas del barrio. Cada luna llena, a orillas del espectacular espejo de agua, un nuevo chef toma el Clubhouse para brindar nuevas experiencias. Además, el Wellness Center está diseñado para la relajación y el bienestar. El Área Deportiva, por su parte, incluye un gimnasio con tecnología de última generación, dos canchas de tenis de polvo de ladrillo, dos de pádel de vidrio y césped sintético, una de fútbol de césped sintético, piscinas para toda la familia, mesas de teqball, un skatepark, aros de básquetbol, frontón, una Golf Academy y un circuito de trekking que rodea toda la zona.
«El objetivo fue contar con la mejor área deportiva posible. Además, el entusiasmo que generó la propuesta llevó a agregar más actividades de las previstas», comentó Nicolás.
En tanto, el parador de la playa Montoya ofrece servicios exclusivos para los propietarios y hay vehículos eléctricos que transportan a toda la familia hasta el lugar.
Instalados.
La colaboración entre los desarrolladores combinó el know-how en desarrollo de Nicolás y la vasta experiencia y el conocimiento local de Jorge, oriundo de Punta del Este. «Ambos buscábamos un proyecto que significase una gran obra en el más amplio concepto», remarca este último.
El objetivo fue cumplido: el mercado respondió de forma excelente a la propuesta de Reserva Montoya y ya tiene vendidos la mayoría de sus lotes, con un alto porcentaje de argentinos.
Así, la Laguna Blanca, La Barra y su naturaleza exuberante, pasarán ahora a convertirse en un nuevo refugio de paz y armonía para los habitantes de Reserva Montoya.