Con dedos para el piano

No es la primera vez que un premio llega tarde. Destacados exponentes chilenos de las artes y las letras han sido distinguidos a muy avanzada edad o cuando ya las velas están a punto de extinguirse.
Lo que alienta en tales casos es que llega, se recibe. Otros, con merecimientos, se han ido de este mundo sin paladear el sabor de una alta recompensa que avale su talento y sus logros. Pienso en Vicente Huidobro. Tan buen poeta que era, no es cierto, y a la hora de los quiubos el jurado siempre lo postergó.
Mario Kreutzberger -nuestro Don Francisco- dijo que el Premio Nacional de Artes Musicales a Valentín Trujillo "quizás le llega un poco tarde, pero llega al fin y al cabo". Sí, tarde. El merecido galardón lo obtiene Trujillo a los 91 años de vida, luego de 87 años expresando su talento musical frente al piano. Tarde.
No faltará la voz que afirme que a Valentín lo favoreció su presencia en televisión, pero no es condición sine qua non . Véase el caso del afamado Julio Martínez: no solo lo conocía medio mundo, sino que también la otra mitad y, no obstante, le negaron el Premio Nacional de Periodismo varias veces.
Es verdad, el Premio Nacional suele llegar muy tarde. Y seguirá ocurriendo según las visiones o cegueras de los integrantes del jurado. No hay vuelta de hoja, al fin de cuentas es el jurado el que falla...