Geriaridad

"¿Has oído el término sororiridad? Es un neologismo que significa solidaridad entre las mujeres, y que implica confianza y apoyo recíproco entre ellas", me dice el Prócer mientras paseamos por el Parque Bicentenario. "Perdón, creo que le sobra una sílaba. Me suena más bien como sororidad", le replico. "Tienes razón. Es que me costó mucho aprenderme la palabreja. Viene del latín 'soror', que significa hermana. La saco a colación porque existe una solidaridad parecida entre nosotros, los viejos de la tercera edad, y que he bautizado como 'geriaridad'. Mira, la mejor comprobación de su existencia es que cuando me topo con un desconocido de una edad similar a la mía, ambos tendemos inconscientemente a saludarnos, lo que denota una manifestación de simpatía mutua. 'Estamos pasando por lo mismo', es el mensaje sin palabras que nos dirigimos: artrosis en diversas articulaciones, a veces soledad, añoranza del pasado, en fin, todas aquellas penurias que inflige el cruel transcurrir del calendario. Y aunque se limite a un simple intento de saludo, la percepción de esa solidaridad muda es suficiente apoyo moral, por lo que me encanta la geriaridad".
En eso, nos cruza caminando en sentido contrario una estupenda "terceraedadista" en buzo, y el Prócer le dirige una sonrisa insinuante, casi de acoso. Al percibir mi mirada de reproche por su atrevimiento, se excusa con picardía: "No pienses mal, es simple geriaridad".