Educación es amor
Carlos Enrique Cavelier
Mi gran amiga, la exministra y experta en educación, Cecilia María Vélez, me compartió una bella anécdota
Carlos Enrique Cavelier
Mi gran amiga, la exministra y experta en educación, Cecilia María Vélez, me compartió una bella anécdota. Le preguntó a un rector de un colegio público cuál era el secreto para que el colegio tuviera tan buenos resultados. Su respuesta fue tan sencilla como poderosa: "Pues a mí me dijeron que los quisiera bastante, y que con eso ellos saldrían adelante solos". ¿Será que una caricia amorosa que toque el hipotálamo de cada niño es suficiente? Esta anécdota resonó profundamente en mí, porque refleja mi experiencia como alumno y profesor universitario: cuando el profesor o profesora empezaba el año simpatizando conmigo y entendía mi personalidad -despistado, desordenado y aplicado solo bajo los regaños en casa-, otra persona emergía de mí. En cambio, cuando fui excesivamente rígido en la Facultad de Administración de Uniandes, ¡paila! Hasta una huelga me hicieron. Fue cuando aprendí a equilibrar el rigor del aprendizaje con la empatía hacia los estudiantes que recibí una evaluación de 4,5 de su parte. Existe un hermoso video (link al final) en redes sociales que muestra cómo una profesora coreana saluda a sus estudiantes de primero o segundo año según el gesto que ellos le indican al entrar al aula: es pura conexión, sonrisas y amor lo que transmiten la profesora y los niños. En esta columna he insistido en la importancia de la autoestima y en cómo las personas que la tienen alta o la recuperan suelen ser muy exitosas, pues los obstáculos simplemente ruedan a su alrededor. En un país donde el maltrato infantil (¡o el abuso!) se representa gráficamente en "Rosario Tijeras", es fundamental el amor de los padres y el cariño en el colegio; esto refleja en parte el impacto de ser niños deseados o no deseados. Nuestra experiencia en la Fundación Alquería, en decenas de colegios en Cundinamarca, nos muestra que cuando el rector "aprende a respirar" y a superar sus problemas administrativos y personales, logra establecer una relación de respeto con sus maestros y su equipo de apoyo; pero más allá, su conexión se vuelve una de comprensión y afecto, lo cual dispara los resultados de los colegios. Claro que es necesario capacitar a los maestros en mejores prácticas; claro que muchos aspiran a doctorados; y claro que los colegios bien construidos y equipados crean mejores ambientes de aprendizaje. Pero ninguno de estos factores impulsa tanto a los niños como el sentir que los quieren, que les expresan afecto y los comprenden; y a través de esa comprensión los maestros logran que los estudiantes se enamoren del aprendizaje y el conocimiento. Dentro de esta visión, el gran educador Julián de Zubiría mencionaba recientemente en una entrevista la importancia de descubrir el talento en cada niño, algo que no se logra sin la cercanía que brindan el afecto y la confianza entre cada maestro y cada uno de sus estudiantes. Con más amor hacia nuestros semejantes -colaboradores, alumnos, jefes, padres, madres, esposos, hijos- podemos llegar lejos. Y esto comienza con las palabras y el tono con que las decimos. [https://www.youtube.com/shorts/6z3uZa6psg0]
Coordinador de sueños de Alquería