IA y política fiscal
Álvaro Moreno García
La inteligencia artificial (IA) impactará positivamente la productividad, pero traerá consigo pérdidas de empleo y una mayor concentración de la riqueza
Álvaro Moreno García
La inteligencia artificial (IA) impactará positivamente la productividad, pero traerá consigo pérdidas de empleo y una mayor concentración de la riqueza. Esto es lo que históricamente han producido las tecnologías disruptivas, como lo documentan ampliamente Daron Acemoglu y Simon Johnson en su libro "Power and Progress: Our 1000-Year Struggle Over Technology & Prosperity". Los autores muestran cómo las ganancias de las nuevas tecnologías tienden a favorecer el capital en detrimento de la mano de obra. La IA tiene el potencial de exacerbar dicho efecto, dado que es una tecnología con el potencial de eliminar muchos puestos de trabajo; no solo en oficios mecánicos de bajo valor agregado, sino también tareas especializadas. De ahí su gran impacto en términos de productividad y este es un efecto positivo y bienvenido. Pero, como ha sucedido en el pasado, las ganancias de esta tecnología están sesgadas en favor del capital financiero y en detrimento del capital humano. Por ello, es imperativo que las políticas públicas se orienten a minimizar los efectos de los perdedores, sin obstaculizar la adopción de nuevas tecnologías. Las fuerzas políticas y económicas del pasado privilegiaron las ganancias sociales netas, generando detrimentos en materia de desigualdad de ingresos. Pero esto no tiene por qué ser así. Si de antemano se sabe que se afrontará dicho efecto colateral y no se quieren repetir los errores del pasado, se hace relevante tomar acciones preventivas. Los instrumentos de política fiscal son los llamados a jugar un rol preponderante para anticiparse a los sesgos propios de estas tecnologías. No se trata únicamente de diseñar mecanismos de redistribución de las ganancias que traerá la implementación de aplicaciones de IA en las empresas, mediante mecanismos de protección social con base en sistemas tributarios progresivos pero que no desincentiven las inversiones en estas tecnologías. Se trata de hacer un mejor uso del gasto público para capacitar y reentrenar la mano de obra que inevitablemente saldrá de la fuerza laboral para que, eventualmente, se reincorpore al mercado de empleo de manera más productiva y con mejores salarios. La clave será navegar adecuadamente esa transición para que los perdedores en el corto plazo sean ganadores en el largo plazo. Tanto el impacto de la IA en el mercado laboral como la respuesta fiscal será muy diferente para países ricos y para países emergentes. Los países desarrollados tienen mejores seguros de desempleo y su cobertura es mucho más amplia que en países en vías de desarrollo, donde el sector informal de la economía es muy grande o mayoritario, como en Colombia. Además, los países ricos tienen seguros salariales que cubren programas de aprendizaje, de mejoramiento de habilidades y de reentrenamiento. Es tiempo de diseñar estos mecanismos en nuestros países si queremos limitar el choque de la IA en el mercado laboral.
Profesor - Inalde Business School