La hora del plan
El pasado 9 de agosto, en Manizales, el Gobierno convocó a un congreso de reactivación económica en el cual anunció que en un plazo de seis semanas presentaría "una hoja de ruta del país con propuestas concretas donde se involucre al sector público, al sector privado y, sobre todo, a la región"
El pasado 9 de agosto, en Manizales, el Gobierno convocó a un congreso de reactivación económica en el cual anunció que en un plazo de seis semanas presentaría "una hoja de ruta del país con propuestas concretas donde se involucre al sector público, al sector privado y, sobre todo, a la región". De ese evento surgieron siete ejes en torno a los cuales giraría esa estrategia: Reindustrialización, turismo, energías y transición energética, conectividad digital, infraestructura, agricultura, y vivienda y agua. El plazo autoimpuesto por la administración Petro ya se venció y, si bien se pueden registrar algunos avances sectoriales muy dispares, un plan de reactivación de la economía -integral, con metas específicas y acciones detalladas- todavía no ha sido revelado. Por ejemplo, el ‘Pacto por el Crédito’- el acuerdo entre el Gobierno y el sector financiero para la destinación de $55 billones a sectores estratégicos- es considerado por el Ejecutivo como un resultado en la dirección de esa hoja de ruta. La Casa de Nariño identificó, vía reuniones de nueve comités temáticos del Sistema Nacional de Competitividad, unos 151 proyectos para la reactivación: 50 de impacto nacional y 101 de impacto regional. Además, en el corto plazo, se presentarán unos 35 proyectos prioritarios con miras a la reactivación. Sectores como vivienda e infraestructura han sostenido diálogos con el Gobierno, que han desembocado en unos caminos definidos para impulsar sus actividades. En otras palabras, esa hoja de ruta para redinamizar los sectores jalonadores de la economía ya empieza a mostrar sus primeras señales, con distintas velocidades para las diferentes actividades productivas. No obstante, el tiempo sigue pasando y aún no se conoce una estrategia propiamente dicha, con los detalles necesarios, las metas específicas, los sectores priorizados y las acciones inmediatas con sus presupuestos destinados para hacerles seguimiento. Al contrario, mensajes positivos de coordinación público-privada, como el acuerdo con los bancos, son acompañados de señales contrarias a la necesidad de reactivar el aparato productivo del país. Un ejemplo es la radicación de una nueva reforma tributaria -la llamada ‘ley de financiamiento’- que no solo será incapaz de resolver la ‘tronera’ presupuestal para la vigencia 2025, sino también impondrá nuevas cargas de impuestos a empresas y hogares ya suficientemente ahogados. Esta nueva alza de tributos impactará negativamente la capacidad del sector productivo de impulsar la reactivación. A lo anterior debe añadirse el sentido de urgencia que la Casa de Nariño debe imprimirle a esta hoja de ruta para la recuperación de la economía. El Gobierno parece más enfocado en diseñar proyectos y propuestas para el mediano y el largo plazo, que en desplegar de forma inmediata el paquete de acciones, medidas y disposiciones que inyecten dinamismo a una economía desacelerada, agobiada por la desconfianza y la falta de inversión. La resiliencia del sector privado empresarial está soportando la difícil coyuntura y está, de cierta manera, reactivándose a sí mismo en algunos sectores claves. La hora de presentar al país este plan de reactivación económica no da espera. De hecho, junto a esa presentación, arranca de inmediato su implementación y seguimiento en los distintos proyectos y en la medición de sus resultados sobre los indicadores y sobre el desempeño de los sectores. Esa estrategia -sean los 151 o los 35 priorizados en los siete ejes- debe ser integral, con metas puntuales y medibles, acciones específicas e inmediatas, y con una gran capacidad de choque al aparato productivo.