Jueves, 19 de Septiembre de 2024

Diario íntimo de Lulú Petite

MéxicoEl Universal, México 19 de septiembre de 2024

El de gustos exóticos Lulú Petite EL GRAFICO Querido diario: Lo atendí en la mañana

El de gustos exóticos







Lulú Petite



EL GRAFICO







Querido diario: Lo atendí en la mañana. Ya me la sé. Es cliente de hace mucho tiempo. Uno de esos con gustos extravagantes.



Nos vemos en un motel de la Escandón, a unas calles de avenida Patriotismo. Generalmente, cuando llego, él ya me espera en pelotas, sentado en una silla de metal y madera frente a la cama. Deja la puerta abierta y, en cuanto entro, debo colocarle en las muñecas unas esposas de fierro, atorando la cadena con el respaldo de la silla.



Tiene unas cintas con hebilla, con las que debo asegurarlo al respaldo de la silla, bien apretado, y una suerte de grilletes de cuero con los que debo amarrar sus tobillos a las patas de la silla.



Después del saludo, no debemos hablar. Tomo mi paga que está en el tocador, me desnudo frente a él y me acuesto en la cama, con las piernas bien abiertas. Tomo una bala vibradora que llevo en mi bolsa y comienzo a masturbarme mirándolo a los ojos.



Él no parpadea. Se relame los labios y entre sus piernas comienza a crecer una erección notable. Él no puede tener sexo de la manera tradicional. Es tan precoz que, si lo intenta, se viene antes incluso de desnudarse.



Sólo así, en versión voyerista, la erección se toma su tiempo y se va excitando, mientras me ve tocarme y me escucha gemir. Así, de pronto, él sufre un espasmo, gime suavemente y dispara al aire un chorro de semen espeso.



Me sorprende siempre cómo puede venirse sin siquiera tocarse, pero dice que en cuanto se toca, pierde. Su pistola siempre está cargada y dispara al menor roce.



Me volví a vestir, guardé mis cosas y me fui. Tenía que pasar al banco. Una fila enorme. Estaba resignada cuando, sorpresa, un cajero guapo empezó a mirarme. Sí, justo el que parecía sacado de un catálogo de trajes. Me coqueteaba descaradamente. Me reí, obvio. Qué hueva ligar entre transacciones bancarias. Igual no me tocó que me atendiera él.



Después fui al súper. Ya en la fila para pagar, una señora y su marido estaban armando un show. Resulta que su crío había metido un montón de cosas al carrito sin que se dieran cuenta, y cuando ya estaban por pagar, la cuenta era un escándalo. "¿Quién metió todo esto?", alegaba la "ñora", mientras el hombre intentaba no ser tragado por ella, y el cajero que no paraba de cancelar y volver a cobrar los productos.



Nos tuvieron esperando una eternidad mientras reescribían la historia del carrito.



Después fui a atender a otro cliente. Un gordito sudoroso. Lo convencí de que se diera una ducha antes de meternos a la cama, y la pasamos de lujo. No cogía rico, pero le echó ganas y los dos alcanzamos el orgasmo.



Ya había pasado un buen rato. Corrí al motel de la mañana, subí al elevador y entré de nuevo a la habitación de mi cliente exótico. Le desaté los pies, el pecho, le quité las esposas y le pasé su ropa.



Me agradeció con timidez, tomó su cartera y me dio una propina extra. Siempre es así. Ya me la sé. Me divierten sus extravagancias.



Hasta el martes, Lulú Petite
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