¿Cuán amplio será el Frente?
Hablando con claridad, lo importante ideológicamente en el Frente Amplio será el conjunto de prácticas para lograr el poder, y no un cuerpo doctrinario previo.
Los distintos partidos que conformaban hasta hace poco el Frente Amplio han llegado a un acuerdo para constituir un nuevo referente unitario, conservando el mismo nombre.
En 1965, casi 60 años atrás, el MIR nacía de una manera similar. Grupos emigrados del Partido Socialista, exmilitantes de las Juventudes Comunistas, trotskistas e izquierdistas variopintos -Clotario Blest, entre ellos- se integraban en el nuevo Movimiento. Apenas dos años después, operaba la depuración, y eran expulsados o renunciaban gran parte de quienes no integraban el núcleo mayoritario, el de los jóvenes iluminados de Concepción, Miguel Enríquez, Bautista van Schouwen y Luciano Cruz.
En esa etapa intermedia, diversas teorías habían competido al interior del Movimiento. Finalmente, el foquismo de vertiente guevarista había sido desplazado por la tesis de la guerra política y revolucionaria. Así, el MIR había dejado atrás la diversidad inicial, para concentrarse en una sola tarea, la que lo llevaría a su destino final.
A su vez, en 1969, hace ya casi 55 años, buena parte de la juventud de la DC se desgajaba del partido madre y, junto con algunos viejos próceres, fundaban el Mapu. Ellos sí nacían con una mirada común, un socialcristianismo revolucionario, pero se irían deslizando poco a poco hacia un marxismo muy ortodoxo. A diferencia del MIR, que depuró en el corto plazo a la disidencia, en el Mapu la unidad inicial se rompió recién en marzo de 1973, cuando las dos facciones internas terminaron a los golpes, literalmente, y el carismático partido quedó dividido en dos. El centro de la disputa había estado en el apoyo de algunos a la "vía institucional hacia el socialismo", versus los que preferían la "vía insurreccional".
Seguramente, en unos años más, el Frente Amplio va a padecer similares disyuntivas, no porque haya entre sus militantes diversidad de estrategias, sino justamente por lo contrario, porque sus miembros asumen una misma convicción, pero que, curiosamente, es en sí misma disociante, la del famoso "significante vacío" de Laclau. Uno de los posibles sentidos de ese oscuro concepto del teórico argentino es el de "significantes hegemónicos, o de prácticas de lucha por la hegemonía".
Hablando con claridad, lo importante ideológicamente en el Frente Amplio será el conjunto de prácticas para lograr el poder, y no un cuerpo doctrinario previo. La lucha por la hegemonía admitirá -está ya admitiendo- tantas miradas cuantas opciones quieran llenar el "significante vacío". Eso, qué duda cabe, coloca a cualquier conglomerado en una tensión permanente, la que augura luchas intestinas infinitas y una segura disolución final. Es imposible que un partido político subsista dentro de esas coordenadas. Cuando cada uno quiere llenar el "significante vacío" a su manera... no hay espacio para todos.
Dentro de su lucha interna, el MIR logró seguir adelante porque sus liderazgos eran de enorme calidad: Enríquez, Van Schouwen y Cruz -prematuramente fallecido- gozaban de cualidades políticas de excelencia en lo teórico y en lo logístico. En el caso del Mapu, Rodrigo Ambrosio -también muy pronto fallecido- y Óscar Guillermo Garretón contaban con notables condiciones de liderazgo.
Por el contrario, no se asoma en el Frente Amplio un grupo de dirigentes que estén a la altura de un proyecto de tanto autobombo. Basta ver la conformación de la lista única que postula a la conducción del nuevo partido para confirmar esa sospecha.
En su momento, para consolidarse, el MIR expulsó a las minorías; frente a su crisis y para definirse, el Mapu se dividió a los golpes. Del Frente Amplio pueden esperarse una cosa y la otra... en ese orden y a su tiempo.