Robos complican al Cementerio General, que aumentará turnos de guardias
A pesar de la creciente inseguridad, no se ha contratado más personal para las rondas nocturnas. Especialista en patrimonio del camposanto advierte sobre extensión de los ilícitos en tumbas y mausoleos.
Ebensperger, Petrizzio, Sichel y Luchsinger son solo algunas de las familias afectadas por la constante profanación de mausoleos en el Cementerio General de Santiago, situación que se ha convertido en un grave problema para la administración del recinto ubicado en Recoleta.
Para enfrentar el problema, se determinó la necesidad de duplicar los turnos de los vigilantes vía horas extras en una reunión entre el director del camposanto, Raschid Saud, los encargados de seguridad del lugar y el presidente de la Federación Nacional de Trabajadores de Cementerios Municipales, Luis Yévenes.
Este último, quien además es tesorero de la asociación de funcionarios del complejo, indica que "hemos tenido varios guardias que han sido agredidos (...), compañeros han sido amenazados con pistolas".
Un ejemplo, dice, es el caso del vigilante que resultó con fractura nasal hace unas semanas, después de sorprender a dos saqueadores y tratar de frustrar el robo. Además, Yévenes relata que el lunes 30 ocurrió otro ilícito, posterior al cual "los guardias salieron tras él (ladrón), un compañero lo pilló, forcejearon, y el guardia se quebró un dedo de la mano".
"El acuerdo al que llegamos con el director es que no va a contratar más gente por el momento (...). A los mismos guardias que están libres los están citando a trabajar en el día y en el turno de noche no se está sacando gente, pero igual es poca la rotación, están quedando 10 u 11 guardias en la noche", detalla.
"Si hay 15 guardias en el día, 7 deben estar en las puertas, uno es el jefe del grupo, y los otros 7 tienen que estar en las cuatro zonas del cementerio. Si uno divide las 86 hectáreas en cuatro, son más de 20 hectáreas cubiertas por un solo guardia", sostiene Yévenes.
Además, detalla que la medida es insuficiente, puesto que "tienen que contratar más guardias, tienen que ser por lo menos 60, y tenemos 42".
Otro problema que se observa es la ocupación de tumbas por indigentes en el patio 102, el mismo que alberga el Memorial de Detenidos Desaparecidos. Por ejemplo, se ha detectado un caso a pocos metros de la central de guardias y otro próximo a la tumba de Violeta Parra. En el último vuelo en dron que hicieron dentro del recinto detectaron al menos 30 indigentes.
Consultado por "El Mercurio", el director Saud declinó profundizar en la situación, al igual que la Municipalidad de Recoleta.
Un problema de gestión
"Existe un gran desinterés por parte de la institucionalidad. Por eso, en 2006 hice todo el catastro patrimonial, y ya en ese tiempo daba cuenta de que había robos", dice el arquitecto Tomás Domínguez, especialista en el camposanto.
En primera instancia, el registro contabilizaba 512 esculturas; hoy, el número se redujo a 484.
Entre los incidentes más recientes que ha documentado se destaca el robo de dos placas conmemorativas de la tumba de Pedro Aguirre Cerda, además de un intento frustrado de sustraer el medallón de bronce con el retrato en bajo relieve del expresidente.
Además, a finales de agosto sustrajeron una placa de bronce, de aproximadamente 80 kg, que estaba instalada sobre la puerta del mausoleo del exsenador Abraham Gatica Silva. Durante la extracción, la placa cayó sobre una escalera de mármol, causando daños a su estructura.
"Hoy solo hay 2 o 3 rondines nocturnos para 80 hectáreas, cuando en la década del 90 había 16; todo por ahorrar y así transferir más fondos al municipio", critica el arquitecto.
"Nunca había sido más fácil robarles a los muertos y me preocupa qué seguirá después de las manillas de bronce", sostiene Domínguez.
"Ahora ya tengo miedo"
Jacquelin Zambrano, cuidadora de sepulturas y mausoleos, trabaja en base a las propinas que le entregan los familiares de los fallecidos. Es la tercera generación de mujeres en su familia que se dedica a la misma labor, desde su bisabuela. "Me robaron todo, he comprado herramientas cinco veces para poder trabajar. Ahora estoy arrendando las máquinas que necesito".
"Los recolectores no han venido en toda esta semana a sacar la basura porque dicen que el camión se les echó a perder", denuncia la trabajadora. "Me siento triste por todo lo que pasa en el cementerio porque yo lo amo (...). Yo estaba alegre de estar aquí, pero ahora ya tengo miedo".